Brasil: salta un fusible y se rompe un acuerdo mafioso
La mayor certeza de este momento es que el poder corrupto y delictivo hará lo que sea para mantenerse en el gobierno.
Por Adrián Fernández
Apenas 16 meses después de haber asumido la presidencia de Brasil, la pandemia y el resquebrajamiento de la alianza delictiva en el país pone en serio riesgo a Jair Bolsonaro, no a manos de los sectores a los que le sigue siendo útil sino por su propio y furibundo desgaste institucional.
La renuncia de Sergio Moro dio un fuerte empujón al mandatario, primero porque se trata de una figura importante dentro del Gabinete y en la sociedad, pero además, y fundamentalmente, porque se produce un quiebre en la mafia que llegó al poder el 1 de enero de 2019.
El error sería pensar que en esta historia hay buenos y malos. Lo que hay, con evidencias de sobra, es el alumbramiento de ratas que abandonan el barco que Bolsonaro conduce hacia el abismo.
Eso explica las denuncias de Moro al irse de su cargo. Muchas veces la política se encuentra en el dilema de creerles a unos o a otros, todas piezas fundamentales de un sistema delincuencial que hace de la extorsión y la traición su estilo de vida.
Los hijos del clan
A partir de las denuncias, el Fiscal General de Brasil, Augusto Aras, solicitó al Supremo Tribunal Federal (STF) que inicie una investigación contra Bolsonaro por “interferencia política” en la Policía Federal.
Moro es quien, siendo juez, diseñó el entramado que llevó al expresidente Lula da Silva a la cárcel, lo quitó de la competencia electoral y allanó el camino a Bolsonaro para llegar a la presidencia.
La denuncia que se conoció este viernes contra Bolsonaro se produjo luego que el mandatario destituyera al director de la Policía Federal, Maurício Valeixo.
Según Moro, Bolsonaro extorsionó a Valeixo porque quería colocar funcionarios de su confianza para tener acceso a información confidencial de inteligencia de la Policía Federal que investigaba a sus hijos, socios del clan.
Se trata de Carlos (concejal), Eduardo(diputado) y Flavio (senador), los tres hijos del mandatario que tienen investigaciones abiertas por corrupción y divulgación de fake news (noticias falsas) entre otras acusaciones.
La Policía Federal tiene un rol importante en las investigaciones que afectan a presidentes y ministros, como se vio con el no electo Michel Temer o con el propio Bolsonaro. Es un área clave en el proceso de investigación y peritajes.
El Fiscal General señaló en su pedido de investigación que «la dimensión de los episodios narrados en la declaración de ministro del Estado revelaría la práctica de actos ilícitos, imputando al presidente de la República, que, de lo contrario, también podría denunciar que fue calumniado».
Aras sugirió al máximo tribunal de Justicia que investiguen los posibles delitos de falsedad ideológica, coerción en un proceso en curso, malversación, obstrucción de la justicia, corrupción pasiva privilegiada, denuncia calumniosa y crimen contra el honor.
El STF tiene abierta una investigación, también por pedido del Fiscal General, sobre unos actos del pasado domingo en los que adherentes al presidente pidieron un golpe militar contra las instituciones brasileñas. Bolsonaro participó de esos actos.
El falso héroe de la historia
¿Es creíble Moro en su denuncia? Yendo apenas dos años hacia atrás, Moro investigó y condenó a Lula con apoyo del poder brasileño y forjó, desde allí, una imagen sólida para muchos en el país. Luego, escuchas telefónicas y mensajes de whatsapp, confirmaron que el ahora ex juez y ex ministro era la cabeza de esa asociación mafiosa para frenar la carrera de Lula.
La jefa del Partido de los Trabajadores, la diputada Gleisi Hoffmann, rechazó la idea de que Moro es independiente en su denuncia. Él hacía el “trabajo sucio” para el gobierno y, por lo tanto, es un “falso héroe”.
“Este falso héroe contra la corrupción protegió a los corruptos de la familia Bolsonaro y jamás defendió la democracia amenazada por el jefe. Sale humillado luego de hacer el trabajo sucio”, dijo.
Sin embargo, para las clases medias y medias-bajas de Brasil, donde se encontraba el mayor apoyo a Bolsonaro cuando fueron las elecciones de octubre pasado, Moro sigue siendo un artífice de las investigaciones por corrupción.
Vale recordar que Moro fue convocado por Bolsonaro para obtener el apoyo de esas clases medias que se levantaron contra el PT.
Al momento de renunciar, este viernes, quiso conservar ese capital cuando dijo: “cuando asumí me prometieron carta blanca para actuar pero el presidente quiso interferir en el trabajo de las investigaciones de la Policía Federal”.
¿Bolsonaro gobierna?
Hacia adentro, Bolsonaro sufre la pérdida de poder a manos de la corporación militar, tan reaccionaria como él pero más desconfiada de la concentración del poder en manos del clan que forman el mandatario y sus hijos.
Esto no quiere decir –como mal de afirmó en estos días- que Bolsonaro es manejado por los militares ni por sus representantes que lo acompañan en su gabinete.
No se ven indicios concretos de que el presidente esté sometido a las decisiones castrenses pero sí es cierto que los oficiales que lo apoyan son los mismos que lo controlan.
Esto también explica que el presidente intente reforzar su alianza con espacios de derecha tan mafiosos como su propio entorno que tienen en común, además, las medidas ultraliberales de Bolsonaro y el odio a pensar en un posible regreso al poder de espacios progresistas o de izquierda.
Si esa alianza con el “centrao” se consolida, Bolsonaro tendrá chaces de zafar de un eventual impeachment (juicio político) a partir de las denuncias de Moro o de las varias investigaciones que pesan sobre el patético presidente.
El dilema «Bolsonaro sí o Bolsonaro no» es falso. La mayor certeza que ofrece este momento institucional y político de Brasil es que el poder corrupto y mafioso hará lo que sea para mantenerse en el gobierno, caiga quien caiga y ruede la cabeza que tenga que rodar.