Paraguay: preparar el sistema de salud para la donación de órganos
14 septiembre, 2021
category: DOCUMENTOS, PARAGUAY
Por Jorge Zárate
Se donan pocos órganos en Paraguay, es una verdad, pero también es cierto que el sistema público de salud requiere de acciones para promover el gesto de parte de parientes y allegados, de médicos especializados que hagan seguimiento de los casos y ayuden a concretar las donaciones para aumentar la cantidad de trasplantes. Algo importante para recordar en la semana en que se conmemoró, el 12 de setiembre, el Día Nacional del Donante de Órganos y Tejidos, conmemorando el aniversario del fallecimiento del médico Marco Aurelio Aguayo Rodríguez, primer donante de riñones y las córneas en el país.
“La principal política pública que se necesita es que cada hospital que tiene una cama de Terapia Intensiva (UTI) tenga un coordinador hospitalario de trasplantes”, dice Elsa Escalante (foto), que cumple esa función en el Hospital Central del Instituto de Previsión Social (IPS). “No se puede concebir que estemos todavía haciendo captación pasiva, la búsqueda tiene que ser activa, a eso tenemos que apuntar”, reclama.
En coincidencia dice Angélica Torres, del Instituto de Ablaciones y Trasplantes (INAT) “Sería muy positivo que logremos formación de más médicos en coordinación hospitalaria de trasplantes en Ciudad del Este, Encarnación, Coronel Oviedo, que constantemente notifican vía telefónica de pacientes como posibles donantes que necesitan muchos cuidados, monitoreo, vigilancia de cercanía para llegar al éxito. Tenemos que cuidar al paciente y garantizar al que recibirá, órganos en muy buen estado”, apuntó.
Torres es médica intensivista y se especializó en la coordinación hospitalaria: “Somos 6 médicos, es un trabajo de equipo, que hacemos el proceso de evaluación y el acompañamiento del posible donante de órgano, cuidarlo hasta que luego de una serie de pruebas se pueda proceder. Hay que tener en cuenta que es un fallecido que tenemos que tener en la mejor condición posible para que se realice la ablación (La extracción de los órganos)”.
Explica que en ese sentido el Inat vino trabajando con las direcciones de las diferentes regiones sanitarias “para promover que por lo menos en los hospitales de referencia pueda existir un consultorio de seguimiento para los pacientes que necesiten ingresar a una lista de espera. Hoy, el cardiólogo o nefrólogo de cabecera, lo tiene que llevar a Asunción y allí ser registrado a la lista de espera, pero eso se podría trasladar a los hospitales de referencia de modo a que el acceso sea más llevadero para las personas, es una propuesta de trabajo”, recuerda.
Resume Escalante: “Se necesita es instalar una política sanitaria que determine que cada hospital que tiene una cama de terapia intensiva tenga un coordinador hospitalario”.
Más médicos coordinadores que hagan la tarea del acompañamiento familiar y que haya especializaciones en niños donantes, que puedan mantener una entrevista familiar con padres y tutores para solicitar la autorización y facilitar el paso trascendental.
Elsa Escalante
Volver a empezar
La pandemia del Coronavirus provocó “un descenso brutal de la tasa de donantes que se traduce a una baja de los trasplantes en un 80%”, comentó Escalante.
Por eso, el desafío es recuperar la tasa de 3,5 donantes por millón de habitantes que se alcanzó en el 2019 y que, durante el año pasado, en plena pandemia, cayó a un 0,8 donante por millón sin que hasta el momento los números del presente año hayan mejorado mucho.
Todo puede mejorar, es cuestión de aplicarse porque la situación de más de 2.800 pacientes renales que podrían eventualmente necesitar un trasplante que les mejore la calidad de vida es una realidad insoslayable.
Ante la situación del paciente renal crónico lo importante es “que el médico le ofrezca un tratamiento que incluye el trasplante, porque la diálisis es desgastante para el paciente y para la familia. Sufre infecciones asociadas que le van deteriorando su estado, que todo paciente tenga como primera opción el trasplante, desde estar en el chip y en la memoria de cada uno de los médicos tratantes”, dice imaginando un escenario futuro.
Vale señalar que el trasplante reduce los costos sanitarios ya que es más económico generar un trasplante renal que continuar con la diálisis.
Sigue explicando Elsa que “en el 2016 cuando comencé, el principal problema era que el médico que tiene un paciente fallecido que reúne características de ser donante, no crea un vínculo o un empoderamiento, entonces, ve al fallecido como una carga y dice “no quiero hablar con la familia”, es un preconcepto que el médico tiene”.
Pero hay un proceso para ir educando a través de “constantes capacitaciones en los residentes, de manera que el médico tiene instalado que su función no termina con notificar un posible donante sino que incluye un acompañamiento porque ese potencial donante es el paciente más importante de la sala de terapia intensiva”, dice sobre las acciones.
Torres (foto) recuerda que la ley Anita (6170) nos permitió poner en la ciudadanía ese pensar en la donación de órganos como gesto de solidaridad, altruismo, amor, más allá de las creencias religiosas o culturales. Hizo que la ciudadanía lo converse” apoyando la idea de proseguir con la educación.
Recuerda que el Inat trabajó con el Ministerio de Educación (MEC) para que el tema sea introducido en la escuela principalmente. Creemos que la educación como en todo será la impulsora de mejoras en lo que hace a la donación, es un proceso, es la semillita que dejaremos en el jardín y se verán los resultados de aquí a un tiempo”, indicó.
Angélica Torres
Realidad
Torres recuerda que los equipos quirúrgicos abocados a la ablación y trasplantes de órganos no son muchos y las instituciones habilitadas con los equipamientos de Terapia Intensiva que se necesitan son pocos: El Instituto de Cardiología “Juan Cattoni” y el hospital San Jorge, para los cardíacos. Los renales en el Hospital de Clínicas o en el IPS Central, y, si fueran niños, en el Acosta Ñu, tanto renales como cirugías cardíacas. Necesitamos ampliar la cantidad de gente especializada para trasplantes y esto está relacionado a ampliar los presupuestos”, apuntó.
El Inat tiene un presupuesto de 4500 millones de guaraníes con los que debe asistir los trasplantes, cardiacos, renales, de tejidos y huesos, de médula ósea, etc, más el mantenimiento posterior.
Si se tiene en cuenta que un trasplante de médula puede costar 800 millones de guaraníes y que unas 500 personas que reciben medicamentos antirechazo que tienen costos de 5 a 8 millones mensuales para cada paciente, caemos en la cuenta que resulta insuficiente.
“Anoche (por el 9/9 pasado) hubo operativo donde se hizo ablación de 2 riñones, corneas, piel y hueso trabajaron 25 personas, pero siempre son como mínimo 4 personas y esto conlleva el previo, la ablación y el post”, comentó para dar una idea de la complejidad y la cantidad de profesionales que involucra.
Por cuestiones epidemiológicas los trasplantes disminuyeron pero los médicos se adaptaron a las normas sanitarias siguiendo protocolos estrictos, ajustados a estándares internacionales para dar garantía. Este protocolo se aplica a todos quienes esperan un trasplante como así también al equipo médico que interviene en el proceso.
A la fecha en el país hay, 149 ciudadanos están esperando donantes de córnea; 54, un riñón; 6, un corazón; y 5 un hígado, entendiendo que estos números son dinámicos, pues cada día un paciente se suma a la lista.
Desde el Inat indicaron que se precisan huesos (tejido óseo) para pacientes con defectos óseos, a causa de pérdidas traumáticas o por situación de algún cáncer. Además se requiere membrana amniótica, una innovación tecnológica sobre todo para pacientes que sufrieron quemaduras graves y/o lesiones oculares.
Dice Angélica: “Hay un mensaje a transmitir, dejando instalada la invitación a conversar en familia y amigos lo que implica ser donante, como gesto solidario, altruista, que puede dar nueva oportunidad de vida para mucha gente, para la que la única alternativa es justamente un trasplante, el decir, la donación en un momento de pérdida tan doloroso como lo es la pérdida de un familiar, se traduce en un reconforto cuando dicen sí, queremos la donación de órganos”.
Meliza Arévalo
Un acto de amor
Meliza Arévalos (foto superior) tuvo el año pasado un momento esencial en su vida: “Mi hijo se llamaba Enzo Fleitas Arevalos. Tuvo un golpe interno en la rodilla derecha y a partir de ese golpe despertó una bacteria que estaba dormida en su sangre. Este Estafilococos Aureus le produjo un infección generalizada que le produjo tres paros cardíacos que superó, -eso fue un sábado- y el lunes se le amputó su pierna derecha; superó la cirugía”, comenzó contando a La Nación.
“Luego estaba recibiendo los medicamentos que no le hacían nada porque era fuerte la bacteria y después de 8 días le tuvieron que amputar la mitad de la otra pierna, superó otra vez la cirugía y después tuvo otra vez infección en el intestino. Le tuvieron que cortar y volvió a superar”, recuerda.
“Estaba bien, evolucionando y luego se curó todo y en un mes y doce días, quince días, estuvo bien y luego tuvo secuelas por culpa de la bacteria, tuvo secuelas en el cerebro, derrame cerebral y eso fue lo que le llevó a él. Después, me dieron la noticia que faltaban horas o días para que pare su corazón”, siguió narrando.
“Ahí fue cuando vino junto a mí la doctora Elsa Escalante y me preguntó si yo estaba dispuesta a donar las córneas y sin dudar le dije que sí. Me preguntó porque tuve el pensamiento porque la gente no quiere donar los órganos de los familiares y le dije que si no se dona pienso que se va a ir todo bajo la tierra y no va a ser de ayuda para nadie”, contó Meliza.
“Decidí donar para otros niños que necesitaban, las analizaron y funcionaron, me avisaron que se les dio a dos criaturas gracias a eso. Cuando a mí me dieron la noticia estuve muy feliz como si fuera que mi corazón tuvo allí un alivio, un respiro, algo increíble es lo que sentí cuando me dijeron que las córneas de mi hijo funcionaron… Así le pude dar brillo a la vista de dos criaturas y estoy muy feliz por eso”, dice emocionada.
Enzo estuvo un mes y 17 días en el IPS Central donde falleció el 28 de noviembre de 2020.
“Quiero decir que la doctora Elsa me explicó cómo se le iba a extraer, me explicó que no le iba a quedar ninguna cicatriz, la gente piensa que se le va a jugar todo a sus familiares cuando se les quita los órganos para donar y eso no es así. Quiero incentivar con mi historia a las mamis para que donen los órganos y no lo piensen dos veces porque es salvar vidas”, concluyó.
Artículo original publicado en La Nación, Paraguay, y La Página de Aguará, Asunción.