Multitudinaria marcha sindical contra el gobierno de Macri
Fue, ante todo, una movilización masiva. Desde la mañana agrupaciones sindicales, políticas, estudiantiles y de todo tipo concentraron en varios puntos del centro de la Ciudad de Buenos Aires para marchar a la sede del Ministerio de Producción Nacional. Allí, la principal central obrera del país (CGT), que convocó esta movilización, cerró la jornada con un breve acto donde tomaron la palabra los miembros del triunvirato directivo: Juan Carlos Schmid, Héctor Daer y Juan Carlos Acuña.
Si el punto fuerte de la marcha estuvo en la gran cantidad de sindicatos y manifestantes que se sumaron a protestar, la mayor debilidad quedó expuesta en las profundas diferencias que existen entre las organizaciones que participaron y varios de sus dirigentes. Fuerzas kirchneristas, movimientos sociales vinculados a la Iglesia, grupos de izquierda, sindicatos que viven realidades distintas y dirigentes que buscan por todos los medios despegar al peronismo de las figuras de Cristina Fernández y Néstor Kirchner convivieron en un ambiente tenso y por momentos hostil.
La mayor prueba de esa incomodidad fue que, pese al éxito de la convocatoria, el acto se adelantó una hora y duró apenas 40 minutos. La cúpula de la CGT tomó la palabra en medio de fuertes abucheos y silbidos que salían de distintos puntos. Los gritos y cánticos de “¡paro general!”, “ponele fecha (al paro)” y otros similares se hicieron oír cuando los dirigentes comenzaron a hablar al público.
“Si no hay rectificaciones, a principios de abril haremos una huelga nacional de 24 horas”, anunció Héctor Daer antes de recibir una catarata de silbidos. Ante el repudio generalizado, agregó para tranquilizar: “Va a haber paro. Pero el paro tiene que ser como esta marcha, acompañado por todos los sectores de la sociedad”. Algunos gremios temen que una mayoría social no acompañe un plan de lucha fuerte y que el Gobierno se apoye en eso para no dar concesiones e intentar quebrar las demandas sindicales.
Lo cierto es que la CGT amenaza desde principios de febrero con un paro general, pero en los hechos hace todo lo posible para evitarlo o postergarlo. Sus dirigentes mostraron en cambio que quieren retomar el diálogo con el Gobierno y lograr algunas concesiones para poder levantar la medida de fuerza.
La salida rápida del escenario de la dirigencia de la CGT, bajo custodia y ante abucheos y forcejeos, demostró que el triunvirato tiene poca credibilidad ante las organizaciones y trabajadores que exigen un plan de lucha para defender los convenios colectivos de trabajo, las paritarias libres, frenar legislaciones que vulneran derechos laborales y detener la caída del poder adquisitivo de los salarios.
Pese a algunas declaraciones, la conducción de la CGT no pudo convencer a la multitud de que rechaza el plan económico del Gobierno (más bien lo contrario), aunque criticó la apertura de importaciones y otras medidas que afectan la producción nacional, en línea con los reclamos de un conjunto de empresarios industriales.
Sin fecha ni confirmación para el paro nacional, la movilización no tuvo mayores consecuencias para el Gobierno. Sin embargo la gran adhesión de la protesta docente del lunes y de la manifestación sindical de hoy demostraron que, por ahora, no puede descartarse un aumento de la conflictividad social.
Ignacio Díaz – América XXI