Pequeños artistas de una gran orquesta
06 abril, 2017
category: EDICIONES IMPRESAS
Bolivia Clásica: niños y jóvenes unidos por la música
La organización brinda una enseñanza musical de alto nivel desde los cinco años y llega a los lugares más aislados con becas completas.
Quien haya viajado a La Paz, Bolivia, seguramente habrá quedado impactado por el Mercado de las Brujas. Sus aromas, colores, sonidos y texturas no pasan desapercibidos. La abuela de Ana María Vera, la fundadora de Bolivia Clásica, era una mujer de pollera que vivía en el corazón del bullicioso Mercado de las Brujas. Desde entonces, la rica cultura indígena y las discordantes injusticias y desigualdades dejaron en Vera una huella imborrable. “Bolivia Clásica vislumbra un mañana donde la enseñanza musical sea una profesión idónea, valorada por la sociedad, y que nuestros estudiantes adquieran una estructura cognitiva para asumir los retos de una cambiante sociedad que valora sus tradiciones”, dijo Ana María Vera.
Promover arte y cultura en Bolivia, con énfasis en la educación musical de sus niños, niñas y jóvenes, en especial de los segmentos más empobrecidos, es el objetivo central bajo el que nació Bolivia Clásica. Es una institución sin fines de lucro que tiene como metas la promoción, formación y difusión de la música clásica de repertorio universal en todos sus géneros, variedades y diversidades así como de la música boliviana en cualquiera de sus manifestaciones.
A menudo, gracias a las gestiones internacionales de Ana María Vera, llegan a Bolivia maestros de primer nivel para realizar talleres intensivos de fortalecimiento técnico y montaje de repertorio. La homogeneidad del grupo, la sólida sonoridad, así como la musicalidad, se cuentan entre los logros más destacables de la orquesta. Pero quizás lo más emocionante es que Bolivia Clásica demuestra que niños, niñas y adolescentes son capaces de lograr resultados buenos por sí mismos, como la sonoridad, la afinación, la musicalidad y la fuerza interpretativa, lo que demuestra que, si tienen la oportunidad y los medios, todos pueden ser artistas.
La prueba de audición para postulantes al programa de iniciación musical está dirigida a niños y niñas de entre 5 y 9 años y ayuda a evaluar la percepción auditiva y el nivel de retención a través de una serie de dictados rítmicos y melódicos. “Éstos nos permiten determinar varios factores: la estimulación musical en el entorno familiar, la participación en coros y otros musicales en la escuela y la afinidad innata por la música”, explican sus profesores.
Para apreciar la afinación musical, tanto relativa como absoluta, “le pedimos al niño o a la niña que escuche una nota o una melodía en el piano y que la repita usando su voz en un registro que se sienta cómodo. Los niños generalmente descubren que el dictado rítmico es fácil de reproducir, especialmente al comenzar con secuencias sencillas para fomentar la confianza. Luego aumentamos la dificultad gradualmente para que el niño pueda tener un mayor desafío”, desarrollan.
La Fundación Bolivia Clásica ofrece becas completas a niños y niñas provenientes de familias con escasos recursos y de zonas marginadas. Estas becas cubren la totalidad de sus estudios, así como el préstamo de un instrumento adecuado y su mantenimiento (cuerdas, reemplazo de crines para el arco, etcétera) durante el curso de su estudio. La institución también cuenta con un programa de becas independientes dirigidas a los estudiantes avanzados que muestran la motivación de seguir sus estudios.
“Estos jóvenes son tan maravillosos, tienen tanto entusiasmo, tantas ganas de aprender y de trabajar, que son una verdadera inspiración”, dijo Jaime Laredo, el reconocido violinista que volvió a su país hace unos años luego de hacerse mundialmente famoso. Los coordinadores del proyecto definen su trabajo “en la convicción de que las herramientas adquiridas a través del entrenamiento musical de alto nivel transforman vidas y promueven liderazgo, tolerancia y comprensión”.
Caso testigo
Gabriel Bilbao Toledo tenía nueve años cuando su madre decidió que era momento para que el niño dejara su introvertida relación con la computadora y lo inscribió en el Instituto de Música Mario Estenssoro, de la ciudad de Tarija, para que aprendiera piano. Sin embargo, por falta de lugar tuvo que elegir otro instrumento y prefirió el violín porque, según recuerda, le resultaba un misterio cómo se lograba su sonido. Ya en la institución integró la orquesta infantil creada por su maestro, Franz Condori, quien lo llevó a descubrir el vasto mundo de la música clásica.
En 2008, cuando Gabriel tenía 12 años, su familia se mudó a La Paz y se estableció en El Alto. Un año más tarde ingresó en la Escuela Municipal de Artes y en la Orquesta Sinfónica de El Alto bajo la dirección de Freddy Céspedes, en la que permaneció hasta 2011. En la actualidad forma parte de la Orquesta Bolivia Clásica, con la que ha interpretado las Cuatro Estaciones Porteñas, de Astor Piazzolla, junto a su profesor, Alexander Lapich, quien interpretó las Cuatro Estaciones de Antonio Vivaldi.
El sonido de su violín lo llevó a recorrer el mundo. El año pasado estuvo en Suiza, participando del Festival de Verbier, donde compartió el escenario con músicos del mundo referentes de su carrera. El viaje a Suiza formó parte de los programas de formación. Bilbao, gracias a las gestiones de Ana María Vera, envió una audición grabada y al tiempo se enteró que había sido aceptado por la orquesta junior y que, además de las clases, tocaría bajo la dirección del británico Daniel Harding.
También estuvo en Estados Unidos, invitado junto a un compañero de orquesta por profesores estadounidenses para ir a la Universidad de Sam Houston, en Texas. “Pasé clases, fui parte de la orquesta y estrenamos una obra de un compositor de la universidad como parte de un festival. Al volver es que decidí que quería dedicar mi vida a la música”, recordó el joven en declaraciones a la prensa. A su vuelta, Armando Vera, hermano de Ana María, se convirtió en su profesor particular. Bilbao integró además el cuarteto de cuerdas Arcanus. Después de dos años fue seleccionado para tocar en una serie de conciertos junto al reconocido violinista y director de orquesta Jaime Laredo, que retornó a Bolivia tras décadas de ausencia.
En 2014 obtuvo el primer lugar en el concurso El Violín Boliviano, organizado por el Conservatorio Plurinacional de Música, en la categoría de 25 años. En 2015 ingresó al programa Promesas de la Sociedad Boliviana de Música de Cámara y en 2016 fue becado para asistir al festival Música Nas Montanhas, en Brasil.
Dice su madre que del niño introvertido que pasaba horas frente a la computadora ya no queda nada: hoy es un músico que transmite su entrega y disciplina a las nuevas generaciones. En sus propias palabras: “Al tocar el violín existe la certeza de estar viviendo el presente. Esa plenitud al tocar es la libertad, la felicidad. No hay nada mejor que ese momento”.