Movilización de las centrales obreras argentinas
Ignacio Díaz – América XXI
Este 22 de agosto, nueve días después de las elecciones primarias nacionales, la mayor central obrera del país (CGT) y las dos vertientes de la CTA se movilizarán a la Plaza de Mayo. El objetivo es criticar la política económica del gobierno nacional y -al menos desde un sector- convocar a un paro nacional, aunque sobre esta última medida no hay acuerdo general.
“Expresamos nuestra decisión de construir lazos de unidad en el movimiento obrero para enfrentar las políticas de ajuste que pretende aplicar el Gobierno contra los trabajadores y nuestro pueblo”, plantea la declaración conjunta de las tres centrales obreras que lleva la firma de Juan Carlos Schmid (uno de los tres integrantes de la conducción de la CGT), y los líderes de las dos CTA, Hugo Yasky y Pablo Micheli.
Sin embargo, las idas y vueltas y las diferencias internas en la CGT son explícitas, por lo que la acción de este martes no será acompañada con la misma fuerza por todos los sectores de la confederación gremial. Schmid, junto con el sindicato de Camioneros y los trabajadores bancarios encabezados por Sergio Palazzo, que lidera la Corriente Federal de Trabajadores, son los que más presionan por una huelga general, que tiene el apoyo de las dos CTA. Pero los dirigentes de varios sindicatos industriales prefieren sentarse a dialogar y negociar con empresarios y el Gobierno sin tomar medidas de protesta.
Pablo Moyano, Secretario General de Camioneros, e impulsor de la movilización, pidió una CGT “combativa y en la calle”. Tendrán el acompañamiento de los movimientos sociales que organizan a trabajadores desocupados e informales, como Barrios de Pie, la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (Ctep) y la Corriente Clasista Combativa.
Será la segunda movilización gremial unitaria contra las políticas económicas del gobierno de Macri. Inicialmente había sido convocada hace más de un mes, cuando los trabajadores despedidos de la empresa Pepsico en Buenos Aires fueron desalojados y reprimidos. Ahora el cuadro es de una fuerte tensión interna dentro de la CGT, donde las especulaciones sobre una nueva fractura están a la orden del día.
“La marcha consolida a la CGT y nos permite tener una sola voz frente al atropello, porque nada bueno ocurrirá si sigue triunfando este proyecto”, declaró Schmid. Sin embargo, no todos los sectores gremiales están dispuestos a combatirlo.