El presidente de Bolivia, Evo Morales, denunció este miércoles en rueda de prensa desde México que al menos 30 personas murieron víctimas de la represión a las protestas tras el golpe de Estado que lo derrocó el pasado 10 de noviembre.

“En Bolivia están matando a mis hermanos y hermanas. Desde el lunes hasta el día de hoy existen 30 muertos de bala, más de 1.000 detenidos injustamente», señaló.

«Esto solo recuerda a las dictaduras militares el último de golpe con García Mesa. Esta masacre es parte de un genocidio que ocurre en nuestra querida Bolivia”, dijo Morales en México, país que le concedió asilo político.

“He visto las imágenes de helicópteros disparando contra el pueblo que se moviliza pacíficamente en defensa de la democracia”, agregó.

Denunció además que “del racismo pasaron el fascismo, quemaron casas de dirigentes, instituciones del Estado y más; todo esto a raíz de que ganamos las elecciones”.

El derrocado presidente, obligado a renunciar tras la ofensida de la extrema derecha con ayuda policial y militar, pidió a la Organización de Naciones Unidas (ONU) denunciar y frenar «esta masacre de hermanos indígenas que piden paz, democracia y respeto a la vida en las calles».

“Nos duele lo que pasa en nuestro país porque levantamos Bolivia con mucho esfuerzo de los movimientos sociales y ahora lo destrozan sin respetar las elecciones”, sostuvo.

Morales volvió a ofrecer a la comunidad internacional y al Papa Francisco que se constituya una Comisión de la Verdad que permita aclarar lo sucedido en las pasadas elecciones presidenciales del 20 de octubre.

El fascismo con ayuda de la OEA utilizó para dar el golpe el argumento de fraude en las elecciones, algo que nunca se mostró en números y que fue desmentido por informes internacionales.

También pidió «que algunas organizaciones se sumen para demostrar cómo la OEA (Organización de Estados Americanos) se sumó a este golpe de Estado».

Señaló además que «desde el norte nos informan que Estados Unidos no quiere que vuelva a Bolivia. Decisiones políticas internas y externas no quieren que vuelva a Bolivia».