Venezuela: estrepitosa caída golpista-Por Adrián Fernández
El diputado opositor Luis Parra (foto) fue designado presidente de la Asamblea Nacional y desplazó a Juan Guaidó.
Que Juan Guaidó denuncie que fue víctima de un golpe de Estado en Venezuela es lo más inverosimil que se haya escuchado en su corta vida de «líder político». Tal vez sea, además, una de sus últimas bravuconadas legitimadas por el golpismo interno y externo.
Su autoproclamación, esta vez como presidente de una Asamblea Nacional (AN) dominada por la derecha que definitivamente le dio la espalda, fue un show sólo superado por su anterior autoproclamación como Presidente de Venezuela. Sabiéndose sin los votos necesarios para ser reelecto como jefe de la AN, Guaidó esperó pacientemente que la prensa ocupara su lugar en la entrada del edificio y entonces sí, inició su función que incluyó un grotesco intento de cruzar la reja para ingresar como polizón.
Dentro del edificio, el diputado opositor Luis Parra fue designado presidente de la Asamblea Nacional (AN, parlamento) de Venezuela y desplazó a Guaidó con los votos de los legisladores chavistas (el oficialismo tiene minoría) y de legisladores opositores que no adhieren al golpismo.
La derecha extrema le atribuye al chavismo la acción política que acabó con el liderazgo de Guaidó en la Asamblea Nacional. No dice, en cambio, que se quebró el frente extremista que lo sostuvo a duras penas amparados por millones de dólares y por Estados Unidos.
Antes de la sesión de este domingo, el opositor José Brito, expulsado del partido protofascista disfrazado de progresista Primero Justicia, acusó al ahora expresidente de la AN de «abandonar la gestión parlamentaria para consolidar una estructura de poder personal con el objetivo de enriquecerse».
Brito calificó a Guaidó como un «sueño hecho pesadilla» que «hoy es la mayor decepción». Al hablar a la prensa pero como si le hablara a Guadó, sentenció: «pudiste ser el futuro, pero hoy eres y serás el pasado. Fuiste un sueño convertido en pesadilla. A partir de hoy tu tiempo terminó».
Luego, aplicó un golpe al mentón. «Rechazamos el sicariato mediático y moral con la que Juan Guaidó y su cúpula de adulantes pretenden callar a quienes disienten», puntualizó Brito.
Durante 2019, mientras Guaidó se quedaba con los fondos de las empresas estatales venezolanas en el exterior y negociaba con los paramilitares colombianos el reparto de territorio y negocios ilegales, el chavismo, siendo minoría en la AN, hizo política. Separó la paja del trigo, convocó el año pasado y por enésima vez al diálogo a partidos de la oposición y negoció con aquellos que aceptaron la invitación. Luego, en noviembre pasado, llevó esa estrategia al seno de la AN.
Mientras Guaidó denunciaba «un golpe de estado parlamentario», fue investido Parra y también Franklyn Duarte (disidente del socialcristiano Copei, también opositor al chavismo) y José Gregorio Noriega (expulsado del fascista Voluntad Popular) como primero y segundo vicepresidentes, respectivamente.
Tras la juramentación, Parra convocó para el próximo 7 de enero a la primera sesión del órgano legislativo y se comprometió a encauzar dentro de la Constitución a la AN, declarada en rebeldía por el máximo tribunal de Justicia del país. «Hoy queremos abrirle la puerta al futuro de este Parlamento», expresó.
«Este año, que hay elecciones de este Parlamento (…) queremos que el CNE (Consejo Nacional Electoral) defina cómo (serán las elecciones parlamentarias). Debemos volver a la Constitución», recalcó.
La nueva conducción de la Asamblea Nacional deberá ser la que acompañe durante este año el proceso electoral para su renovación y, por lo tanto, buscará posicionar a sus principales dirigentes, tanto chavistas como opositores, dentro del mandato de la Constitución Bolivariana.
Al menos desde la AN no habrá espacio para imponer un Gobierno llamando a militares a alzarse contra las instituciones ni rogando a Estados Unidos que invada una nación soberana.
Previsiblemente, la propaganda antichavista tenderá sus últimos manotazos continentales y pondrá a prueba a varios gobiernos de la región.
Más allá de la propaganda, lo real es que este 2020 comenzó mal para Guaidó y el golpismo que representa. No sólo no logró imponer su versión de golpista golpeado sino que, además, perdió contacto con su jefe supremo en Washington.
Este domingo quedó en evidencia algo que el mundo criterioso gritó a los cuatro vientos hace ya un tiempo: el mismo Donald Trump al que Guaidó y Lepoldo López le pidieron que invada Venezuela, hoy trata de disimular el brete en el que metió al mundo matando militares de una nación soberana.
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