Tesis de Abril, documento de las Farc
04 septiembre, 2017
category: EDICIONES IMPRESAS
Propuesta para un partido de masas en Colombia
Capitulo I: crisis del orden social
capitalista, la situación geopolítica
y el lugar de Nuestra América
1. Crisis capitalista y configuraciones geopolíticas
Tesis 1. La crisis como característica esencial del orden social capitalista. Desde una perspectiva histórica, la característica esencial del orden social capitalista actual se encuentra en la crisis. El ciclo no concluido de la crisis económica y financiera, iniciada en 2007-2008, es sólo uno de los rasgos de la formación socioeconómica y política que predomina a escala planetaria. La crisis del capitalismo es esencialmente una crisis civilizatoria, en la medida en que se está frente a un orden social que no sólo no ofrece perspectiva alguna a los problemas acuciantes de la humanidad, sino que por las necesidades propias de su reproducción, ha puesto en evidente amenaza las condiciones de la vida y de la existencia misma del planeta. La crisis se desarrolla en diferentes ámbitos y dimensiones, con intensidades desiguales y diferenciadas a escala geográfica, pero en todo caso interrelacionadas desde el punto de vista sistémico. La crisis es socioambiental en cuanto el orden social se fundamenta en una relación de destrucción frente a la naturaleza comprometiendo fuentes de vida, y promoviendo además economías del desperdicio y del deshecho mediante el consumo exacerbado. Es una crisis del patrón energético que estimula la dependencia frente a la energía fósil, acentuando las modalidades de extracción depredadora de los recursos naturales, bien sea por cuenta de los hidrocarburos, de las fuentes de agua, o de la agricultura de los combustibles, lo cual acrecienta los peligros del cambio climático. Es también una crisis alimentaria, en la medida en que al tiempo que se produce comida en abundancia, centenares de millones hombres y mujeres en el mundo padecen hambre, desnutrición y malnutrición. Es igualmente una crisis sociocultural en cuanto el modo de vida, junto con del consumo extremo, propicia el individualismo, el eficientismo, la xenofobia, el machismo, la segregación, la discriminación y diversas modalidades del “fascismo social”, como valores y prácticas culturales entronizadas en la vida cotidiana. Y es una crisis social del mundo del trabajo, en la medida en que, junto con su mercantilización extrema, se fundamenta en la creciente desigualdad y la precarización llevada al límite de la existencia. A 150 años de la publicación de “El Capital”, la crítica de la economía política formulada por Marx mantiene vigencia y constituye un referente ineludible para la comprensión de los fundamentos y los alcances de la crisis civilizatoria y para la formulación de cualquier proyecto político que tenga como propósito la superación del orden social capitalista, más allá de sus configuraciones histórico-concretas actuales
Tesis 2. Fundamentos de la hegemonía del orden social capitalista. La hegemonía del capitalismo actual descansa en primer lugar, sobre un régimen de acumulación de extensión y profundización de la relación social capitalista a todos los campos de la vida social, estructurado en la forma de un régimen de financiarización, esto es, de sujeción a la lógica y a los dispositivos de dominio del capital financiero, en el que el endeudamiento y la generación de ganancia devenida en renta financiera constituyen el tributo social para el sostenimiento de un régimen lábil y parasitario. Corporaciones financieras transnacionales, agencias calificadoras de riesgo, organismos e instituciones de carácter multilateral, bancos centrales y ministerios de las finanzas públicas son las principales formas que asume el dominio y el gobierno financiero capitalista a escala global, nacional y local. La hegemonía del capitalismo se fundamenta, en segundo lugar, en el poderío militar, la creciente militarización de la vida social, y la puesta en marcha de los más diversos mecanismos de seguridad y control social. A través de la conjunción de la presencia (y la agresión) militar directa, la normalización de las lógicas militares y de seguridad como parte integral de la cotidianidad, la utilización de sofisticados mecanismos de inteligencia tecnológica, y de políticas de prevención, contención, neutralización y de respuesta rápida frente a todo lo que sea considerado atentatorio o desestabilizador del orden vigente. En tercer lugar, la hegemonía del capitalista tiene como soporte una lógica cultural de la producción y exacerbación del miedo y de un estado permanente de inseguridad entronizado en la vida y la práctica cotidiana, para lo cual se activan múltiples dispositivos que comprenden un espectro que se encuentra entre la propaganda burda y la acción comunicativa sofisticada, entre otros. La reinvención permanente del “enemigo” se ha convertido en necesidad. La hegemonía capitalista se soporta, en cuarto lugar, en un régimen de “democracia gobernable”, esto es, organizado para garantizar la reproducción relativamente estable del régimen político, del sistema político y de partidos, y de la separación (formal) de los poderes públicos. Por la vía del procedimiento electoral, se espera que el régimen democrático-liberal así organizado sea validado en forma recurrente, y que tenga la capacidad de capturar, reconducir y absorber las fugas o las disidencias del sistema. Y en quinto lugar, la hegemonía capitalista de sustenta en la construcción de un orden del derecho, flexible y dúctil al propósito fundamental que consiste justamente en garantizar el proyecto hegemónico en su conjunto. Junto con el reconocimiento de los derechos humanos, que pueden acotados por razones de “seguridad”, el orden del derecho es esencialmente un orden de la protección y la garantía a los derechos del capital. Lo que se ha visto a lo largo de las últimas décadas es un proceso de constitucionalización y de innumerables desarrollos legales en ese campo.
Tesis 3. Límites intrínsecos de la hegemonía capitalista. La hegemonía capitalista de la que hablamos es mundial y a escala planetaria, como lo es la propia formación socioeconómica y política de capitalismo. Tal formación del capitalismo, concebida desde el mayor nivel de abstracción, no elimina en absoluto sus configuraciones nacional-estatales, territoriales o locales, como se ha venido demostrando recientemente. Hablamos de una totalidad capitalista que se organiza con base en una unidad diversa y contradictoria. La lógica de la contradicción implica que los mismos rasgos que se constituyen en fundamento de la estabilidad sistémica y de su predominio hegemónico, son los que pueden devenir (o devienen) en límite y en factor de su superación. Las salidas que ha encontrado el capitalismo para prolongar su proyecto hegemónico y enfrentar la crisis sistémica, al mismo tiempo se constituyen en factor para la generación de nuevas tendencias de crisis y de su necesaria superación. Con ello, no se pretende formular una posición determinista sobre el inexorable derrumbe del sistema. Pensar en la superación del capitalismo, sólo es posible si se considera el estado de la lucha de clases y la disposición de la acción política colectiva de las clases subalternas y de la clase trabajadora en particular de cara a ese propósito.
Tesis 4. Conflictividad interburguesa y problemas de la hegemonía. Aunque a primera vista la hegemonía capitalista se asemeja a una fortaleza inexpugnable, no sólo por el poder que exhibe, sino por su capacidad demostrada de renovar el régimen de dominación y explotación de clase, en realidad se está en presencia de un proyecto hegemónico con múltiples fugas y fisuras, que si bien no ha logrado ser superado, tampoco cuenta con condiciones de estabilidad y de garantía de reproducción absoluta. Por una parte, se encuentra la afectación de la hegemonía por los conflictos derivados de la tendencia a la organización supranacional y transnacional del capitalismo y la oposición a ésta de trayectorias nacional-estatales, con reivindicaciones y particularidades propias. Por otra, se hallan los conflictos inter-burgueses, entre diferentes facciones del bloque de poder y formas de organización del capital, los cuales se expresan en la existencia de diversos proyectos políticos y de política económica, en los que se advierte la ausencia de consenso respecto de la forma de garantizar el “interés capitalista general”. En ese sentido, tras la demostrada obsolescencia de los proyectos socialdemócratas, lo que se terminó imponiendo como salida transitoria a la persistente tendencia a la crisis han sido variedades de neoliberalismo político, económico y social. Más recientemente se observa un relativo ascenso de proyectos político-económicos de estirpe neoconservadora o neofascista, los cuales encuentran respaldo por parte de sectores importantes de la población afectados por la crisis económica y social. En ningún caso, se avizora la perspectiva de un orden social capitalista con capacidad de resolver en forma definitiva los problemas que le son inherentes a él. La hegemonía también se fractura “por arriba”.
Tesis 5. Luchas sociales y populares y fisuras de la fortaleza. Pero más que los conflictos derivados de la propia organización de la dominación y explotación, se encuentran los que se explican por el estado de la lucha de clases, de la movilización social y popular por la reivindicación de sus derechos a escala planetaria. Existe suficiente evidencia para demostrar que la crisis capitalista se ha acompañado de múltiples movilizaciones y expresiones organizativas, en su gran mayoría en la forma de luchas de contestación y de resistencia; pero también ha traído consigo el surgimiento de nuevos proyectos políticos, algunos de ellos con alcances anti-sistémicos. Los contenidos y los alcances de las luchas son variados; lo mismo su intensidad y localización geográfica. Al tiempo que se observan importantes procesos de unificación del campo popular, también es notoria la dispersión y la fragmentación. Allí donde prima lo primero, se ha demostrado que es posible afectar la dominación y avanzar en propósitos democratizadores. La fragmentación demuestra la dificultad para desarrollar proyectos colectivos que se fundamenten en el reconocimiento de la diversidad de los intereses de las clases subalternas. Persisten dificultades para que el interés general incorpore los intereses específicos; pero también para que éstos se construyan con base en el reconocimiento del interés de clase en general. Ahí se encuentran tareas pendientes, que sólo pueden ser el resultado de construcciones y esfuerzos colectivos y de comunidad. Por otra parte, son múltiples las expresiones en las que se desarrollan formas de organización social y política democrática que trascienden la lógica económica y cultural del capitalismo. Todo ello representa construcción social y aprendizaje en el propósito de enfrentar la lucha por la superación del orden social vigente de manera más cualificada y con nuevos elementos. Al mismo da cuenta de la irrupción renovada del sujeto social para el cambio político, a concebir a partir de un entendimiento amplio y complejo de la clase trabajadora, derivado de los resultados del proceso de subsunción real del trabajo al capital al que se ha asistido durante las últimas décadas. Todo lo anterior genera fisuras en la fortaleza, que van operando como la actividad de la termita, demostrando que es posible ir socavando las estructuras que le sirven de soporte. Se viene evidenciando que la aspiración del socialismo/comunismo como propósito humanista y humanizador puede ser el resultado de una revolución social en curso en el seno del propio orden social vigente, de acumulados muchas veces imperceptibles, así como de una decidida acción política por el acceso al poder y las posiciones de gobierno para la puesta en marcha de transformaciones estructurales por una nueva sociedad.
Tesis 6. Configuraciones geopolíticas y dominación imperialista. La forma histórico-concreta asumida por el dominio capitalista tras el derrumbe de la experiencia del “socialismo realmente existente” en la Unión Soviética y Europa Oriental reforzó inicialmente las posiciones geopolíticas del imperialismo en cabeza los Estados Unidos en calidad de potencia hegemónica. Se estableció en el sistema de relaciones internacionales y globales un orden unipolar en el sentido del inicio de un ciclo expansivo del capitalismo hacia territorios y lugares en los que no había sido posible imponer su lógica. Asimismo, se profundizó la relación social capitalista merced a los procesos de mercantilización de toda la vida social. La mundialización del capitalismo trajo consigo, no obstante, la conformación de nuevos fundamentos y desarrollos de la conflictividad social y de clase, asumiendo las más diversas modalidades en cuanto luchas nacionales, territoriales, culturales, obreras, étnicas, de género, de diversas minorías, de migrantes y desplazados forzados, por la dignificación el trabajo, contra la exclusión, la desigualdad y la segregación social, el racismo y la xenofobia y la depredación socioambiental, en defensa de la vida en el planeta y en demanda de acciones urgentes contra el cambio climático, entre otras. Y también de la recuperación de experiencias históricas, así como de nuevas construcciones sociales que promueven la solidaridad, la cooperación social y la organización en comunidad. La unipolaridad impuesta por el imperialismo, recurriendo al dominio tecnológico, monetario-financiero, político y cultural, y basada en el uso recurrente del poderío militar, ha encontrado límites. Ha tratado de preservarse recurriendo a guerras localizadas (incluida la que tuvimos que enfrentar en nuestro país), nombradas todas ellas como “guerras contra el terrorismo”, el nuevo enemigo inventado y en muchas ocasiones producido por el propio imperialismo; también, mediante la activación de todo tipo de dispositivos de control político y social para la preservación de la “seguridad”. Tras cerca de dos décadas de la imposición de la unipolaridad, resquebrada en todo caso por dentro y en marco de la crisis, es evidente la tendencia el declive de la hegemonía imperialista en cabeza de los Estados Unidos, aplazada justamente por la terminación del ciclo del orden bipolar capitalismo/socialismo que se había impuesto tras el fin de la segunda guerra mundial. Desde luego que no estamos frente al fin del imperialismo.
Tesis 7. Declive de la hegemonía estadounidense y nueva multipolaridad. Al lado del declive de la hegemonía estadounidense se aprecia la lenta configuración de un orden multipolar, en el que diversas potencias mundiales (China y Rusia, particularmente) se disputan posiciones hegemónicas e incluso la configuración de una nueva hegemonía. Tal situación, al tiempo que acrecienta el peligro del ejercicio de la violencia y la guerra, merece ser estudiada con detenimiento. Sin que un orden multipolar represente la modificación de la naturaleza de orden social capitalista a escala planetaria, sí es expresivo de intereses y visiones políticas distintas que según circunstancias y condiciones pueden darle mayores posibilidades o no a proyectos políticos en la escala nacional-estatal. Ello se ha demostrado en el caso de Nuestra América. El debilitamiento de la hegemonía de los Estados Unidos en la región por cuenta de los cambios políticos democrático-populares y progresistas ocurridos durante los últimos tres lustros se ha acompañado de propósitos de superación de relaciones históricas de dependencia frente a ese país, promoviendo relaciones de diversificación que han acrecentado la presencia de China y Rusia e incluso de Irán. Su presencia e impactos deben ser objeto de mayor análisis, no sólo respecto de las relaciones estrictamente económicas, sino de cara a configuraciones geopolíticas más complejas. En perspectiva de geopolítica mundial, el declive de la hegemonía de los Estados Unidos, va de la mano de la persistente crisis europea (amenazando el futuro del proyecto de integración capitalista) y del papel de otras potencias que por lo pronto generan nuevas condiciones para una configuración multipolar del orden mundial capitalista. Nuestra América registra en ese contexto tendencias particulares y procesos propios.
2. Campo de fuerzas y disputas por Nuestra América
Tesis 8. Los cambios políticos en Nuestra América y la geopolítica regional. Durante los tres últimos lustros, Nuestra América ha sido escenario de una intensa lucha social y de clases y de importantes cambios en las configuraciones geopolíticas. Tras un período de hegemonía neoliberal, se emprendieron en la región procesos de cambio en diferentes países, especialmente de Suramérica que, analizados de conjunto, produjeron una modificación en la correlación política y social de fuerzas de la región, desataron transformaciones democrático-populares, generaron expectativas sobre la posibilidad real de avanzar en proyectos alternativos de sociedad y, al mismo, desataron una feroz resistencia y oposición por parte de los sectores vinculados a los intereses del gran capital y las corporaciones transnacionales, articulados en torno a proyectos políticos de derecha. Los cambios políticos democráticos, junto con la reivindicación de los principios de soberanía y autodeterminación, condujeron a un debilitamiento de la hegemonía del imperialismo, provocando la respuesta de los Estados Unidos para recuperar las posiciones perdidas; propósito en el cual ha buscado y encontrado el apoyo de las fuerzas internas de derecha y de los gobiernos neoliberales de la región. Como producto de ello, durante la primera década de presente siglo fue evidente una nueva configuración geopolítica de Nuestra América favorable al avance democrático y la transformación social.
Tesis 9. Agudización de la contienda política e inestabilidad del campo de fuerzas. Durante el último lustro se ha agudizado la contienda política por el futuro de Nuestra América, tanto en los respectivos países, como en el orden geopolítico regional. Los gobiernos democrático-populares y progresistas mostraron diversos alcances y limitaciones. Algunos de ellos, particularmente los de Venezuela, Bolivia y Ecuador, apoyados en una amplia movilización social y popular, realizaron procesos constituyentes que profundizaron la democracia política, económica y social y emprendieron transformaciones de carácter estructural con avances diferenciados. Otros, moderados, como en los casos de Brasil, Uruguay y Argentina, tuvieron desarrollos más modestos y contradictorios; al tiempo que adelantaron políticas sociales que mejoraron la vida cotidiana de los trabajadores, no produjeron rupturas sustanciales con el modelo económico neoliberal imperante. El carácter heterogéneo de los gobiernos democrático-populares y progresistas y sus disímiles agendas políticas no favorecieron los propósitos de profundizar procesos de integración alternativa, como los impulsados por Cuba y Venezuela con la Alianza Bolivariana de los Pueblos de Nuestra América –Alba, para oponerlos con éxito a la integración neoliberal del “libre comercio” promovida por Estados Unidos y la Alianza del Pacífico. El desenvolvimiento de los procesos políticos internos, caracterizado por una intensificación de la lucha de clases, los conflictos en el campo popular y la movilización de la derecha apoyada abiertamente por los Estados Unidos, ha generado impactos que, analizados en general, han producido inestabilidad y debilitamiento de la tendencia de cambio y transformación social observada en la década anterior. A ello se agregan los efectos negativos de la crisis mundial del capitalismo. En algunos casos, la derecha retornó a posiciones de gobierno por la vía electoral o través de los llamados golpes blandos. Como consecuencia de ello, se ha hablado equivocadamente del fin del “ciclo de izquierda” o del “ciclo progresista”. Por otra parte, el campo político de la derecha tampoco se caracteriza por la estabilidad de sus proyectos políticos. En los países en los que la derecha gobierna y persisten y se acentúan las políticas neoliberales se adelantan importantes movilizaciones y luchas sociales de resistencia. No se puede considerar que se esté en presencia de proyectos de derecha con consistencia de mediano y largo plazo.
Tesis 10. El momento actual y la disputa por el destino de Nuestra América. De la situación política y social de Nuestra América no se puede inferir que estamos frente al fin del “ciclo de izquierda” o del “ciclo progresista” y de cara al inicio de un nuevo ciclo político de derecha y de reafirmación del neoliberalismo. Nos encontramos más bien en un nuevo estadio de la lucha de clases en el que se disputa intensamente el destino de Nuestra América. En primer lugar, son evidentes las pretensiones de una restauración neoconservadora y de reafirmación del neoliberalismo, para revertir los avances democráticos políticos, económicos, sociales y culturales que impusieron los gobiernos democrático-populares y progresistas y la movilización social y popular. Tales pretensiones están encabezadas por los sectores de la derecha y cuentan con el respaldo de los Estados Unidos. En segundo lugar, se encuentran las expresiones que han impulsado la tesis del fin del neoliberalismo y del tránsito a “sociedades posneoliberales”, enfatizando en una redefinición del “modelo económico” basada en el reforzamiento de capitalismo productivo, en oposición al capitalismo especulativo financiero. Su horizonte no es anticapitalista y se sitúa más bien en el campo de la gestión y la reforma del régimen existente. Estas expresiones se han formulado desde algunas posiciones de gobierno y en parte son el producto de las nuevas configuraciones del bloque de poder en diversos países de la región. Su espacio político se ha venido cerrando fruto de los avances de la derecha, como se observa en las experiencias de Argentina, Brasil y más recientemente Ecuador. En tercer lugar, las corrientes que buscan recuperar o mantener, según el caso, el curso de las transformaciones democrático-populares, se distancian de los enfoques posneoliberales y propugnan por una profundización de los procesos de cambio. Su discurso es poscapitalista y con elaboraciones hacia nuevos entendimientos de socialismo. Su fuerza se encuentra en posiciones de gobierno, particularmente en Bolivia y Venezuela, y en sectores del movimiento social y popular. Entre tanto debe reconocerse la irrupción de una oposición de izquierda, que se mueve en un péndulo que oscila entre la crítica constructiva y el extremismo que favorece a la derecha. Hacia dónde se encauza la región en forma definitiva es un asunto todavía no resuelto. Por lo pronto puede afirmarse que hay una imposibilidad de garantía para proyectos político-económicos estables y con perspectiva de largo plazo tanto para la derecha como para izquierda. La aguda contienda por el destino político de la región está en el centro de los procesos políticos.
Tesis 11. La estrategia de Estados Unidos para la región y su gobierno actual. La estrategia de Estados Unidos para Nuestra América sigue las pautas de la “dominación de espectro completo”, esto es, de un proyecto dominación que no se sustenta exclusivamente en el uso de la fuerza y el poderío militar, al cual no sólo no se renuncia, sino que se le despliega con la instalación bases militares en lugares estratégicos de la región con el propósito de garantizar el control y el acceso estratégico a recursos naturales, adelantar actividades preventivas de contrainsurgencia y facilitar condiciones para eventuales intervenciones directas. A ello se articulan las estrategias de dominación política, económica, tecnológica y, particularmente, aquellas de carácter cultural, a las que se les brinda un papel destacado. La pérdida de posiciones en la región por cuenta de los cambios políticos condujo a un mayor activismo para la recuperación de las posiciones perdidas y en la implementación de políticas de contención del avance democrático. En ese aspecto, debe considerarse especialmente el apoyo abierto a fuerzas de derecha, a las que se les financia, organiza e incluso articula en el nivel transnacional. Asimismo, la promoción de los llamados golpes blandos, con los que se inducen cambios políticos para revertir procesos políticos que puedan afectar intereses de los Estados Unidos y de sectores de las clases dominantes, pero manteniendo la fachada del orden constitucional. Con la llega de Donald Trump al gobierno no deben esperarse cambios significativos en la estrategia estadounidense. Probablemente habrá cambios de acento por el impacto de las políticas de “libre comercio” que también han afectado la producción y el empleo en Estados Unidos. La nueva derecha también reivindica la “producción nacional” en el contexto de la persistente crisis capitalista mundial. Así mismo, debe preverse en ese marco que se acentúen políticas y prácticas xenófobas y se reoriente a fondo la política de migraciones. La pretensión de construir un muro a lo largo de la frontera mexicano-estadounidense tendrá grandes repercusiones no solo en el sentido material, sino en el ámbito cultural y simbólico. Muy seguramente tendrá efectos contrarios a los esperados por quienes lo auspician; puede constituirse en símbolo para estimular una mayor cohesión de los pueblos de Nuestra América e incluso alentar un espíritu antimperialista.
Tesis 12. El ejemplo de Cuba y la vigencia del ideario emancipador en Nuestra América. Cuba revolucionaria es el ejemplo de una aspiración histórica que se fundamenta en la dignidad, la abnegación, la coherencia, la persistencia, la disposición a la corrección, y la unidad, como principios y valores rectores de la acción política. Cuba es la demostración de los alcances y posibilidades de la construcción colectiva de un proyecto alternativo de sociedad, en medio de los mayores obstáculos y limitaciones; y sobre todo, del significado cultural de mantener viva la llama de la necesaria superación histórica del orden social capitalista y del ideario emancipador del socialismo/comunismo. Las experiencias emancipadoras de Cuba y de otros pueblos, así como las experiencias de movilización y lucha de las gentes del común y de la clase trabajadora en Nuestra América hacen parte de un acumulado histórico de resistencia y de esfuerzos por construir una nueva sociedad, que debe ser apropiado, siempre teniendo en cuenta las particularidades y especificidades, así como las trayectorias diferenciadas de los procesos políticos en la región. En el mismo sentido, debe considerarse el ideario emancipador, bolivariano, libertario, socialista y comunista, que constituye fuente indiscutible para las elaboraciones teóricas y políticas que demanda el presente. A los cambios políticos de la primera década del siglo XXI se le abona la resiembra de la perspectiva socialista y comunista, así ésta no posea elaboraciones concluyentes y sea también un proceso en construcción.
Tesis 13. La importancia del acuerdo de paz en Colombia y la geopolítica regional. Dada la situación geopolítica regional y la aguda disputa en el campo de fuerzas por el destino de Nuestra América, el acuerdo de paz posee un profundo significado para una perspectiva política democrática. La sola firma de los Acuerdos de La Habana representa contribución al propósito de hacer de la región una “zona de paz” en los términos propuestos por la Celac, limitando de esa manera el campo de la intervención militar directa del imperialismo. Por otra parte, si los acuerdos se logran implementar en los términos previstos y se avanza en la consolidación de una perspectiva democrática, derrotando las fuerzas de la ultraderecha en Colombia, se habrá aportado también a una correlación política y social de fuerzas favorable al cambio político en el conjunto de la región. Considerando el reconocido lugar estratégico de nuestro país desde una perspectiva geopolítica, es evidente que el curso del proceso político interno incidirá sobre la trayectoria regional y ésta, por su parte, repercutirá sobre tendencias internas.