¿Acaso Biden extraña la guerra que él mismo inició junto a Obama?
27 febrero, 2021
category: FORO DEBATE
Por Adrián Fernández
Con su ataque del jueves a Siria, bajo el argumento de disciplinar a las milicias iraníes que ayudan al Gobierno sirio, el nuevo presidente de Estados Unidos, Joseph Biden, intenta torcer la relación de fuerzas que, en los últimos años, significó una dura derrota del imperio y un claro triunfo militar de la alianza ruso-sirio-iraní.
Los demócratas iniciaron la guerra en Siria (2011) y ellos quisieron ganarla. Barack Obama, su vicepresidente Joseph Biden y su canciller Hilary Clinton pidieron en varias oportunidades la cabeza del presidente Bachar al Asad para terminar la guerra y controlar el territorio.
Pero para cuando acabó el Gobierno de Obama-Biden, en 2017, por cierto mucho antes que el sirio, que sigue gobernando la república árabe, la caída de la estrategia imperialista era un hecho. Fue Trump quien asumió el sinsabor.
Raro mérito el de Obama-Biden que, al dejar el gobierno, evitaron cargar sobre sus espaldas el impacto de una nueva derrota imperialista, en este caso iniciada por ellos mismos.
Para cuando asumió el republicano Donald Trump (enero de 2017), Rusia, que había entrado en la guerra dos años antes, estaba firme en su afán de expulsar a los invasores del territorio sirio.
En ese entonces, los invasores eran tanto a los terroristas del Estado Islámico como a los mercenarios apoyados por Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, Canadá, Australia, Israel, Turquía y la llamada coalición internacional.
Trump admitió que la relación de fuerzas era inmodificable. Se lo hizo ver Vladimir Putin en una cumbre del G-20 en Hamburgo, en julio de 2017.
A partir de Hamburgo, Washington quitó el apoyo a los grupos que, desde el sur intentaban llegar a Damasco para descabezar al Gobierno de al-Asad.
Aquella retirada no se efectivizó a nivel comandancia ya que Estados Unidos siguió conduciendo la coalición internacional, pero el imperio no pudo dar pasos sin que Rusia lo supiera.
La decisión de Trump incluyó el fin del apoyo a las milicias kurdas del norte de siria, a quienes dejó libradas a la persecución de los militares de Turquía, que las considera «terroristas».
Obama y Biden hicieron la guerra que luego perdieron
Para cuando dejaron el Gobierno, Obama y Biden habían provocado con su guerra al menos 400 mil muertos, según los datos de la ONU, cerca de dos millones de heridos, cinco millones de refugiados y más del 50% de la infraestructura del país destruida.
Otro dato objetivo es que, para finales de 2017, dos años después de la llegada de los rusos, las fuerzas armadas sirias ya habían logrado la liberación del 85% del territorio que dominaban hasta entonces los grupos armados ilegales.
La CIA abandonó a sus mercenarios en el territorio sirio y los empujó a negociar con Rusia mientras las tropas de Al Assad avanzaban e Irán ampliaba su apoyo.
Fue el 4 de abril de 2018 cuando Trump anunció que instruyó a su cúpula militar para planificar la inminente salida de Siria de las tropas desplegadas en esta república árabe.
Ese mismo día, los presidentes de Rusia, Irán y Turquía se reunieron en Ankara para reforzar su alianza estratégica para acabar con la guerra.
Previsiblemente, los militares estadounidenses nunca abandonaron su objetivo. Pero desde entonces y hasta ahora, con diferentes tonos de respuesta, Rusia avisa que responderá con una guerra si Estados Unidos decide un ataque masivo a Siria.
Y cada ataque israelí o estadounidense en territorio sirio fue y es respondido con un mayor despliegue militar ruso y con la incorporación de tecnología superior en defensa antiaérea.
Los máximos líderes demócratas jamás le perdonaron al gobierno neofascista de Trump el acuerdo con Putin en Hamburgo, reafirmado a fines de 2017 en la cumbre de la APEC en Danang (Vietnam).
La devastadora guerra imperialista no acabó con la retirada de Trump, pero permitió la casi total desaparición del Estado Islámico, la liberación de amplios territorios, la pacificación de grandes regiones, el control de campos e industrias del petróleo y la reconstrucción de muchas ciudades.
Damasco y sus alrededores, y ciudades estratégicas como Homs, Idlib, Alepo y otras, comenzaron a emerger de entre los escombros. Pese a esto, hace 10 años que Siria no conoce la paz.
La historia de la guerra en Siria es compleja. Pero hay datos objetivos de la geopolítica de Medio Oriente que, hoy lo confirmamos, son irrefutables:
1- La guerra la iniciaron los demócratas Obama, Biden y Hillary Clinton.
2- Tras el fracaso de Estados Unidos en Irak, Obama reemplazó la tradicional invasión masiva de soldados por grupos de élite que comandaban en el terreno a mercenarios entrenados por la CIA en países vecinos.
3- Estados Unidos y sus aliados, tanto en Irak como la de Siria, fomentaron, apoyaron y/o utilizaron al Estado Islámico para desmembrar el territorio, sembrar de sangre a su pueblo y debilitar a los gobiernos.
4- La intervención rusa iniciada en septiembre de 2015, la ayuda de combatientes libaneses de Hezbolah y el fortalecimiento de milicias apoyadas por Irán, comenzó a cambiar la matriz de la guerra.
5- La alianza Rusia-Irán-Siria provocó el retroceso ininterrumpido de la organización terrorista Daesh (Estado Islámico).
6- La misma alianza y las investigaciones posteriores expusieron los vínculos de la Otan con el yihadismo y permitió la recuperación de grandes territorios por parte de las fuerzas armadas sirias.
7- Esto explica que Irán haya sido y sea un objetivo principal para la estrategia geopolítica de Estados Unidos e Israel en Medio Oriente que más temprano que tarde, reavivan el fuego de la guerra.
8- En esa constante se inscribe el asesinato del general iraní Qasem Soleimani durante un bombardeo de Estados Unidos en territorio de Irak en enero de 2020.
9- Los ataques de milicias iraníes contra posiciones estadounidenses en Irak, que hoy son el argumento de Biden para atacar Siria, son parte de los objetivos buscados con aquel asesinato de Soleimani.
10- Junto al éxito militar, el gobierno ruso colocó los cimientos del diálogo sirio tras los acuerdos con Irán y Turquía, mientras Estados Unidos, Israel y sus aliados, intentan prolongar la guerra.
América XXI, primero desde sus ediciones impresas y luego desde su versión web, ofrece un detallado seguimiento de cómo fueron cambiando las relaciones de fuerza y por qué Rusia e Irán fueron determinantes para acompañar al valeroso ejército sirio en la reconquista. El buscador de americaxxi.com es ampliamente generoso para tal fin.
La mal llamada «primavera árabe», que desde 2010 generó un proceso de guerras, inestabilidad, destrucción y expulsión de millones de personas, fue un intento de los demócratas estadounidenses y de Israel por controlar países estratégicos en Medio Oriente, donde Libia y Siria son los ejemplos más dolorosos.
Para que quede claro, el fracaso de Estados Unidos en Siria fue un impacto a la estrategia de dominación diseñada por Barak Obama, Joseph Biden, Hillary Clinton y su comando militar. Pero la guerra imperialista nunca acabó.
Fotos: Matías Quirno Costa