Reunión cumbre en Buenos Aires – Por Néstor Restivo
21 octubre, 2018
category: FORO DEBATE
En lo que sería su tercer viaje a la Argentina –el segundo como jefe de Estado–, se espera que el líder chino Xi Jinping se reúna con el primer mandatario anfitrión, Mauricio Macri, y con otros conductores de los países del Grupo de los 20. Entre ellos se espera a Donald Trump de Estados Unidos, cuando ya se sepa si en las elecciones de medio término salió fortalecido o herido. Cuando se ven, Xi y Trump parecen amigos. Pero entre ellos hay un juego muy peligroso.
Xi visitó Argentina cuando gobernaba la provincia de Fujian, y como presidente lo hizo en 2014 para fortalecer con Cristina F. de Kirchner la asociación estratégica integral. Esa vez conoció a Macri, que era jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Volvió a verlo, ya como primer mandatario, en las cumbres de Washington o Johannesburgo. Y también, cuando Macri visitó Hangzhou en 2016 por el G20 y Beijing en 2017 para refrendar acuerdos y asistir a un Foro sobre la Nueva Ruta de la Seda. Pero esta vez hay un clima especial.
Nadie ignora que la relación chinoargentina se ralentizó, que la postura de Buenos Aires es zigzagueante con los pactos en marcha (las represas del Sur, la central atómica) y que la era Trump abrió una nueva fase no sólo en la disputa global Estados Unidos-China (la “guerra comercial” es un emergente de otras contradicciones), sino también en cuanto al rol de cada quien en América Latina, que si bien no es la primera área prioritaria de la política exterior china, tampoco es tierra que la dirigencia del país asiático desatienda.
Xi hizo varias giras por el Cono Sur y el Caribe, más que ningún antecesor. En 2013 visitó México, Costa Rica y Trinidad y Tobago, además de Estados Unidos, para reunirse con el presidente Barack Obama (volvería a hacerlo luego con Trump); en 2014 vino a Argentina, Brasil, Cuba y Venezuela.
Y en 2016 fue a Ecuador y Chile. No pareciera, así, que China fuera a desandar el tremendo nivel de inversiones, relación financiera ni volumen de comercio al que condujo, hace ya varios años, la decisión de los estrategas orientales de trabajar una agenda omnidireccional al sur del Río Bravo, esa riquísima pieza geopolítica y de negocios del planeta que Estados Unidos juzgó siempre como su “patio trasero”. Tal interés choca con el que representan varios altos funcionarios de Trump (vicepresidente, ministro de Defensa, jefe del Comando Sur y otros) que han venido a patrullar el área.
Se espera que Xi vuelva ahora a la Argentina para la cumbre del G-20, un gran desafío para el gobierno de Macri sobre el cual, en la anterior edición de Dang Dai, hubo notas del sherpa argentino Pedro Villagra Delgado, el ex canciller Jorge Taiana y otros expertos. Vendrán 35 líderes (los 20 –entre ellos se espera a jugadores de la talla de Trump, Vladimir Putin o Angela Merkel– más los de la Unión Europea e invitados especiales) y habrá también marchas paralelas y críticas al curso de la gobernanza y la globalización actuales, aunque el gobierno argentino confía en que la infraestructura y el vallado de Costa Salguero serán suficientemente seguros como para garantizar éxito, al menos la foto de rigor.
Argentina propuso para este G-20 tres ejes temáticos: infraestructura, seguridad alimentaria y futuro del trabajo. Y los tres se asocian con la realidad de China: el primero, a su mega proyecto Nueva Ruta de la Seda o La Franja y la Ruta (OBOR o BRI por su siglas en inglés); el segundo, a la demanda china de alimentos, la mayor oferta –casi la única– que puede hacerle Argentina no sólo a China sino a Asia y al mundo en general; y la tercera, al proceso de innovación chino, notable, en materia de nuevas tecnologías. Pero está claro que las discusiones más candentes de este turbulento e incierto 2018 pasan por otro lado, y la guerra comercial está en el medio de la escena, con todas sus estribaciones. El unilateralismo, el proteccionismo o, en otro plano –pero también como consecuencia de un (des)orden global–, la crisis de las migraciones y los refugiados, han generado tensiones y anuncian fuertes debates.
Esa enrarecida atmósfera a la que contribuye la política de Trump no sólo hacia China, así como el realineamiento argentino a Washington y al FMI, ¿contaminarán el arco de posibilidades y el diálogo que compartirán Mauricio Macri y Xi Jinping?
(*) Néstor Restivo es Director Periodístico de Dang Dai. El presente artículo está publicado en el número impreso de Dang Dai, N° 23, primavera de 2018.