El comunismo como horizonte posible (II) – Por Álvaro García Linera
29 mayo, 2019
category: FORO DEBATE
La siguiente serie de textos que reproduce América XXI está tomada de la Conferencia Magistral “Alternativas al Capitalismo” que tuvo lugar este mes de mayo en la Universidad de Milán-Bicocca, en el marco del posgrado Pensamiento Crítico, y fue difundida por la Vicepresidencia de Bolivia. La presentamos en cuatro partes, que serán publicadas en cuatro días consecutivos.
VER PARTE I: QUÉ ES EL COMUNISMO
Parte II – ¿Es el comunismo una idea?
Cito un texto de Marx: “Los comunistas no tienen por qué guardar encubiertas sus ideas e intenciones. Abiertamente declaran que sus objetivos solo pueden alcanzarse derrocando por la violencia todo el orden social existente”. ¿Cómo justificar la posibilidad de un futuro distinto al capitalismo a partir de una idea? Hablar de algo que no existe, pero que eventualmente podría existir, al menos tiene la virtud de despejar la explicación “extra humana” del curso histórico y dejar abierta la contingencia e incertidumbre del curso de la historia social, como hipótesis o concepto. Sin embargo, su fuerza explicativa se diluye porque es una idea con las mismas probabilidades de realización que cien o mil o un millón de ideas que se puede tener acerca de un mejor futuro de la humanidad.
A lo largo de la historia, miles de personas han imaginado o diseñado conceptualmente opciones respecto a cómo delinear un futuro distinto al prevaleciente y ninguna de esas ideas se ha realizado. Incluso ideas con apego colectivo y capacidad de producir comportamientos, como las religiones, que plantean modos de salvación, no se han realizado y lo más probable es que no se realicen nunca.
Entonces, ¿por qué la idea comunista debería tener un destino distinto a las miles de ideas, de hipótesis y propuestas no cumplidas sobre el futuro? Su probabilidad de realización tendría el mismo rango de probabilidad ínfima que las hipótesis políticas, especulativas, religiosas o espirituales que abundan sobre el futuro mejor del mundo. Es que la idea de comunismo como superación del capitalismo tiene un marco mucho mayor de probabilidad lógica de realización porque es una idea procesualmente performativa, es una idea-movimiento. No solo una idea y movimiento de irradiación, sino una idea resultante de un movimiento real objetivo, lo que sostiene su performatividad o capacidad de ir produciendo lo que enuncia.
Veamos entonces el comunismo como movimiento real. Cito a Marx: “El comunismo no es un estado que deba implantarse, una idea a la que haya que sujetar la realidad. Nosotros llamamos comunismo al movimiento real que anula y supera el estado de cosas actual”. En las pocas referencias, por lo general encriptadas, con las que Marx se refiere al comunismo, una afirmación central es que no es una idea inventada por algún reformador del mundo, sino que es una idea que expresa, que emerge, que resulta de un movimiento histórico. De hecho, en Crítica de la Economía Política, en El Capital, en las resoluciones de la Asociación Internacional de Trabajadores, etcétera, Marx insiste en que la misma realidad material del capitalismo va generando en su seno las condiciones materiales que abren la posibilidad real del comunismo como un modo de producción “que se ha formado desde lo viejo”.
El mercado mundial que interconecta la producción de todo el planeta, el intelecto general que coloca al individuo como mero supervisor del proceso de trabajo social planetario, las propias fábricas cooperativas como formas transitorias desde el modo de producción capitalista a uno basado en la asociación, etcétera, ensamblan el futuro posible con una realidad material ya existente.
Entiéndase bien, no es un futuro comunista que ya existe en el capitalismo. Es un futuro cuya realización tiene raíces, condiciones de posibilidad real en el presente y por ello es un movimiento futuro, un proceso. El comunismo es entonces un futuro posible, pero en movimiento desde el presente. No es el presente, pero sus condiciones de existencia están dentro del presente. El presente está “preñado del futuro”, entonces hay que escindir, liberar a esas condiciones de futuro. El comunismo no existe hoy, pero las condiciones materiales de su existencia están siendo producidas hoy y por tanto es un futuro en movimiento, o mejor: un movimiento hacia el futuro comunista.
La idea del comunismo, la hipótesis del comunismo, es pues muchísimo más que una idea formal o un concepto lógico. Es una idea con intencionalidad de comunismo desde el mismo momento de su enunciación, pues significa lucha, esfuerzo para liberar algo que está ya contenido, aprisionado, deformado en la realidad, a fin de que se haga futuro real.
El comunismo es pues una enunciación que permite crear una idea de futuro con una intencionalidad práctica de futuro distinto al capitalismo, al representar una intencionalidad (esa intencionalidad como existiendo, de manera aprisionada, en el propio capitalismo). Estoy utilizando a Austin y a Searle en la filosofía del lenguaje. En palabras de Austin, es una enunciación performativa cuyo objetivo es producir un cambio en la realidad actual para que la realidad futura del comunismo coincida con el contenido del acto del habla sobre el futuro comunista. En otras palabras, hablar del comunismo es una forma de irlo produciendo también. Y esta facultad de la palabra comunismo, de la idea comunista de producir cosas, eventos reales hacia el comunismo, no radica en la cualidad discursiva del futuro enunciado sino en el contenido del presente representado que pugna por volverse futuro y que hace que la idea comunista sea una fuerza para hacerse futuro.
Resumo: el comunismo es una idea performativa, pero la performatividad del comunismo no radica en la propia palabra, la performatividad radica en que expresa una realidad. Y entonces la palabra puede crear la realidad porque hay una realidad que se está desarrollando internamente y que puede coincidir con la palabra. La performatividad de las palabras, su capacidad de producir la realidad que enuncian, no es una capacidad que depende de la palabra o de la idea, sino de cómo estas palabras e ideas se inscriben en una trama de representaciones compartidas y del tipo de realidades que están habilitadas en el curso de los posibles de acción. La hipótesis comunista no sería más que un deseo piadoso o una categoría formal si no fuera precisamente porque representa un proceso real, al cual empuja, ayudando a crear la realidad que ella enuncia. El comunismo es pues una idea fuerza, es decir una idea que compromete al que la pronuncia. Y al convertirse en un sentido común socialmente compartido, ayuda a crear la realidad representada por la idea.
La idea comunista, la hipótesis comunista de futuro, no es nada sin el proceso real hacia el comunismo presente en la realidad. Solo el movimiento real la arrebata del anonimato de las miles de ideas impotentes sobre el futuro para darle consistencia y elevar la probabilidad de realización de futuro. Por eso la idea-proceso comunista nace, muere, vuelve a nacer, la vuelven a matar, vuelve a nacer, vuelve a caerse y vuelve a renacer, porque las condiciones reales de su futura existencia están presentes y seguirán presentes mientras exista el capitalismo.
De hecho, el capitalismo necesita matar permanentemente la idea comunista, evaluarla, disiparla una y otra vez para poder reproducir su propia existencia. La muerte del comunismo es pues una fuerza productiva del capitalismo, pero a la vez el movimiento real por sí mismo no deja de ser una tendencia, una potencia larvaria en estado subsumido, capaz de acompañar indefinidamente la reproducción ampliada del capitalismo. Entonces, el movimiento real del futuro comunista, para realizarse, para liberarse, requiere de la idea-fuerza, de las palabras performativas que impulsan la acción colectiva práctica. Solo la idea fuerza o la idea performativa amplían los cursos de acción posibles hacia el propio comunismo. Por todo ello la idea comunista necesita y es inseparable del movimiento real y el movimiento real solo puede realizarse y es inseparable de la idea. Si prefieren, la esperanza sólo puede realizarse si existen condiciones materiales para viabilizarla, y las condiciones materiales han de sobreponerse solo si existe la fuerza subjetiva colectiva para luchar por ellas. De ahí que podemos resumir que el comunismo es una idea-movimiento, una idea hecha movimiento real.
Dado que el comunismo no existe aún, cualquier experiencia específica es especulativa. Pero en la medida que es un movimiento real y hay experiencias fallidas previas en los últimos 40 años, hay entonces tendencias generales que se pueden precisar tanto de lo que es posible prever como de lo que ya no es posible intentar. Esta debería ser la única relación intelectual y moral con las experiencias de las revoluciones fallidas, derrotadas o inconclusas de los últimos 150 años: la comprensión de las experiencias prácticas que no conducen al comunismo y de aquellos cursos de acción que pueden ayudar a reforzar las tendencias del futuro comunista.
Mañana, la tercera parte: propiedad privada, estatal o individual-social
VER PARTE I: QUÉ ES EL COMUNISMO