Corea del Sur mira al norte y tranquiliza a Washington
26 febrero, 2018
category: EDICIONES IMPRESAS
Corea del Sur intentó poner paños fríos en su distanciamiento con Washington cuando el 20 de febrero adelantó que realizará los ejercicios militares con Estados Unidos que quedaron pendientes antes de los Juegos de Invierno. El proceso de acercamiento con Corea del Norte durante la realización de las competencias rompió la hoja de ruta que pretendía Donald Trump y desorientó la estrategia del Departamento de Estado.
Ese mismo día el Ministerio de Defensa surcoreano aseguró en un informe parlamentario que llevará a cabo las maniobras militares anuales una vez concluyan los Juegos de Pyeongchang, el 18 de marzo. Pese a que no se confirmaron fechas, fue la primera vez que Seúl habló de esta posibilidad tras la histórica visita de una delegación norcoreana encabezada por Kim Yo-jong, hermana del presidente Kim Jong-un.
El intercambio de voluntades entre las dos Coreas, simbolizado en el desfile con una única bandera en los Juegos de Invierno, fue respondida con una invitación de Corea del Norte para que el presidente surcoreano, Moon Jae-in, participe en Pyongyang en la primera cumbre intercoreana de líderes en más de 10 años.
De manera paralela Moon supo poner paños a las presiones de Washington y su aliado Japón, convencido de que el acercamiento con el Norte es el mejor camino para disuadir a Kim que congele su carrera nuclear y misilística. A comienzos de febrero rechazó en duros términos el pedido del primer ministro japonés, Shinzo Abe, para que retome rápidamente los ejercicios militares y lo calificó como una violación de la soberanía nacional.
La inauguración de los Juegos de Pyeongchang, ciudad surcoreana ubicada a 80 kilómetros de la frontera, y la visita de una delegación diplomática de alto nivel encabezada por el jefe del Parlamento, Kim Yong Nam, y la hermana menor del Presidente, fue una imagen de las dos Coreas que nunca firmaron el fin de la guerra que los enfrentó en la década de 1950.
La contracara del acercamiento histórico la protagonizó el vicepresidente estadounidense, Mike Pence, cuando anunció antes de los Juegos que su país impondrá sanciones más agresivas contra Corea del Norte, en momentos en que los dos países avanzaban en su acercamiento.
El dirigente ultraderechista afirmó que su país no permitirá que “la propaganda norcoreana secuestre el mensaje y la imagen de los Juegos Olímpicos de Pyeongchang”. Como quedó demostrado, Norcorea no impuso otro mensaje que el de acercamiento con su vecino.