Abuelas de Plaza de Mayo restituyó identidad a otra nieta
Abuelas de Plaza de Mayo confirmó la restitución de la identidad de la nieta número 129, hija de Norma Síntora, detenida y desaparecida por la última dictadura cívico-militar, y de Carlos Alberto Solsona, quien sobrevivió al terrorismo de Estado de la década del 70.
La presidenta de Abuelas, Estela de Carlotto, explicó que la joven -que actualmente reside en España- era buscada por su padre desde hacía 42 años y en el 2013 fue contactada por primera vez por el organismo, con el objetivo de invitarla a realizarse una prueba de ADN.
Agregó que ese análisis estuvo fiscalizado por la Justicia Federal de Argentina y se pudo hacer en base a datos genéticos proporcionados por su padre, su hermano mayor y sus abuelos maternos.
En la conferencia de prensa en la que se hizo el anuncio, realizada en Buenos Aires, Estela de Carlotto estuvo acompañada de Carlos Alberto Solsona y de Marcos, padre y hermano, respetivamente, de la mujer cuya identidad ahora acaba de ser restituida.
Carlos Alberto y Norma se conocieron en 1974 cuando ambos militaban en el Partido Revolucionario de los Trabajadores y en su brazo armado Ejército Revolucionario del Pueblo (PRT-ERP) y se casaron en 1975.
Ambos tenían el proyecto de exiliarse para huir de la dictadura que se instauró el 24 de marzo de 1976 pero el 21 de mayo de 1977, en la provincia de Buenos Aires, Norma fue secuestrada junto con otra pareja de militantes que la tenían alojada en su casa.
Carlos estaba en España preparando el viaje con el que la familia pensaba evitar caer en manos de la represión y el terrorismo de Estado. Norma estaba embarazada y sigue desaparecida.
Ya en aquellos años Carlos hizo la denuncia en la incipiente organización Abuelas de Plaza de Mayo y luego de abocó a la búsqueda de su hija que, se estima, pudo haber nacido en el centro clandestino de detención de Campo de Mayo,.
El primer indicio apareció en 2012 cuando las Abuelas encontraron algunos elementos como la partida de nacimiento apócrifa, firmada por un médico de la Policía Federal, un mecanismo común en casos de robos de menores nacidos en centros clandestinos de detención.
Luego de contactar a la nieta 129 por teléfono, la comunicación continuó por mail y, en 2014, la mujer viajó a la Argentina para realizarse los estudios de ADN con el banco de datos en el que estaba la información genética de su padre.
La nueva nieta se convirtió en la número 129 entre mujeres y hombres que hay logrado recuperar su identidad como parte del trabajo de Abuelas, otros organismos de derechos humanos y de los propios familiares que no bajan los brazos para intentar ubicar a cerca de 400 niños y niñas nacidas en las mismas condiciones de cautiverio.
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