Trump y Putin intentan cambiar la matriz en Siria
07 agosto, 2017
category: EDICIONES IMPRESAS
Washington admite implícitamente que su estrategia fue derrotada
La CIA abandona a los “rebeldes” y los lleva a negociar con Rusia, aliado de Damasco. Al Assad sale de discusión mientras sus tropas avanzan. Intereses cruzados chocan en el último refugio de Daesh.
Antes de las nuevas sanciones impulsadas por el Congreso estadounidense contra Rusia, los presidentes Vladímir Putin y Donald Trump habían dado pasos firmes sobre la situación en Siria. Las treguas y el establecimiento de zonas de distensión alivian la tragedia humanitaria y reacomodan las piezas políticas y militares en esta guerra imperialista. La CIA abandona su programa de asistencia a los “rebeldes” golpistas, Rusia consolida su poder mientras las tropas de Bashar al Assad asistidas por Moscú y por Hezbolá recuperan terreno estratégico.
El primer paso lo dieron Putin y Trump cuando se reunieron, más de una vez, en Hamburgo, durante la cumbre del G20. Allí acordaron entre otras cosas implementar una tregua para el suroeste de Siria y para los alrededores de Damasco, la capital del país árabe: Moscú responderá por las tropas de al Assad mientras que Washington alinearía a las milicias “rebeldes” que armó, financió y entrenó durante los años de Barack Obama y su canciller Hillary Clinton.
El suroeste de siria es la zona de mayor presencia de “rebeldes” que están en retroceso desde hace casi dos años cuando Rusia entró militarmente en el conflicto para apoyar a Siria junto a las milicias pro iraníes de Hezbolá. El área incluye a la ciudad de Daraa, ubicada en el extremo sur de Siria cercana a Jordania; a Al Quneitra, ubicada al pie de las alturas del Golan, ocupadas por Israel donde se produjeron varios choques armados entre ambos países en las semanas previas al acuerdo y As-Suwayda, donde funciona una base aérea en manos del ejército sirio pero rodeada de “rebeldes” apoyados por Washington.
¿Aceptar la derrota?
“Yo no soy un fan de Bashar al Assad (pero) si Obama hubiera cumplido la “línea roja” que fijó en 2013 y que implicaba intervenir en Siria si al Assad usaba armas químicas, Irán y Rusia no estarían involucrados de manera tan agresiva en el conflicto como lo están actualmente”. Donald Trump volvió a criticar a fines de julio –como lo hizo en la campaña presidencial– a su antecesor y a quien fuera canciller, Hillary Clinton, por la situación de Estados Unidos en Siria. El actual presidente no mencionó la palabra “derrota” pero el paso del tiempo confirma que aquella intervención de los demócratas en el país árabe fue en verdad un golpe para los intereses imperialistas. Como lo reconoció Trump hoy es Rusia el país que lleva la voz en la resolución política, diplomática e inclusive militar de esta guerra.
También a fines de julio trascendió a través de la prensa que Estados Unidos retirará una parte de su apoyo militar a los “rebeldes” armados y financiados por Obama-Clinton para descabezar a al Asad. Sólo financiará –según las mismas fuentes– la lucha contra el grupo extremista Estado Islámico (Daesh) pero no así la estrategia de avances armados contra el gobierno sirio.
Esta información periodística –que recoge fuentes del gobierno estadounidense y voceros de las numerosas milicias– encaja con el disciplinamiento que estos “rebeldes” muestran por primera vez al acuerdo Washington-Moscú. Estas últimas fuentes explican que la CIA financiaba a los “rebeldes” contra al Assad (con el argumento de luchas contra Daesh) mientras que el Pentágono ofrece apoyo logísitico, cobertura aérea, armamento y equipamiento para asistir solamente a “la lucha contra el terrorismo” ya que rechaza la aventura de derrocar a al Assad en estos momentos.
El 19 de julio el diario The Washington Post informó de que Donald Trump había decidido suspender un programa de la CIA dedicado a armar y entrenar a las tropas de los rebeldes en Siria. Trump lo negó parcialmente ya que admitió que el dinero de la CIA implica “pagos masivos, peligrosos y derrochadores a los rebeldes”.
El futuro del gobierno sirio
Una de las incógnitas que se planteó tras el acuerdo de Hamburgo es, precisamente, el futuro del presidente sirio, el hombre cuyo derrocamiento fue objetivo central para Washington pero una figura innegociable para Moscú. Parte de esa incógnita se develó luego de que el presidente de Francia, Emmanuel Macron, recibiera a Donald Trump, a mediados de julio. El nuevo mandatario francés señaló delante del estadounidense que su gobierno ya no considera que la salida de Bashar al Assad sea una condición para apoyar una solución a la guerra en el país árabe. “Hemos cambiado la doctrina francesa sobre Siria para poder tener resultados y trabajar de forma muy estrecha con nuestros socios, en particular con Estados Unidos”, dijo.
Más importante aún es el adelanto de Macron según el cual Francia y Estados Unidos (aliados en esta guerra imperialista) establecerán un grupo de contacto para tratar la situación en Siria que tendrá representantes de al Assad. Este anuncio fue el primer reconocimiento que ambos países hacen del mandatario sirio desde que comenzó la guerra hace casi siete años. Cronológicamente, este anuncio de Macron luego de reunirse con Trump se produjo una semana después de que el mandatario estadounidense acordara con Putin los nuevos ejes para Siria.
Ampliación de las treguas
Rusia desplegó efectivos militares al sur de Damasco para supervisar el alto de fuego y la ejecución de la tregua. Además de las milicias del grupo libanés Hezbolá, los militares rusos son los únicos autorizados por al Assad para realizar tareas de ayuda y de combate en territorio del país árabe. Otros países como Turquía, Estados Unidos e Israel son considerados invasores por Damasco.
Uno de los objetivos del acuerdo, que entró en vigencia el 9 de julio, fue establecer “zonas seguras” para recibir gradualmente a los refugiados que se encuentran en Jordania, que comparte frontera con Siria y que alberga a casi 700 mil sirios.
Una de las particularidades del nuevo momento en Siria es que los propios grupos “rebeldes”, como el llamado Ejército Libre Sirio (ELS) o la Coalición Nacional Siria (Cnfros), pidan la extensión de la tregua.
En efecto, unos días después el despliegue ruso se extendió hacia otra “zona de distensión” ubicada en Guta Oriental, en las afueras de la capital de Siria. Guta Oriental es el principal reducto de los “rebeldes” que intentaron en los últimos años ingresar a la capital del país para derrocar al presidente sirio. El jefe de operaciones del Estado Mayor ruso, general Serguéi Rudskói, informó que durante junio y julio más de 500 localidades sirias adhirieron a los acuerdos de alto el fuego, treguas o establecimientos de zonas de distensión y que suman más de dos mil desde diciembre último.
El jefe militar señaló a la prensa en Moscú que el ejército sirio apoyado por la aviación rusa liberó de terroristas cerca de 20 mil kilómetros cuadrados durante los últimos dos meses. Detalló que “el territorio bajo el control de las tropas gubernamentales sirias es ahora cuatro veces mayor que al inicio de la operación militar rusa en Siria”, en septiembre de 2015.
Siria recupera terreno
La ofensiva referida por el alto militar ruso se ve en el terreno. En su avance sobre la ciudad de Al Raqa, ocupada por el extremismo islámico, el Ejército Sirio recuperó en julio varios yacimientos y campos petroleros, entre ellos el yacimiento de Al Dilaa, en el suroeste de la provincia de Al Raqa, que estaba tomado por Daesh. El campo de crudo de Al Dilaa está ubicado en la frontera entre Al Raqa y la vecina provincia de Homs, región del centro-norte de Siria. Daesh también se retiró de otros yacimientos petroleros.
En su ofensiva para recuperar el territorio perdido desde el inicio de la guerra el ejército sirio y sus aliados conquistaron el pueblo de Zamla Oriental, su estación de bombeo y el yacimiento de gas de Jalá, en el sur de Al Raqa. Lo mismo sucedió con el campo de petróleo de Al Fahd, en la misma provincia. Además, las fuerzas gubernamentales sirias se hicieron con la localidad de Wasad al Ramilán, en el sur de Al Raqa.
Estas operaciones desde el este del Ejército regular sirio con ayuda rusa sobre Al Raqa coinciden con una ofensiva similar, desde el norte, de las Fuerzas de Siria Democrática (FSD), una alianza armada liderada por milicias kurdas y apoyada por Estados Unidos. Las milicias kurdas, asociadas circustancialmente a Washington para avanzar sobre posiciones yihadistas, buscan recuperar terreno de la región autónoma del Kurdistan que incluye parte de los actuales territorios de Siria, Turquía e Irak. Las milicias son combatidas por los dos primeros países.
Las fuerzas regulares sirias y las milicias kurdas que avanzan de manera separada sobre Al Raqa tienen intereses encontrados. Chocarán invariablemente a medida que consoliden sus posiciones hacia la capital de la provincia. A no ser que también este aspecto haya sido acordado por Trump y Putin.