Agravado y preocupante cuadro social en Argentina
Ignacio Díaz – América XXI
Durante los primeros nueve meses de 2016, 1,5 millones de argentinos cayeron en la pobreza y otros 600 mil pasaron a ser indigentes. Las cifras surgen del Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (UCA), que asegura que una de cada tres personas que viven en el país es pobre.
Los números reflejaron que en los primeros tres trimestres de 2016 la pobreza pasó de 29 a 32,9% y más de 13 millones de personas no alcanzan a cubrir las necesidades básicas. Para la indigencia, el porcentaje ascendió de 5,4 al 6,9% de la población urbana (2,7 millones de personas). En ambos casos se trata de las cifras más altas registradas al menos desde 2010.
“En un contexto en donde las estadísticas oficiales se encuentran en proceso de reconstrucción, los informes que ofrece el Observatorio de la Deuda Social Argentina permiten complementar y dotar de comparabilidad al estudio de los problemas sociales que aquejan a nuestra sociedad”, comunicó la UCA.
Lo cierto es que el 28 de septiembre del año pasado, tras tres años sin datos oficiales, el Instituto Nacional de Estadística y Censo (Indec) ubicó la pobreza en 32,2%, apenas 0,7 puntos porcentuales por debajo de la medición de la Iglesia. Para la indigencia el dato oficial fue de 6,3%. A mediados de 2013, el Indec –bajo intervención gubernamental- había anunciado una pobreza de apenas 4,7% y una indigencia de 1,4%, datos completamente alejados de la realidad y rechazados por la población.
En otro informe, la UCA evaluó la situación de pobreza desde 2010 hasta octubre de 2016.»La situación socioeconómica no siguió un derrotero lineal a lo largo del período de los Bicentenarios objeto de análisis (2010-2016). Entre 2010 y 2011 se evidencia una fase de recuperación de la crisis de 2009 a nivel de la demanda de empleo y del consumo, en el marco de una política de ampliación de la cobertura asistencial y previsional. Sin embargo, en la etapa 2012-2014, volvió a evidenciarse un proceso de estancamiento en la generación de empleo y de deterioro social en un contexto inflacionario», explica el informe.
«Durante 2015, sin grandes cambios, la falta de inversión, el creciente déficit público y otros desajustes macroeconómicos habrían puesto a la economía en un callejón sin salida. En la fase reciente -a partir de 2016- las medidas de ajuste económico, el contexto internacional adverso, la política anti-inflacionaria y la rezagada inversión privada y pública habrían agravado el escenario de crisis, aún más recesivo y adverso en materia de empleo y poder adquisitivo para amplios sectores sociales», concluyó el observatorio social de la Iglesia.
Sobre lo ocurrido en el segundo semestre de 2016, el informe agregó: “Si bien en el segundo semestre se registró una baja notoria en el ritmo inflacionario y, al final del mismo, habría tenido lugar una efectiva recuperación del empleo, hacia el tercer trimestre del año -momento en que aplicó este relevamiento- no se evidenciaban cambios significativos en el nivel de actividad ni en la demanda laboral”.