Argentina y el intervencionismo - Por Adrián Fernández
El alineamiento con el intervencionismo acorde a las urgencias de Washington sacude el frente interno.
07 octubre, 2020
category: FORO DEBATE
El Gobierno argentino acompañó al Grupo de Lima en su mirada sobre los derechos humanos en Venezuela y, así, se alineó al intervencionismo de Estados Unidos, a quienes impulsan el bloqueo que ahoga al pueblo venezolano e incluso con gobiernos como el de Colombia y Brasil, arietes de la intervención militar en la nación sudamericana.
La decisión fue impactante hacia afuera pero igual de duro hacia adentro del Gobierno. Previsiblemente, la decisión de Alberto Fernández y de su canciller Felipe Solá generó un cimbronazo en el Frente de Todos, en un contexto de muy fino equilibrio de los diferentes sectores que convergen en el espacio.
La crisis es demasiado grave en Argentina como para que muchos dirigentes ventilen públicamente ese malestar, pero sí hubo expresiones como la renuncia de la embajadora designada en Rusia, Alicia Castro. Desde las segundas líneas gubernamentales y, sobre todo, desde las bases kirchneristas, alertaron, además, sobre las implicancias de este alineamiento con el intervencionismo más abyecto de América.
En sus primeros 10 meses de Gobierno, Alberto Fernández se había movido en el plano americano junto a México, declarando su prescindencia de echar más leña al fuego venezolano. Si bien cuestionó la situación de Derechos Humanos en el país, fue partidario de una resolución entre venezolanos. También desconoció a la delegada del golpista y autoproclamado presidente Juan Guaidó que tenía ese estatus de tiempos de Mauricio Macri. En términos diplomáticos, la abstención es lo que mejor encajaba a Fernández.
Pero este martes 6 de octubre se produjo el viraje a los ojos de Estados Unidos y su grupo de intervencionistas: Argentina se despegó de la abstención de México y votó junto a Gobiernos claramente violadores de derechos humanos como Colombia, Brasil, Chile y Ecuador una resolución de Naciones Unidas que condena violaciones a los derechos humanos en Venezuela en base a un informe vergonzoso de una misión de la ONU.
Es incorrecto pensar que el cambio de posición de Argentina fomenta el endurecimiento de Estados Unidos contra Venezuela. La mesa está servida desde hace tiempo. Pero es muy cierto que Washington suma un aliado central en su estrategia contra reloj antes de las elecciones a la Asamblea Nacional del 6 de diciembre. Washington trabaja para que las legislativas sean rechazadas por toda América y por la Unión Europea. La lógica imperial es bien conocida: un país que viola los derechos humanos y que convoca elecciones fraudulentas no merece otra cosa que la intervención militar y/o el descabezamiento de su Gobierno.
Hay otro dato revelador de la posición Argentina: en la misma sesión, se aprobó que la agencia de la ONU que preside Michelle Bachelet seguirá en Venezuela por dos años, algo que fue saludado por el Gobierno del presidente Nicolás Maduro, que en estos meses duplicó la colaboración con los delegados de DDHH de la ONU. En esta votación específica, México y Venezuela votaron a favor de mantener la misión. Argentina se abstuvo.
Nada en política exterior es lineal, pero un dato objetivo es que el mismo martes que votó a favor del intervencionismo en Venezuela, llegaba a Argentina una avanzada del FMI para intentar paliar la extremadamente grave situación financiera, económica y social del país tras el histórico endeudamiento de Mauricio Macri y en un contexto devastador de la pandemia. Si acaso esta fuera la razón de peso, la situación sería más endeble de lo que parece. Pero hay otro dato: objetivamente, los sectores más conservadores del Frente de Todos, más proclives al Departamento de Estado que a la Patria Grande, dieron un duro golpe.
¿Y ahora qué?
El paso de los días develará cómo se alinean los sectores internos en el Gobierno de cara al 6 de diciembre. La renuncia de Alicia Castro como embajadora designada en Rusia es un síntoma. “La Cancillería Argentina votó (…) con Bolsonaro, Duque, Piñera, Viscarra, en cuyos países se violan flagrantemente los Derechos Humanos. México votó con Venezuela. Un lamentable giro en nuestra política exterior”, escribió. Luego, presentó su renuncia.
Unas horas antes de la votación, el embajador argentino ante la OEA, Carlos Raimundi (también integrante del sector progresista), había denunciado que Venezuela sufre un “fuerte asedio de intervencionismo” y que la mirada sobre Venezuela está sesgada.
Un documento de organizaciones y miembros del Frente de Todos manifestó que “no es alineándose con los intereses de Estados Unidos como se resolverán los problemas de Venezuela. Los problemas no se resuelven con bloqueos ni condenas sino con cooperación y asistencia recíproca”.
El mismo texto, difundido tras la votación en la ONU, expresa su “profundo desacuerdo con la postura de nuestra Cancillería de acompañar la resolución impulsada por el Grupo de Lima en el Consejo de DD.HH. de la ONU que condena a la República Bolivariana de Venezuela”.
El documento fue firmado por Compromiso Federal, Proyecto Sur, Manifiesto Argentino, Espacio Puebla, Forja, Partido Intransigente y el Partido Comunista.
En las redes sociales, las bases kirchneristas transmiten sensación de desencanto. En medio del debate interno y para atemperar la desazón, algunos sostienen que el Gobierno de Maduro propició este estado de cosas. Más allá de certezas e inexactitudes, mirar a Venezuela para entender el voto de Argentina en la ONU es un error. Fernández no votó contra un país (aunque en lo fáctico sí lo hizo) sino que, más complejo aún, alineó su política internacional con lo más rancio de la derecha continental.
La posición argentina fortalece los planes de Washington en Venezuela en un momento clave ante la inminencia de las elecciones legislativas. Pero, tan o más grave aún, Fernández y Solá sufren el peor traspié hacia adentro de la coalición gobernante. Para muchos militantes se trata de un hueso duro de digerir en un contexto de crisis que los necesita frente al golpismo explícito de sectores de la extrema derecha que hoy celebran.
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