Viaje por el Eje del Mal – Animándose a Irán, Parte II
Dos colaboradores de América XXI recorren Irán en pleno recrudecimiento de las provocaciones de Estados Unidos con amenazas militares y bloqueos económicos.
El fotoreportero Matías Quirno Costa y el profesor de Ciencias de la Educación Claudio D’Innocenzo llegan a Teherán para describir en primera persona la vida cotidiana de esta nación islámica con más de 80 millones de habitantes.
Pueblos, ciudades y desiertos retratados en textos, fotografías y videos que ambos profesionales argentinos deciden compartir con los lectores de América XXI.
El aeropuerto de Teherán desde donde parten los vuelos de cabotaje está más cerca del hotel, algo así como sucede por ejemplo en Buenos Aires donde Aeroparque está muy cerca del centro de la ciudad. En el pre embarque pasamos, como antes, varones por un lado y mujeres por otro. En la espera, una empleada de la aerolínea nos muestra cómo conectarnos a internet gratuito por una hora. Veo pasar gente hablando por celular, el personal de limpieza, personal que atiende detrás de los mostradores… y entre ellos, nosotros que esperamos para embarcar.
Al subir al avión observo a la azafata porque me llama la atención. La continuidad del viaje me depararía sorpresas. El vuelo me trajo una experiencia nueva: el avión cuenta con una cámara frontal y las imágenes que toma se proyectan en las pantallas como si estuviéramos en la cabina. Una vez en el aire, las imágenes cambian por otras características de Irán acompañadas por una canción que parece un himno nos despide. Kermán nos espera.
La ciudad de Kermán es la capital de la provincia del mismo nombre. está ubicada en el sudeste del país, más cerca del estratégico Golfo Pérsico y, más cerca aún del Golfo de Omán. Es la tercera provincia más extensa del país donde viven alrededor de dos millones de habitantes.
Los bulevares de la capital muestran árboles, flores coloridas y jazmines. Igual que en Teherán, las calles nos muestran también murales hechos de pequeños mosaicos con rostros de quienes, cuentan, son “mártires de la guerra Irán-Irak” (1980-1988)
El Bazar Vakil es visita obligada, dentro del Complejo Ganjali Khan. Como el mercado de Teherán pero potenciado. Los comercios de especias se multiplican, los aromas nos envuelven, inundan nuestros sentidos, no es sólo el olfato que se enciende al cerrar los ojos, también los colores generan sensaciones en el ambiente y junto a las alfombras y tapetes que cuelgan de las paredes, hacen volar la imaginación.
Mientras, siguen asomando locales con productos de todo tipo dentro de unas galerías interminables que van, de a poco, trasladándonos hacia atrás en el tiempo. Decidimos detenemos en la plaza central del complejo. Amplia, luminosa, enmarcada por galerías, ofrece al fondo una construcción que entendemos era una mezquita. Como todas, con una fuente al centro y puertas.
Bajando dos o tres escalones, una pared me ofrece un letrero. La inscripción, inentendible en farsí, se nos revela debajo, en inglés, “Bath”. Elijo ir por el corredor de la izquierda y se abre ante mis ojos un espacio de baños públicos y una piscina central cuyas paredes se encuentran recorridas con una especie de escalón a la mitad, generando un espacio para sentarse y disfrutar el agua. Alrededor hay espacios como si fuesen enormes nichos. Allí, figuras de cera me cuentan sus historias, hombres lavando a otros o sentados sobre el suelo simplemente… hacia los costados se abren nuevos y pequeños pasillos que dan lugar a más baños públicos, con la sensación de estar dentro de esa gran mamushka construida dentro de otra y otra más.
Hacia un costado una escalera descendente lleva al lugar donde se realizaba el aseo previo al uso de estos baños. Allí sí, finalmente, termina el recorrido. Suspiro aliviado. Sólo me queda volver… creía yo.
Salimos y atravesamos otro arco y llegamos a otra plaza. La distribución es similar a la anterior, con fuentes a lo largo en la parte central, canteros con flores de diferentes colores y más puertas y arcos que invitan a ser atravesados. Al fondo, un gran arco cubriendo una explanada como si fuese un escenario y unas escaleras oscuras que me invitan a subir. Al final de la escalera, un corredor a la derecha desemboca en un patio luminoso donde aparecen nuevas puertas y otro corredor. Un hombre se encuentra barriendo y dudo si las puertas con candado son viviendas. No me animo al nuevo corredor y bajo las escaleras, asombrado. Vuelvo a la plaza, decido atravesar un nuevo arco y se abre otra plaza similar. Otra vez me siento dentro de este juego de mamushkas rusas que me cubre y ríe ante mi incredulidad, donde se abren una plaza dentro de otra y de otra y de otra… todas similares, todas con algo para mostrarme. Trato de entender la lógica de estas formas de construcción de espacios, me siento perdido pero a la vez fascinado.
Salimos de la mamushka, lentamente la oscuridad nos fue envolviendo. Se nos acercan unas mujeres iraníes. Una de ellas nos pide sacarse una foto con nosotros. Asombrados, posamos junto a ellas. Entre risas, se despiden y se alejan, mientras nos miramos sorprendidos.
Gentileza para América XXI: Textos: Claudio D’Innocenzo; Fotos: Matías Quirno Costa
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