Colombia: fuerte debate por la lucha contra las drogas
Ignacio Díaz – América XXI
El expresidente colombiano Juan Manuel Santos y el actual mandatario, Iván Duque, surgieron del uribismo y mantienen posturas similares en una gran cantidad de temas. Sin embargo, desde que el gobierno de Santos se embarcó en las negociaciones de paz con la entonces guerrilla de las Farc, la ruptura con el expresidente Álvaro Uribe quedó expuesta y continúa por estos días.
La semana pasada la Corte Suprema convocó a Santos y Duque a una audiencia pública que tuvo como eje central el uso del glifosato para la erradicación de cultivos ilícitos, pero expresó divisiones de fondo en torno a la lucha contra el narcotráfico, de rotundo fracaso en el país. VER: FRACASO DE LA LUCHA CONTRA EL NARCOTRÁFICO EN COLOMBIA
Detrás de la posición gubernamental de no limitar el uso del glifosato y la postura contraria de quien dejó el poder en 2018, están presentes muchos de los temas que formaron parte de las negociaciones de paz.
Narcotráfico, paz y guerra
Si bien el Estado colombiano bajo el gobierno de Santos fracasó rotundamente en la implementación de los puntos clave de los acuerdos de paz y en la lucha contra el narcotráfico, sostiene públicamente la necesidad de continuar con esas políticas y apunta incluso a la legalización del consumo de drogas.
Duque se encargó de exponer en la audiencia pública los índices de abrupto crecimiento de los cultivos ilícitos de coca en el país. Para su Gobierno la solución es la erradicación forzosa, pero en las negociaciones de paz el Estado había reconocido la necesidad de impulsar planes de sustitución de cultivos para el campesinado, fuertemente golpeado en el país.
En cinco años la cantidad de plantaciones de coca se multiplicó casi por cinco, a un ritmo promedio de más de 60% anual. En esos números se apoya el presidente colombiano para exigir a la Corte Suprema que no limite las herramientas de la llamada “guerra contra el narcotráfico”.
Por su parte, Santos aseguró que “mientras haya consumo y prohibición, habrá mafias que se lucran de las rentas ilícitas”. Lo dijo desde la tranquilidad de estar alejado del poder, tras haber dejado la Presidencia con un elevado índice de desaprobación.
“Propusimos (a nivel internacional) que el enfoque exclusivamente punitivo se reemplace por un enfoque de derechos humanos, de salud pública, de más educación y prevención, sin dejar de combatir las mafias que controlan el negocio”, planteó Santos en la Corte Suprema.
Lo paradójico es que el expresidente Santos fue ministro de Defensa de Uribe cuando más hubo erradicación forzosa de cultivos mediante la aspersión aérea con glifosato. Este método condenado a nivel internacional fue practicado sobre 172 mil hectáreas en 2006 y 153 mil hectáreas en 2007.
Sin embargo, Santos mostró con cifras que no había relación entre la caída de la producción de droga y el aumento de la erradicación forzosa.
Con más de 10 años en posiciones de gobierno vinculadas a la política frente al narcotráfico, Santos dice haber llegado a la conclusión de que la lucha ha sido inútil y que lo que hay que hacer es legalizar el consumo y que el Estado se apropie de una parte de las ganancias que se quedan las organizaciones narcotraficantes. Llamó a regular “una oferta y un consumo debidamente autorizado, legalizado, como ya se hace en varios países”, aunque reconoció que para lograrlo se necesita hacerlo a nivel internacional.
Conflicto con Washington
Legalización del consumo, alternativas económicamente viables para los campesinos cocacoleros y ratificación del Acuerdo de Paz es la línea planteada por Santos.
Datos de la ONU demuestran que donde hay erradicación forzosa, en el 35% de los casos vuelve a sembrarse coca, mientras que cuando hay sustitución voluntaria, prácticamente no hay casos de resiembra.
Según Santos es contradictorio que «Estados Unidos le exija a Colombia una reducción en las hectáreas sembradas de coca y al mismo tiempo se niegue a financiar la única alternativa efectiva para lograr ese objetivo, con el argumento de que la ley le prohíbe financiar a las Farc, como si las 99 mil familias que se acogieron al programa en 14 departamentos fueran las Farc, y como si éstas no fueran hoy un partido político legal”, disparó al final Santos.
Fue una manera de exponer que Washington no apoya coherentemente los acuerdos de paz con las Farc. Además, dejó en claro su postura de que es el alto nivel de consumo de drogas de ese país y de Europa el que impulsa la producción y no al revés.
Por último, el expresidente pidió no volver a habilitar la erradicación con glifosato, ya que para matar la hoja de coca se utiliza en una concentración hasta diez veces más alta de lo norma, en una proporción que lo transforma «en veneno», aseguró.
El gobierno de Duque retomó sin embargo la línea de la guerra contra el narcotráfico impulsada con apoyo de Estados Unidos, y un camino que aleja al país de la paz.
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