Dos colaboradores de América XXI recorren Irán en pleno recrudecimiento de las provocaciones de Estados Unidos con amenazas militares y bloqueos económicos.

El fotoreportero Matías Quirno Costa y el profesor de Ciencias de la Educación Claudio D’Innocenzo llegan a Teherán para describir en primera persona la vida cotidiana de esta nación islámica con más de 80 millones de habitantes.

Pueblos, ciudades, desiertos, retratados en textos, fotografías y videos que ambos profesionales argentinos deciden compartir con los seguidores de América XXI.

Al Desierto de Lut  

El camino nos lleva por Golfam, un pequeño pueblo, y Shadad, la última ciudad antes del desierto. Cruzamos un avión detenido al costado del camino y, sin comprender muy bien su historia, supimos que hay una pista de tierra en la zona. Pasamos a su lado como si fuese un automóvil detenido, luego tomamos una curva y lo dejamos atrás.

Pasaremos la noche en carpa al borde del Desierto de Lut, el más caluroso del mundo. Según un estudio de la NASA, en verano la temperatura llega los 70ºC. Imaginaba el hospedaje como en las películas, una pequeña carpa, mucha arena y una letrina un poco alejada, quizás.

Llegamos al Ecocamp cuando se estaba haciendo de noche y nuevamente la realidad me golpea como una bofetada. Las carpas semejan pequeños departamentos, cocina, baño, aire acondicionado, wifi, televisor (están pasando un partido del Barcelona en la recepción). De las carpas tradicionales sólo encuentro las paredes de lona y el cierre para entrar y salir.  El terreno no es arenoso, sino arcilla y pequeñas piedras.

El sitio está pensado para el turismo, preparado con todas las comodidades. Luego de acomodarnos en las habitaciones, vamos a cenar a la carpa comedor.

El predio está completamente cubierto por palmeras, con riego y pequeños caminos que unen todas las instalaciones. Al terminar la cena me recuesto en la hamaca que cuelga entre dos palmeras mientras la luna me acompaña en el silencio de la noche y me dejo llevar… Como hasta ahora, poca gente disfrutando de estos lugares.

Caminos entre kalut

Muy temprano desayunamos para ver el sol en el amanecer del desierto, en el que nos adentramos tras un corto trayecto. Arcilloso básicamente, avanzamos entre los kalut, que significa punto alto del desierto de Lut. Son  formaciones geológicas arcillosas como cerros con pequeños valles entre ellos en los que se va acumulando la arena. El sol se levanta sobre el horizonte iluminando los cielos mezclados con algunas nubes, mientras las sombras juegan con nosotros en cada movimiento. El silencio, sublime, permite contemplar tamaña belleza desnuda. Se me generó un oxímoron al dejarme llevar  por los sentidos pero a la vez que encerrarme dentro de mí mismo…

Alejado del resto bajé del otro lado del kalut al que habíamos subido como punto de mejor panorámica y quedé  absolutamente solo con el desierto, el sol, las sombras y mi interior a flor de piel con esa naturaleza hostil que generosamente se abría ante mí,  abrazándome amorosamente pero a su vez engulléndome como si fuera un insecto en la boca de un lagarto.

Tomamos un té alrededor de la camioneta y nos disponemos a seguir el recorrido por valles arenosos. Bajamos a perdernos ahora sí entre la arena, como lo imaginaba desde que supe que veníamos. La magia se fue apoderando de mí, pero esta vez me llevó al antiguo Imperio Persa.

Mientras camino por la arena y mis pies se hunden suavemente en ella, el sol en el rostro y el viento desalineando aún más el cabello, voy imaginando una batalla de la antigüedad donde soy el General que prepara su estrategia. En el centro del valle, la mitad de mi ejército espera al invasor… escondidos detrás de un kalut, los arqueros y más abajo, el resto de mis soldados. Se inicia la batalla, los invasores se vienen encima envalentonados por la superioridad numérica que creen tener. En pocos momentos, retrocedemos las fuerzas del valle como muestra de derrota, cediendo el terreno entre los kalut. Cuando avanzan los invasores, hundiéndose levemente en la arena, surgen a la vez, por encima, los arqueros, por detrás, rodeándolos, el resto del ejército que estaba escondido y los que parecían huir, se plantan a luchar, en una encerrona perfecta. Triunfo total.  Vuelvo a la realidad, de héroe de batalla victorioso paso a ser blanco de  burlas y  risas… Los viajes en el tiempo siguen siendo incomprendidos.

Paseo final por Lut

El chofer se luce con maniobras preparadas de manejo tipo montaña rusa, patinando en la arena esquiva bajo las ruedas, amagando volcar de costado una y otra vez, yendo de un kalut al otro a través del valle arenoso en el que nos movemos. Disfrutamos ese momento como chiquillos; gritos y risas nerviosas nos delatan. A media mañana estábamos de vuelta en las carpas preparando todo para volver.

En la conversación de regreso a Kermán nos enteramos que desde el gobierno se otorgan préstamos para el inicio de actividades productivas o de servicios, como el Ecocamp según me pareció entender. En caso de poseer tierras, para ponerlas en producción. Esos préstamos se comienzan a pagar recién cuando se pone en marcha la actividad.

Mehra nos acompaña a la terminal, al ómnibus que nos trasladará a nuestro destino. Pero todo está escrito en farsí, inentendible siquiera el nombre de la empresa a la que nos teníamos que dirigir. Me sentí analfabeto total, impactado por carteles, algunos luminosos cuyos colores y movimientos no me transmitían ningún significado, me mareaban, todos parecidos, todos distintos, todos imposibles… Pensé en aquéllos que en su misma tierra se encuentran en esta situación todas las veces por la injusticia de no haber podido acceder a alfabetizarse… Por suerte, teníamos quien nos guiara. Y así subimos a nuestro nuevo transporte que nos llevaría por nuevos caminos dentro de Irán.

Gentileza para América XXI: Textos: Claudio D’Innocenzo; Fotos: Matías Quirno Costa

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