Otro continente y un nuevo océano en un planeta herido
09 agosto, 2021
category: DOCUMENTOS, NOTICIAS
Otro continente y un nuevo océano en un planeta herido
Por Jorge Zárate
La informática dio un fuerte impulso a los laboratorios científicos que cada vez con mayor velocidad van aportando datos sorprendentes de la tierra y sus especies. La hipótesis de la existencia de Zealandia, un continente sumergido bajo Nueva Zelanda sorprendió en estos días. También el bautismo del Oceáno Austral por parte de la National Geographic, asumido por tres países en una comunicación oficial en defensa de la ecología de la Antártida. Un mapa de la temperatura en las dorsales oceánicas indicó que las uniones de las placas tectónicas hay 1300 grados de calor constante. También sorprendió el cálculo de vida de los tiburones de Groenlandia, un vertebrado que puede alcanzar los 500 años.
“Te Riu-a-Māui”, lo llamaban los maoríes, “Zealandia” o “Tasmantis” se lo nombra ahora, en estos días en que los científicos buscan corroborar que este antiguo supercontinente está debajo de Nueva Zelanda.
“Se trata de un fragmento oculto que data de 1.300 millones de años. El descubrimiento está ayudando a los científicos a averiguar la historia del misterioso «continente perdido», reportó National Geographic.
La formación aparece en el Parque Nacional Fiordland y en total, en cinco millones de kilómetros cuadrados (Km2) en las costas orientales. “Es el continente más sumergido, más delgado y más joven que se haya encontrado hasta el momento”, dice la prestigiosa publicación estadounidense.
Grande como la India, el 94% de su territorio se sumergió bajo el mar hace más de 70 millones de años, en coincidencia con la formación del Cinturón de Fuego del Pacífico.
«Los continentes son como icebergs», afirma el autor del estudio Keith Klepeis, geólogo estructural de la Universidad de Vermont. «Lo que ves en la superficie no es realmente la extensión total de la bestia».
El estudio presentado en la revista Geology, dice que Zealandia “fue una antigua parte del supercontinente de Gondwana” destacando que el hecho de “estar tan sumergido pero sin fragmentar lo convierte en un miembro geodinámico útil y que invita a la reflexión a la hora de explorar la cohesión y la ruptura de la corteza continental”.
Otros piensan que en realidad es prematuro afirmarlo porque “la mayoría de los continentes tienen un núcleo de roca conocido como cratón, una especie de núcleo geológico de al menos mil millones de años de antigüedad que actúa como una base estable”, expone la publicación de NG.
El geólogo paraguayo, Jaime Báez, discrepa en que se trate de un continente: “Cuando se realiza un análisis del tipo de comportamiento de las ondas sísmicas S en Nueva Zelandia lo que se ve es que se reproduce un registro muy lento de la velocidad de propagación y que se asemeja a cinturones jóvenes. El entorno de Nueva Zelanda es marcado por terremotos e islas volcánicas, algo típico de continentes jóvenes o demasiado jóvenes. Definitivamente Nueva Zelanda no es un cratón y no lo fue”, sostiene dejando en claro que no cree en este “descubrimiento”.
Recuerda que en América del Sur el mayor cratón es el del Rio de la Plata (entre Paraguay, Argentina, Uruguay y Brasil) junto al reconocido del Amazonas, “gigante pero formado de dos pequeñas islas de cratones del Arqueozoico rodeados de masas continentales que se aglutinaron hace unos entre mil y dos mil quinientos millones de años.
Báez recuerda que “los cratones del Arqueozoico son especiales y de alto interés económico porque en ellos se hospedan los mayores depósitos de diamante, oro, platino y otros bienes minerales. Esto hiso famoso a Sudáfrica. Esto también da a Paraguay el sello de país con diamantes y abundante oro”.
Nick Mortimer de GNS Science de Nueva Zelanda y su equipo admitieron la ausencia de cratón en su estudio, pero afirman que en Zealandia se tienen indicios de rocas más antiguas, incluidos fragmentos del manto tan antiguos como 2.7 mil millones de años.
Por eso hicieron un nuevo estudio sobre 169 muestras de rocas del sur de Nueva Zelanda y las islas Stewart, las trituraron y clasificaron los granos por densidad y magnetismo hasta que todo lo que quedó fue arena fina, en su mayoría cristales de circonio, cuya antigüedad ronda los 1.300 millones de años.
Aun así sigue siendo demasiado joven. África, Europa, Asia, Australia, América del Norte, América del Sur, y la Antártida tienen rocas anfitrionas de más de 3 mil millones de años.
Otra pesquisa del geofísico Rupert Sutherland de la Universidad Victoria de Wellington, encontró en 2020 evidencias de que algunas regiones de Zealandia se elevaron incluso por encima del nivel del mar hace alrededor de entre 50 y 35 millones de años. Posteriormente, toda la región se hundió al menos un kilómetro.
Un nuevo Océano
El 8 de junio pasado, en ocasión de conmemorarse el día mundial del Mar, la National Geographic Society develó la existencia del océano Austral a la que incluirá en sus mapas como el quinto de los grandes mares del planeta.
“El océano Austral ha sido reconocido por los científicos durante mucho tiempo, pero como nunca hubo un acuerdo internacional, nunca lo reconocimos oficialmente”, contó Alex Tait, geógrafo de la National Geographic Society. “Esta denominación que ahora se oficializa, es un asunto geográfico”, dice Tait, “Este cambio fue dar el último paso y decir que queremos reconocerlo por su separación ecológica”.
Seth Sykora-Bodie, científico marino y explorador citado por la publicación de la academia estadounidense, dijo a su turno: “Cualquiera que haya estado allí tendrá dificultades para explicar qué tiene de fascinante, pero todos estarán de acuerdo en que los glaciares son más azules, el aire más frío, las montañas más intimidantes y los paisajes más cautivadores que en cualquier otro lugar al que puedas ir”, apuntó
Por su parte, la bióloga destacada marina y exploradora de National Geographic, Sylvia Earle, elogió la actualización cartográfica. “Si bien hay un solo océano interconectado, es loable que National Geographic haya reconocido oficialmente el cuerpo de agua que rodea la Antártida como el océano Austral“, expuso. “Bordeado por la formidablemente veloz corriente circumpolar antártica, es el único océano que toca a otros tres y abraza completamente un continente en lugar de ser abrazado por ellos“.
El artículo da cuenta de que se habría establecido hace unos 34 millones de años, cuando la Antártida se separó de América del Sur.
“Con aguas más frías pero menos saladas, el caudal fluye de oeste a este alrededor del continente helado, en una amplia banda fluctuante centrada aproximadamente en una latitud de 60 grados sur, línea que ahora se define como el límite norte del flamante, océano Austral”, apunta.
Por su parte, los diputados argentinos Alberto Asseff y Héctor Stefani reaccionaron pidiendo informes “acerca de la “decisión” de facto adoptada el pasado 8 de junio del 2021 –con ocasión de haberse celebrado en esa fecha el “Día Mundial de los Océanos”,- por la asociación privada Sociedad Nacional Geográfica (National Geographic Society ó NGS), declarando unilateralmente que la masa de agua salada que rodea a todo el Continente Antártico, incluyendo al Sector de la Antártida Argentina es un océano independiente del Atlántico, del Índico y del Pacífico, al que bautizaron con el nombre de “Austral”.
Los legisladores se mostraron temerosos y advirtieron de un potencial peligro geoestratégico y “la consiguiente posible pérdida de parte de recursos naturales en caso de imponerse tal decisión inconsulta con Argentina… Por último cabe consignar que la NGS, domiciliada en Washington, D.C., Estados Unidos de América, es apenas una entidad privada sin fines de lucro, por lo tanto no tiene derecho a cambiar la denominación y los limites soberanos de nuestro territorio nacional”, dijo
Sin embargo, el canciller argentino, Felipe Solá, firmó una carta conjunta con Teresa Ribera, vicepresidenta de España, y Andrés Allamand, Ministro de Relaciones Exteriores de Chile admitiendo la denominación.
En la misiva pidieron “asegurar el acto de protección oceánica más grande de la historia en octubre de 2021 cuando los miembros de la Comisión para la Conservación de Recursos Vivos Marinos Antárticos (CCRVMA-CCAMLR) se reúnan para impulsar la protección del Océano Austral en casi 4 millones de km2. a través de la creación de tres áreas marinas protegidas: En la Península Antártica, en el mar de Weddell y en la Región Antártica Oriental”, reclamaron.
“Muchos ni siquiera lo saben, pero sus aguas incluso afectan el aire que respiramos. El Continente Antártico contiene aproximadamente el 90% del volumen total de hielo del mundo y alrededor del 77% del agua dulce del planeta, siendo fundamental para estabilizar nuestro clima y hacer circular los nutrientes vitales que sostienen las poblaciones de peces y otros organismos marinos en todo el mundo”, comienza diciendo el texto.
“El Océano Austral elimina grandes cantidades de dióxido de carbono de la atmósfera cuando el kril – pequeñas criaturas parecidas al camarón – absorben el carbono al consumir microalgas y lo excretan hacia las profundidades, en donde es reutilizado por otros organismos en el fondo marino”, agrega.
Da cuenta luego de cómo el calentamiento de las aguas viene amenazando a “su asombrosa vida silvestre con pingüinos, focas, ballenas, albatros, que luchan por adaptarse a los rápidos cambios en su hogar. La situación es urgente”, indicaron.
Calor interior
Científicos analizaron las costuras submarinas de nuestro planeta, las dorsales oceánicas, para conseguir un mapa de la temperatura del interior de la Tierra, una herramienta que consideran de gran importancia.
Las dorsales constituyen un sistema de volcanes submarinos que abarca más de 70 mil kilómetros de longitud. Allí, en esas “costuras” entre las placas que conforman la Tierra, se da una temperatura constante de 1350 ºC, reveló el estudio.
Indicó a su vez que hay «puntos calientes» que alcanzan los 1600º, comparables a la lava más hirviente.
La autora principal del estudio, Stephanie Brown Kerin, del Instituto de Tecnológico de Massachusetts (MIT, su sigla en inglés) dijo: “Conocer la temperatura a lo largo de toda esta cadena es fundamental para entender el planeta como un motor térmico y cómo la Tierra podría ser diferente de otros planetas y capaz de sustentar la vida», añade.
NG reseñó que se analizaron datos de 13.500 muestras de un vidrio volcánico marino, mediante un algoritmo que permite “rastrear” la historia química de una roca en el tiempo.
Artículo original publicado en La Nación, de Asunción del Paraguay, y el portal La Página de Aguará
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