Con Julio, uno siempre tenía una oportunidad para decir las cosas, buenas o malas las aceptaba, más aún, con Julio las cosas malas se convertían en buenas.

Preguntaba tan profundamente que no era factible mentirle. Corregía si sentía que había que corregir.

Estudioso de los monos, podía ejemplificar con símiles profundamente reales nuestro comportamiento.

Con Julio aprendí el concepto político de la lealtad.

Ante las imposibilidades del estado para realizar en los tiempos soñados sus proyectos e ideas. Siempre dijo: » todo es factible, quizá el problema soy yo». También repetía con frecuencia y sucedió. «Primero renuncio yo, que hacer quedar mal a Chávez». «con Chávez todo, sin Chávez nada».

Nunca Julio intentó hacer méritos propios, lo vi, lo viví.

Como revolucionario, soldado y combatiente, fue revolucionario, soldado y combatiente.

Como hombre de estado, nos ratificó a muchos militantes de izquierda que el poder reside en el pueblo.

Pocos hombres han estado tan cerca de los movimientos sociales en nuestro país como lo estuvo Julio Montes. Pocos hombres han creído tanto en la quehacer de los pobres como lo creyó nuestro pana.

«Me voy a reunir con Chávez, Nombren a uno, Y vamos». Lo llevaba.

«Ese problema es con tal ministro, ya lo llamo» y lo llamaba. Y llevaba a la gente a verlo. A dialogar, a resolver.

Julio nunca tuvo problemas con darle poder al pueblo.

Parece una Oda o Julio Montes, pero es una Oda a quienes como él han sabido enseñarnos el camino de la revolución.

Muchos, y de verdad, somos muchos querido Julio los que pensamos que serías una especie de clave para los días por venir y el futuro de nuestra patria.

Te vas antes de tiempo, buscaremos tus huellas.

Difícil será el legado, pero escarbando se encuentra.

Una vez me dijiste:

El mejor ingeniero, no es el que hace el puente más arrecho, (el de acero, de concreto, o metal), el mejor ingeniero es el que hace el puente necesario.

Hasta siempre camarada, amigo, comandante.

Hasta siempre gran ingeniero.