Ocupación de Palestina: 50 años de la Guerra de los Seis Días
Foto: Nasser Nawajah
El 5 de junio de 1967 comenzó un breve pero transcendental conflicto bélico entre Israel y una coalición de países árabes formada por Egipto, Siria y Jordania. En apenas seis días, Israel derrotó militarmente a estos tres países vecinos y ocupó los territorios palestinos de Jerusalén Este, Cisjordania y Gaza; los Altos del Golán en Siria y el Sinaí egipcio.
Medio siglo después del inicio de esa guerra, el diario estadounidense The New York Times confirmó que Israel tenía preparada una operación denominada Juicio Final, que preveía la explosión de una bomba atómica en un pico de las montañas de la península de Sinaí.
La guerra de 1967 comenzó precisamente con un ataque sorpresa de Israel en el Sinaí egipcio, país que por entonces gobernaba Gamal Abdel Nasser, impulsor del panarabismo y blanco fundamental de la Otan. Los cazas israelíes destruyeron en poco tiempo la aviación de combate de Egipto, Siria, Irak y Jordania. Tras ese conflicto armado, la lucha palestina por la independencia y el reconocimiento de sus territorios quedó prácticamente aislada del resto de los estados árabes, que con pocas excepciones fueron estrechando lazos con Israel.
En 1973 Egipto y Siria intentaron sin éxito recuperar los territorios tomados por Israel, que alteraron definitivamente el mapa de medio oriente hace 50 años. Recién en 1982 Israel le devolvió a Egipto el territorio del Sinaí, pero retuvo los Altos del Golán de Siria y mantuvo la ocupación y el control de la mayor parte de los territorios palestinos.
Hace pocos días, el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, calificó a la Guerra de los Seis Días como “una de las mayores victorias de Israel”, en respuesta a una masiva movilización de israelíes en Tel Aviv convocada para condenar la ocupación de Palestina.
Después de 50 años, 5 millones de palestinos sufren todavía la ocupación israelí y cerca de 5 millones se encuentran en campos de refugiados organizados por la ONU.
Desde 1967, Israel avanzó en la colonización de Palestina y estableció alrededor de 600 mil personas en nuevos asentamientos ilegales en Cisjordania y Jerusalén Este, con el fin de imposibilitar el establecimiento de un Estado palestino independiente.