Chile vota contra los últimos lazos de la dictadura
La Constitución pinochetista creó una élite política y supeditó el rol Estado a los intereses del poder económico.
Más de 15 de millones de chilenas y chilenos podrán decidir si desean una nueva Constitución, y los mecanismos de redacción, para reemplazar la heredada de la dictadura cívico militar de Augusto Pinochet (1973-1990).
La matriz pinochetista profundizó las desigualdades sociales, favoreció el bipartidismo, creó una élite política, supeditó el rol Estado a los intereses del poder económico e incluso enmarañó los mecanismos para la reforma de la Constitución.
El llamado al plebiscito fue la respuesta del Gobierno y la élite política a las históricas (por multitudinarias y reivindicativas) marchas que siguieron a la rebelión popular y estallido social que comenzó el 18 de octubre de 2019.
Todo huele –y los sondeos lo confirman- a que se impondrán quienes promueven la participación a favor del “apruebo” por cambiar la Carta Magna.
Claro que hay divisiones que trascienden a esta consulta, entre quienes aceptan reformas a la actual Constitución y quienes reclaman una nueva, sin atenuantes ni rastros de la dictadura de Pinochet. Estas miradas se traslucen en las propuestas presentadas por los partidos políticos que fueron parte de las protestas del último año.
Los partidos de izquierda promueven un «Acuerdo Soberano», que contempla un «compromiso por la verdad y justicia en los casos de violaciones a los derechos humanos», establecer un alza del salario mínimo, eliminar el actual sistema de pensiones y disponer el voto obligatorio desde los 16 años.
Los partidos socialdemócratas que fueron parte de la gobernabilidad de estos años también apoyan cambiar la Constitución pero se diferencian de las propuestas de la izquierda. Piden el restablecimiento de “lo público”, donde la prioridad sea el mandato y el interés de los ciudadanos.
Lejos del mundo real, el lema de la derecha, que promueve la no reforma, es más que revelador: no cambiar para cambiar. El presidente Sebastián Piñera, a pesar de no apoyar ninguna de las opciones públicamente, presentó en septiembre diez puntos que, a su juicio, debe tener una nueva Constitución: un Estado «más solidario», que respete a los derechos humanos, la igualdad ante la ley y una educación «obligatoria y financiada por un sistema gratuito, hasta la educación media».
Así entonces, millones de ciudadanos –el voto no es obligatorio- podrán acudir este domingo a las urnas para elegir si quieren mantener la actual constitución o redactar una nueva, y para incluir las reivindicaciones políticas y sociales que hace un año volcaron a las calles a cientos de miles de chilenas y chilenos.
La consulta plantea:
Primero: «¿Quiere usted una nueva Constitución?» «Apruebo» o «Rechazo».
Segundo: «¿Qué tipo de órgano debe redactar la Nueva Constitución?».
Las opciones a esta pregunta son dos: la «Convención Constitucional» (órgano elegido por voto popular, integrado por mujeres y hombres con el único objetivo de redactar el nuevo texto) o «Convención Mixta Constitucional» (órgano integrado en partes iguales entre parlamentarios actualmente en ejercicio y constituyentes electos para esta ocasión).
El proceso electoral de este domingo estará signado por los protocolos sanitarios en tiempos de pandemia, que a las medidas conocidas internacionalmente como cubrebocas, distanciamiento y uso de alcohol en gel, incluye normativa propia de la jornada: extensión del horario de votación, modificación del toque de queda para permitir el desplazamiento de la población y uso de bolígrafos personales, ya que la selección de opciones se hará marcando la boleta que se entrega a cada votante.
El final del ciclo previo al plebiscito de este domingo no podía haber sido más significativo: Carabineros reprimió la última protesta de los viernes previa al pronunciamiento sobre una nueva Constitución.
La noticia en audio (Voz: Salvatrice Sfilio)
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