Atemorizados por el diálogo y los acuerdos por ahora alcanzados entre la oposición más ultraderechista y el Gobierno del Presidente Nicolás Maduro en la mesa de México; los cobardes oposicionistas de siempre, dentro y fuera del país, siguen atacando con saña y alevosía, toda iniciativa por la paz; el respeto a las diferencias y el desarrollo de un mundo de vida diverso y plural, donde manden las mayorías organizadas y no se transgrede en nombre de la presunta “libertad modélica del capitalismo occidental”, los valores culturales y civilizatorios propios a cada Estado y Nación en el planeta.

Una tarea nada fácil en estos tiempo de descalabro de los imperios y de evidente surgir de nuevos equilibrios geopolíticos, los cuales van potenciando las coincidencias entre los contrarios y desechando las tentativas acciones belicistas;  con urgente atención a la necesidad de  alcanzar el bien común, e imponen el respeto a las particularidades, sin menoscabo de los límites propios del ejercicio de la libertad, en perfecto equilibrio, y en el marco, de una multipolaridad asumida y practicada.

En ese sentido, la derecha internacional y sus lacayos en Venezuela, insisten en su afán de repetir el peligroso y desgastado formato, de la confrontación dicotómica entre el bien y el mal, cuya pobreza discursiva, reduce a la compleja realidad, al simplismo de una respuesta única; una escogencia obligatoria con una sola alternativa: “O se acepta las exigencias del decadente imperio estadounidense o se vive en el sufrimiento hasta asumirlas como propias”.

Afortunadamente, para desgracia de las derechas detractoras de la libertad y la igualdad, en este siglo, está surgiendo nuevos bloques de poder, a los cuales poco o nada le importa el chantaje criminal antes mencionado, y en consecuencia, están avanzando, desde la praxis real, en la construcción de un internacionalismo para el equilibrio y el entendimiento con el cual despejar las históricas incógnitas que hemos de enfrentar en el presente para construir futuro.

Ahora bien, por otra parte, no es extraño, que la ultraderecha asuma como “derecho” el tomar para sí las riquezas de los países donde ejercen el poder o propugna por él. Tampoco es una novedad, que dicha conducta sea una práctica de enriquecimiento de los “poderosos”. Ni es ninguna sorpresa que los adictos e intoxicados por el odio, asuman  al  caos como estrategia de dominación e insista en seguir el guión colonial y  perverso, que le ha servido para acumular grandes fortunas a las oligarquías dominantes en América Latina y a las burguesías depredadoras de los decadentes imperios y sus secuaces.

De allí que, ese sector oposicionista insista en mantener la consigna que señala que: “Están Jugando en todos los tableros y por tanto, ninguna opción para alcanzar el poder esta desechada”. 

Por esa razón, mientras parte de las oposiciones venezolanas, al sentarse frente al Gobierno del Presidente Maduro reconocen sus responsabilidades sobre los criminales ataques contra la patria y asume su fracaso en la obcecada negación al Estado de Derecho y al Gobierno Bolivariano;  no por ello,  abandona el camino del sabotaje a los servicios públicos; la narrativa derrotista proclamada por sus medios y los intentos por provocar un caos generalizado.

Así, han saboteado al sistema eléctrico, atacando las instituciones del Estado e invocando desde sus medios de idiotización de masas, el odio como fórmula para huir hacia adelante, cual ladrones cogidos con las manos en la masa, que a  pesar de saberse descubierto, intenta con vano afán desviar el peso de sus responsabilidades gritando: ladrón, ladrón, atrapen al ladrón.

En ese orden de ideas, el sector más recalcitrante de las oposiciones venezolanas de ultra derecha, una especie incorregiblemente apátrida, sin sentido de civilidad,  ni fórmula democrática de ninguna especie para optar al poder, insisten en sabotear los esfuerzos por la Paz, y en consecuencia,  continúa por el camino de su auto destrucción, decadencia y negación de la realidad.

En ese marco referencial es importante destacar que la Revolución Bolivariana tiene claro su papel en la historia, y sustenta su accionar, en el desarrollo del Plan de la Patria y el texto Constitucional de 1999. Lamentablemente las derechas decadentes, auto nombrada líder de la oposición, asume como estrategia, tomar el poder por cualquier vía y a cualquier costo, pues su único plan es provocar el caos y destruir todo cuanto vindique al pueblo, ese pueblo que por sapiencia y consciencia,  les rechazan y repudian.

México lindo y querido es una oportunidad para que la ultraderecha, se desintoxique  del veneno de sus incomprensiones, y venga a la democracia, participativa y protagónica. Están solos a nivel internacional, y ellos lo saben, quien tenga dudas, échele una mirada a la reciente Cumbre de la CELAC México 2021.

 En Venezuela tenemos Patrias, un Presidente: Nicolás Maduro Moros y un Estado de derecho y justicia sostenido por un pueblo sabio y consciente que resiste y lucha y jamás se entregará.

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