Expectativas frente al próximo gobierno de Ecuador
01 mayo, 2017
category: EDICIONES IMPRESAS
Con Lenín Moreno se abre una nueva etapa en la Revolución Ciudadana
Cambio de estilo y nuevas tácticas: habrá diálogo con todos los sectores en medio de la avanzada de la derecha. Moreno tiene proyectos ambiciosos, aunque no tocan las bases de la economía.
Tras más de 10 años de un liderazgo fuerte, la Revolución Ciudadana tendrá a partir del 24 de mayo una nueva figura en el poder. La continuidad del proyecto de gobierno iniciado en enero de 2007 quedó garantizada con el triunfo electoral del 2 de abril, pero con Lenín Moreno ingresará sin duda en una nueva etapa.
El aspecto que más se ha resaltado del próximo presidente ecuatoriano es su estilo dialoguista, en contraposición al carácter fuerte y por momentos intransigente que el propio Correa ha reconocido. Pero no se trata sólo de diferentes personalidades, sino también de distintas etapas y necesidades de un gobierno. Rafael Correa fue reelecto en 2013 con el 57% de los votos, casi 35 puntos porcentuales más que el segundo candidato más votado. Cuatro años antes también había vencido en primera vuelta, con 52%, y más de 20 puntos de diferencia. Pero esta vez la victoria fue más ajustada: 51,16% contra 48,84% en balotaje.
La corta diferencia en las urnas entre Moreno y el banquero Guillermo Lasso permitió a la derecha denunciar fraude, desconocer públicamente los resultados y generar manifestaciones y disturbios en Quito y Guayaquil, las dos principales ciudades del país. Aunque las elecciones fueron absolutamente transparentes, como lo reconocieron todos los observadores internacionales, y jefes de Estado de todo el mundo -incluidos todos los latinoamericanos- saludaron al nuevo presidente al día siguiente de las elecciones, la derecha ecuatoriana pretende desconocer su legitimidad y practicar una oposición extremadamente dura desde el comienzo.
Una lectura más detallada de los resultados electorales muestra que la Revolución Ciudadana cayó en Quito -donde ya había perdido la alcaldía- porque sectores de ingresos medios le dieron la espalda. También obtuvo malos resultados en la mayoría de las zonas indígenas y en regiones campesinas. Lasso alcanzó el 63,6% en la provincia de Pastaza, 65,2% en Morona Santiago y 62,7% en Zamora Chinchipe y ganó en 33 de los 41 cantones amazónicos.
Algo similar ocurrió en las sierras del centro del país, donde Moreno apenas ganó cinco de los 26 cantones de las provincias de Chimborazo, Cotopaxi y Tungurahua, y en las capitales de esas provincias perdió por más de 20 puntos. La contraparte fue la zona costera y particularmente la provincia de Manabí, donde pese al terremoto y la campaña sucia de la derecha para intentar capitalizar la catástrofe, Moreno ganó con el 66% de los votos.
Tender puentes
En este nuevo contexto, la fuerza gobernante (Alianza País, AP) necesita dialogar con distintos sectores que se han alejado en los últimos años y recomponer una mayoría social fuerte para neutralizar a la oposición. De ahí que se destaque constantemente el carácter dialoguista de Moreno en contraposición a Correa, que se negaba a intentar seducir a quienes se habían alejado del Gobierno.
La agenda de Moreno durante las semanas posteriores a las elecciones mostró el cambio de estrategia. Uno de sus primeros encuentros fue con más de 60 representantes de organizaciones indígenas, campesinas y afro convocados al diálogo, frente a los cuales resaltó el interés por resolver temas que forman parte de las demandas indígenas. El presidente electo consideró “esencial” la participación de las distintas nacionalidades de Ecuador en el Gobierno y anunció: “No vamos a hacer nada sin ustedes, extendemos la mano a la Conaie (…) Pensamos diferente, pero con ideales comunes como erradicar la pobreza y el racismo”.
El 11 de abril el consejo ampliado de la Confederación de Nacionalidades Indígenas (Conaie) emitió un breve documento con cinco resoluciones. Allí calificó al nuevo gobierno como “surgido sin la suficiente legitimidad”, demandó archivar el proyecto de ley de participación ciudadana (que regula el funcionamiento de las organizaciones sociales) y llamó a “retomar progresivamente las movilizaciones a nivel nacional” con la agenda habitual de temas. Particularmente buscarán la amnistía e indulto de los indígenas que tienen procesos judiciales o condenas por delitos. Hace tiempo denuncian una “criminalización de la protesta social”.
En cuanto a Pachakutik, brazo político de un sector de la Conaie, la relación con el Gobierno quedó prácticamente rota luego de que decidieran apoyar la candidatura de Guillermo Lasso en el balotaje, aunque seguramente también se abrirán canales de diálogo aprovechando las divisiones al interior del movimiento indígena.
Otro punto clave de la agenda de gobierno es la relación con el empresariado ecuatoriano, que apoyó ampliamente a Lasso. Tras ser electo, Moreno convocó rápidamente un conversatorio con más de 400 pequeños, medianos y grandes empresarios nacionales para fomentar el empleo, la inversión y el desarrollo productivo. Al tomar la palabra, el presidente electo destacó tres sectores: construcción, turismo y agroindustria. También dijo que formará consejos consultivos públicos y privados para canalizar las propuestas productivas y tributarias y entablar un diálogo con el sector privado. Los miembros de estos consejos surgirán de las propuestas hechas por los propios empresarios. “No quiero hacer nada para ustedes, sin ustedes”, afirmó.
Lasso había ganado muchísimo apoyo de empresarios y comerciantes por haber propuesto una drástica reducción de impuestos. Aunque su agenda de gobierno era inviable, distintos sectores reclamarán al nuevo presidente rebajas tributarias. Por lo pronto, apenas asuma Moreno volverá a ubicar el IVA en 12%, luego que se incrementara dos puntos en 2016 para atender las tareas de reconstrucción en las zonas afectadas por el terremoto del 16 de abril.
Despedida
Rafael Correa confirmó que se radicará en Europa a partir de julio y aunque siempre mencionó motivos familiares, también admitió que lo hace para no “entorpecer la acción del nuevo gobierno”, consciente de que la suya es una “presencia muy fuerte” para un presidente de la misma fuerza política. “Si me quedara generaría sombra, perturbaciones, porque siempre vendrían a preguntarme qué opino de esto y de lo otro”, fundamentó. Su salida implica un enorme desafío para el movimiento Alianza País, organización que pasará al centro de la escena durante el mandato de Lenín Moreno.
Correa deja el país habiendo logrado una meta difícil para los presidentes de izquierda en la región: ser relevado por un dirigente de la misma fuerza política. También debió afrontar en 2015 y 2016 el peor escenario económico de sus 10 años de gobierno, un cuadro regional marcado por el avance de los gobiernos de derecha y una campaña electoral que calificó como “una guerra sucia muy grande”.
Sobre la situación económica que padeció Ecuador, Correa describió: “Perdimos casi 40% de exportaciones en dos años, más de 12% del PIB de ingreso fiscal neto, tuvimos un terremoto de casi 8 en la escala Richter con 3.500 réplicas (…) A inicios de 2016 nuestro petróleo llegó a 15 dólares, porque se vende con descuentos. Tuvimos que dar 1.600 millones de dólares a las petroleras públicas para que no quiebren…”. Por todo esto consideró que el mejor desempeño del gobierno fue en los últimos dos años y confirmó que desde el último trimestre de 2016 la economía retomó la senda del crecimiento.
Al intentar explicar cómo logró Alianza País ganar las elecciones en este contexto adverso, Correa enumeró tres factores: el legado, la convicción y los candidatos y propuestas. Sobre el primero, explicó que el país se transformó drásticamente en una década y eso es muy visible para la población. En cuanto a la convicción, opinó: “Hemos enfrentado una de las fortunas más grandes del país: mientras ellos tienen decenas de millones de dólares nosotros tenemos millones de voluntades”. Por último, al destacar a los candidatos y propuestas, las contrapuso con el programa presentado por la derecha, que incluía la privatización de parques nacionales y la seguridad; la implementación del sistema chileno vouchers para la educación, reducciones impositivas que aumentarían el déficit fiscal en cuatro puntos del PIB, entre otras.
En contraposición, uno de los planes más ambiciosos presentados por Lenín Moreno es la construcción de 325 mil viviendas para las familias más pobres, de las cuales 191.500 serán entregadas sin costo y el resto a pagar en cuotas sin interés de entre 20 y 60 dólares mensuales según el caso. El presidente electo también propuso triplicar el Bono de Desarrollo Humano de acuerdo a la situación de cada familia, para erradicar la pobreza extrema en dos años, y duplicar las pensiones para mayores de 65 años. En definitiva, un programa de reformas profundas, necesarias para el país y la población, sin salir de los márgenes del sistema.