Fiel a su trayectoria, Uribe ensucia el terreno – Por Adrián Fernández
26 julio, 2018
category: FORO DEBATE
Álvaro Uribe anunció el martes una renuncia como senador que al momento no efectivizó en la Cámara Alta de Colombia. Pero más allá de que eso suceda o no, y de que sea aprobada o rechazada por el Legislativo, el eje que él mismo intenta desviar es el de una de las más graves acusaciones que pesan en su contra.
El argumento de Uribe para decir que renunciaría al Senado –cargo para el que fue recientemente reelecto- se apoya en que “moralmente me siento impedido para actuar como senador”. Nada menos creíble en un político de su talla, acusado de gravísimos delitos antes, durante y después de sus ocho años como presidente de Colombia.
Uribe está acusado, tras cinco meses de investigaciones por parte de la Corte Suprema de Justicia, de haber comprado –pagado- testigos para no sólo pasar de acusado a acusador sino también para incriminar al senador Iván Cepeda, quien originalmente la denunció por nexos con los paramilitares.
Fue a mediados de febrero cuando el máximo tribunal de justicia de Colombia dio una vuelta de página, literal, a la causa. Cerró la investigación contra Cepeda y abrió el caso Uribe. El acusador comenzó a ser investigado. Si Uribe se mantiene como Senador, la Corte seguirá adelante con la causa e incluso puede llevarlo a juicio y hasta eventualmente ordenar la detención.
En cambo si Uribe deja el cargo de Senador para el cual fue electo, el máximo tribunal deberá decidir si sigue adelante con la causa o si pasa el expediente a la Fiscalía, en cuyo caso un fiscal deberá comenzar con la instrucción, debería revisar lo actuado por la Corte, agregar o eventualmente quitar elementos de juicio con lo cual, cuando menos, la causa se dilataría en el tiempo.
Esta estrategia es la que llevó al ex candidato presidencial Gustavo Petro, principal líder de la oposición colombiana, a pedir que Uribe se mantenga como senador y respete las decisiones de la Corte Suprema de Justicia. “La renuncia de Álvaro Uribe al Senado es para evadir investigación”, advirtió. “Uribe manipuló criminalmente testigos”, alertó en un mensaje en Twitter.
Nadie se explica en Colombia cómo hizo hasta ahora Uribe para zafar de acusaciones que van desde el financiamiento a paramilirares hasta nexos con el narcotráfico; desde el aval a los llamados “falsos positivos” (sistema que utilizaba jóvenes para asesinarlos haciéndolos pasar por guerrilleros) hasta los casos de espionaje durante su Gobierno o incluso de las condenas judiciales a sus partidarios por pagar sobornos para que el entonces presidente pueda reformar la Constitución de su país y ser reelecto.
Una respuesta rápida reside, en verdad, en esta misma enumeración de causas judiciales que directas o indirectas, más avanzadas o menos, pesan sobre él. Para cuando Uribe alcanzó el cargo de gobernador de Antioquia (1995, donde se originan sus primeras acusaciones importantes ante la Justicia) ya había sido alcalde de Medellín (1982) y Senador de la República (1986-1994). Para entonces tenía una estructura de poder que lo acompañaría hasta hoy. En ese halo de protección se anota, por supuesto, Estados Unidos primero con los gobiernos de Washington y más recientemente con la extrema derecha terrorista de Miami.
Fiel a esta trayectoria, Uribe intenta ahora minimizar o deslegitimar la causa que sigue la Corte Suprema por soborno y fraude procesal. En estos días acusó a los servicios de espionaje británicos del MI6 –“amigos del presidente Juan Manuel Santos”, dijo- de grabar y difundir audios en los que allegados al exmandatario buscan que testigos cambien sus testimonios en ese proceso para favorecerlo.
“Se impuso la presión mediática y política», afirmó en otro mensaje en Twitter. No está muy claro a qué presión mediática se refiere, en un país donde la concentración de medios en pocas manos tiende siempre a proteger a los más fuertes del poder establecido, sean terratenientes o representantes de la oligarquía.
Sin embargo, y puede resultar apenas anecdótica la apreciación, esta es una de las primeras veces en que los principales diarios colombianos eligen para ilustrar estas noticias fotografías de Álvaro Uribe que lo muestran preocupado, enajenado o irascible. Son fotos de archivo que rara vez aparecen cuando la prensa hegemónica habla del político colombiano más fuerte en lo que va de este siglo.
Una conclusión, menos banal y más objetiva, es que aún antes de asumir, el nuevo presidente colombiano Iván Duque, ya muestra los problemas de haber llegado hasta aquí de la mano de Uribe. Esta semana tuvo que reafirmar públicamente que cree ciegamente en la “honorabilidad” del investigado, un hombre “que siempre se ajustó a derecho”. Si acaso el ex presidente termina preso, dejará una enorme piedra en la mochila de su ahijado político.