¡Colombia tan inmensamente rica y tan despiadadamente pobre! – Por Maureén Maya
15 abril, 2022
category: FORO DEBATE
El informe de la OCDE pone el dedo en la llaga.
El ingenio colombiano es bien conocido a nivel mundial, pero en general poco ha sobresalido en los grandes terrenos de la ciencia, la filosofía, el arte, la música, la literatura, la arquitectura, la historia, la aeronáutica o la medicina, para mencionar sólo algunas disciplinas. La razón, en mi opinión, es la precaria educación, la enorme brecha social, la sistemática negación de derechos fundamentales, la pauperización de la conciencia y de la vida, la corrupción de los gobernantes de turno, la violencia endémica y sistemática que ha padecido en vivo y en directo un amplio sector de la nación, la banalización de nuestra tragedia y la manipulación de las mayorías sometidas por una élite mafiosa o perversa o ambas cosas. Tal vez, si el sistema educativo no fuera elitista por lo general, mediocre por lo común ni restringido históricamente, y no negara a millones de personas este derecho fundamental, sería posible interactuar de manera igualitaria con el entorno, construir pensamiento original, leer e interpretar con juicio y argumentos razonados la realidad y la historia, y desarrollar de manera casi épica nuestro potencial como pueblo y como individuos libres, que se auto reconocen y son capaces de reformular nociones heredadas y madurar talentos para ponerlos al servicio de los demás.
Nuestra riqueza no es solamente humana. Colombia tiene todos los pisos térmicos, desde páramo, frío, templado hasta cálido. Cuenta además, con selvas húmedas tropicales, desiertos, nevados, tres cordilleras, vastas llanuras, valles infinitos, playas doradas en el caribe y selváticas en el Pacífico y enigmáticos altiplanos. Toda esta maravilla está dividida en seis regiones naturales: Caribe, Orinoquía, Amazonía, Andina, Pacífico e Insular, donde se observa enorme variedad de fauna y flora, tierras fértiles, ríos serpenteantes y cristalinos, lagos, lagunas, cascadas, abundancia mineral y natural, lluvias torrenciales…. Nuestra tragedia real no son los campesinos que se arman para defender lo que les pertenece ni los pueblos indígenas que organizan sus cabildos y se declaran protectores de sus sitios sagrados y de la madre Tierra, ni las guerrillas descompuestas ni los narcoparamilitares que pican personas con motosierra y convierten los ríos en infinitas fosas comunes; no, el origen de nuestra real tragedia está en la deficiencia de un sistema politico, contradictorio y violento, que perpetúan los mandatarios de turno, quienes además nos condenan como pueblo a una demencial guerra fratricida y a una violencia endémica, en tanto naturalizan la corrupción y la desigualdad social.
El economista francés, Thomas Piketty «desafía una premisa básica del capitalismo: que la desigualdad es simplemente un subproducto desafortunado del progreso. Afirma que la desigualdad es una opción política que se basa en una ideología deficiente —el mercado proveerá— y no en el resultado inevitable de la tecnología y la globalización», indica el Fondo Económico Mundial (FEM).
Colombia hoy sigue siendo uno de los países más desiguales y más pobres de la región, aunque es uno de los más ricos del planeta.
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), organismo de cooperación internacional compuesto por 38 estados, cuyo objetivo es coordinar políticas económicas y sociales desde 1961, acaba de decir en su último informe, que Colombia tiene el nivel más alto de pobreza y desigualdad de América Latina, y que las acciones tomadas frente a la pandemia y las prestaciones sociales apenas contribuyen a paliar las desigualdades socio económicas del país.
La OCDE indica que “la corrupción reduce la eficiencia del gasto público”, profundizando así la brecha de la desigualdad socio económica.
En estas condiciones Colombia es un país inviable, un casi milagro político. Por ello, el próximo mandatario, si llega alguien comprometido con un cambio profundo y convencido del deber de llevar el país en otra dirección, tendrá un desafío muy difícil por delante,, pues las élites dominantes no querrán compartir sus privilegios ni perder el control sobre esta, su histórica hacienda.
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