Hay fundadas razones para ser revolucionarios socialistas en el siglo XXI – Julio A. Louis
20 enero, 2019
category: FORO DEBATE
Prólogo del libro del autor “China: pasado, presente y ¿futuro?”
El materialismo dialéctico emplea una metodología inductiva-deductiva, es decir que todo análisis debe atender lo particular y lo general, e ir constantemente, de lo particular a lo general y viceversa. Sin analizar la aldea es impensable saber lo que en ella sucede, pero para comprender el estado general de la humanidad hay que estudiar todas las aldeas, y con el conocimiento adquirido, se debe volver analizar más profundamente aquella aldea. Para ver el curso de la humanidad, China hoy es un actor primordial.
A nivel general (mundial) la contradicción básica de la humanidad está dada por la actualización de la opción planteada por Rosa Luxemburgo hace un siglo, la de “socialismo o barbarie”. Hoy, de modo más drástico es “socialismo o extinción”, extinción no sólo de la humanidad sino del planeta. Éste tiene su vida cuestionada, porque se aúnan para su destrucción el espíritu de lucro capitalista y el consumismo estimulado por el sistema, con un desarrollo de las fuerzas productivas (y también destructivas) basadas en el avance acelerado de la ciencia y la tecnología. Por otra parte, la disparidad militar favorable a la potencia dominante (Estados Unidos) agrava el panorama, porque para zafar de la crisis que golpea al corazón del sistema, se acrecienta su necesidad de la guerra, ya que sin ella se le escurre el poder económico y el político. Por eso, debemos apostar a la multipolaridad de potencias, fortaleciendo el derecho a la autodeterminación de los pueblos.
¿No es lírico proponer el socialismo como alternativa a la extinción? No lo es en una perspectiva de transición hacia una construcción que no será plena de inmediato. Respecto a la crisis actual, hasta los defensores del capitalismo -salvo escasos optimistas que la consideran casi superada- concuerdan en que no se ha salido de ella, y muchos estiman que se agrava, por lo que provocará -afirma Samir Amín- “gigantescos acontecimientos mundiales”(1), bases de sustentación de profundas revoluciones. De allí que, contra neoliberales y posmodernos, hay fundadas razones para ser revolucionarios socialistas en el siglo XXI.
Se trata de apuntar a otra mundialización. “El capitalismo es un sistema mundial y la ofensiva del capitalismo salvaje también lo es. Por lo tanto, también debe serlo la solución del problema. Como el socialismo mundial -la única respuesta humana al desafío- no es para mañana, resulta esencial actuar desde hoy mismo en un sentido que favorezca una evolución favorable a largo plazo, saber insertarse en los márgenes de acción posibles -por tenues que sean- a fin de reforzar las capacidades de elección para el porvenir. Esas posibilidades son sin duda diferentes de un país a otro, pero se inscriben en una misma perspectiva, porque las políticas del capital son en definitiva las mismas en el norte y en el sur, provocan en todas partes el desempleo, la pobreza y la exclusión, aún cuando le herencia histórica y la posición ocupada en la jerarquía mundial otorgan dimensiones más o menos dramáticas a la catástrofe social. Existe pues una base objetiva sobre la cual puede y debe erigirse el internacionalismo de los pueblos, frente al del capital(2)”.
Respecto a las premisas necesarias para el socialismo, parecen imprescindibles para avanzar las siguientes, simultáneas e interrelacionadas: desarrollar las fuerzas productivas en pos de alcanzar a las economías capitalistas principales, conservando la soberanía, limitada, por ejemplo por los Tratados de Libre Comercio; construir bloques supranacionales, en relación a los actuales Estados nacionales, que potencien la construcción desde lo económico a lo militar; incentivar las formas de propiedad social, esto es, las que favorecen y fomentan la planificación, tales como cooperativas, empresas auto gestionadas, micro y pequeñas y aún medianas empresas y fortalecer la propiedad estatal de las áreas estratégicas; educar para avanzar y hacer viable la hegemonía (el poder de convicción) de los trabajadores y sus aliados; promover Estados democráticos de nuevo tipo, en manos de las clases populares. Son estos principios básicos, que cada país podría instrumentar acorde a sus características y tradición histórica. China no es excepción.
Los trabajadores y explotados del mundo y de cada nación, no están aún en condiciones de vencer. A no desesperarse, a ser conscientes de las limitaciones.
(1) Samir Amín (1931-2018). “El eurocentrismo, crítica de una ideología”. Editorial Siglo XXI (1989).
2) Samir Amín. “El desafío de la mundialización”. “Brecha”. 17 de agosto de 2018.