Corea del Sur eligió presidente en un contexto amenazante
Ignacio Díaz – América XXI
Corea del Sur tiene nuevo presidente electo desde este martes: Moon Jae-in, miembro del Partido Democrático de Corea. El dirigente de la fuerza socialdemócrata es un abogado liberal y defensor de derechos humanos que también fue soldado de las fuerzas militares especiales del país.
Según datos preliminares, Moon obtuvo alrededor del 40% de los votos y superó por amplio margen a los otros 12 candidatos, que rápidamente reconocieron su victoria. Su triunfo se produce dos meses después de la destitución por impeachment de Park Geun-hye, que está presa y enfrenta un juicio por corrupción que podría terminar con una sentencia de cadena perpetua. En el caso también fue acusado el presidente de la compañía más importante del país: Samsung.
Hijo de refugiados norcoreanos, el nuevo primer mandatario tiene dos misiones principales: recuperar la economía y restablecer el diálogo con el gobierno de Kim Jong-un, en medio de las amenazas de guerra entre ambos países. Entre sus promesas de campaña se destacaron el anuncio de crear más empleos públicos y el llamado a repensar las relaciones estrechas que Corea del Sur mantiene con Estados Unidos.
El nuevo presidente fue jefe de gabinete de Roh Moo-hyun, que gobernó el país entre 2003 y 2008 y se suicidó al año siguiente en medio de un escándalo de corrupción familiar. Se espera que su gobierno intente retomar la política de diálogo y ayuda económica hacia Corea del Norte desarrollada en ese período, aunque esa iniciativa depende de la posición que adopte Estados Unidos.
Washington apoyó más decididamente al candidato conservador, que terminó en segunda posición, para mantener la fuerte presión contra Pyongyang. Para la Casa Blanca se trata de un país clave: es la onceava economía mundial y tiene allí 28.500 tropas, a pocos kilómetros de China y Rusia, sus principales rivales geopolíticos.
Mediante un comunicado, el gobierno norcoreano llamó a “poner fin al conflicto” entre ambos países y comenzar una “nueva era de reunificación”. Una de las iniciativas que podría iniciar Moon para recomponer las relaciones bilaterales es la reapertura del complejo industrial Kaesong -cerrado hace más de un año- donde trabajan decenas de miles de obreros de ambos países, en la zona desmilitarizada que hace de frontera.
Al margen del largo conflicto bilateral, Moon deberá hacer frente al desempleo juvenil, la corrupción estatal y la polución ambiental, entre otros temas sobre los que la sociedad exige respuestas gubernamentales.