Equilibrio a prueba en Medio Oriente
30 octubre, 2017
category: EDICIONES IMPRESAS
Tras la derrota en Siria, Trump alimenta viejas estrategias en tiempos diferentes
Washington ataca el acuerdo con Irán y avala a Israel en Palestina, la matanza en Yemen y el aislamiento de Qatar. Nueva política de Rusia hacia Israel y Arabia Saudita, incondicionales de Trump.
La amenaza del presidente Donald Trump de renunciar al acuerdo que Estados Unidos y las principales potencias firmaron con Irán en 2015 promueve el regreso de la tensión política entre países cuya confrontación militar pende de un hilo. Europa, Rusia y China rechazaron la provocación de Washington que apela como nunca antes a sus socios en Medio Oriente, Israel y Arabia Saudita.
Trump argumentó el 13 de octubre que el pacto con Irán tiene “defectos graves”, que no responde al “interés nacional” y que traza “un camino hacia más violencia”. El acuerdo fue firmado en 2015 entre su antecesor Barack Obama, Irán, Francia, Reino Unido, Alemania, China y Rusia. A través de él, el gobierno de la República Islámica se comprometió a limitar sus actividades nucleares a cambio del levantamiento parcial de las sanciones internacionales. Se lo conoce como Jcpoa (Plan Integral de Acción Conjunta, por sus siglas en inglés).
De este acuerdo devino una ley estadounidense mediante la cual cada 90 días el presidente del país del norte debe certificar al Congreso que el acuerdo con Irán favorece el “interés nacional”. Al eliminar esa certificación, Trump dejó en manos del Congreso decidir en los 60 días siguientes al 13 de octubre si vuelve a imponer sanciones a Teherán.
Reacción contundente
La Unión Europea rechazó cualquier posibilidad de renegociar el acuerdo. Apenas se conoció el anuncio de Trump, la primera ministra británica, Theresa May; la canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente francés, Emmanuel Macron, destacaron que el acuerdo “fue la culminación de 13 años de diplomacia y un importante paso adelante para lograr que el programa nuclear de Irán no derive hacia fines militares”. Recordaron además que el acuerdo recibió el apoyo unánime del Consejo de Seguridad de la ONU.
Antes de ese comunicado el presidente de Irán, Hasán Rohani, le garantizó telefónicamente a Macron que cumplirá el acuerdo nuclear con el denominado Grupo 5+1. Rohaní le dio “la garantía de que Irán continuará aplicando sus compromisos en el marco del Plan de acción global común, en particular en la cooperación con el Oiea”, en referencia al Organismo Internacional de la Energía Atómica.
El director general del Oiea, Yukiya Amano, reafirmó que “los compromisos en materia nuclear adquiridos por Irán se están cumpliendo” y recordó que el país es sometido “al sistema de verificación nuclear más robusto del mundo”. Oiea es la agencia de la ONU encargada de controlar el uso exclusivamente pacífico de la tecnología atómica y responsable de vigilar el cumplimiento del acuerdo.
La alta representante de la Unión Europea (UE) para la Política Exterior, Federica Mogherini, replicó a Trump al afirmar que “no está en manos de ningún país del mundo ponerle término”, al acuerdo con Irán. “El presidente de Estados Unidos tiene muchos poderes, pero no éste”, dijo.
Tres días más tarde los ministros de Exteriores de los 28 países de la UE concluyeron: “la UE está comprometida con continuar la implementación total y efectiva de todas las partes del acuerdo” que “se está aplicando con éxito”; “es crucial para la seguridad de la región” y “tiene un impacto positivo en las relaciones económicas y comerciales con Irán”.
Horas antes de que se conociera oficialmente la decisión de Trump, Rusia alertó que “tales acciones causarían un claro daño a la atmósfera de predictibilidad, seguridad y no proliferación en todo el mundo”, según el portavoz Dimitri Peskov.
El ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, mantuvo una conversación telefónica con su homólogo iraní, Mohamad Yavad Zarif, para informarle “el apego total de Rusia al Plan y su fuerte voluntad de que sea cumplido íntegramente en la versión aprobada por el Consejo de Seguridad de la ONU”.
Socios renovados
La ofensiva de Trump contra Teherán incluyó también la aplicación por parte del Departamento del Tesoro de Estados Unidos de sanciones “por terrorismo” al Cuerpo de los Guardianes de la Revolución iraní, bajo la acusación de que desestabilizan la región con su apoyo a grupos palestinos en Gaza, en Siria, en Yemen y a las milicias chií libanesas de Hizbulá.
Cuatro gobiernos avalaron los anuncios de Washington. El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, dijo que el mandatario estadounidense “ha hecho frente al régimen terrorista de Irán con valentía”. El ministro de Inteligencia israelí, Israel Katz, concluyó: “Irán es la nueva Corea del Norte”.
También Emiratos Árabes Unidos señaló que Washington toma las medidas “necesarias para hacer frente al mal comportamiento de Irán”, en referencia no sólo al acuerdo nuclear sino también al programa iraní de desarrollo de misiles balísticos que Teherán ha confirmado con el argumento de defenderse de las agresiones de Estados Unidos y sus aliados. Otro reino árabe, Baréin, señaló que “acoge con satisfacción la estrategia estadounidense” de “destacar que Irán es el mayor patrocinador del terrorismo”.
Al día siguiente de los anuncios de Trump el rey de Arabia Saudí, Salman bin Abdulaziz, habló por teléfono con el presidente de Estados Unidos. Un comunicado oficial señala que “el rey Salmán elogió al presidente Trump por su nueva estrategia visionaria con Irán y se comprometió a apoyar a los líderes estadounidenses”.
Arabia Saudí es uno de los seis miembros del Consejo de Cooperaciones del Golfo (CCG) junto a Emiratos Árabes Unidos, Baréin, Kuwait, Omán y Qatar, aunque este último país está siendo sometido a un boicot y bloqueo por parte de sus socios que, a instancias de Washington, lo acusan de tener vínculos con Irán. El 5 de junio pasado Arabia Saudita, Egipto, Emiratos Árabes Unidos y Baréin rompieron relaciones diplomáticas y comerciales con Qatar luego de que Trump dictaminara que este país no estaba a la altura del CCG “para contrarrestar actividades desestabilizadoras de Irán en Siria, Yemen, Irak y en otros lugares de la región”.
La estrategia de Trump para Medio Oriente se consolidó en mayo pasado cuando realizó su primera visita al exterior. El 20 llegó a Arabia Saudí, se reunió con el rey Salmán y con el CCG. Luego viajó a Israel para verse con el primer ministro Netanyahu. En cada uno de estos encuentros, y de manera pública, todos mencionaron a Irán como el factor desestabilizador en la región. Un par de semanas más tarde llegó la ruptura con Qatar, el aval a la expansión de las colonias judías en territorios palestinos y, más recientemente, la amenaza de ruptura del acuerdo con Irán.
Estados Unidos y Arabia Saudí son socios en otra guerra que genera por estos días la segunda mayor tragedia humanitaria luego de Siria: Yemen, considerado por ambos gobiernos como “centro de reclutamiento, entrenamiento y tránsito terrorista”. Washington y Riad ejecutan una intervención militar que se inició en marzo de 2015, para intentar repeler a milicias supuestamente respaldadas y armadas por Irán. Organizaciones internacionales denuncian permanentemente que detrás del argumento de lucha contra el terrorismo se produce una masacre de civiles.
El factor Moscú
Otro dato que confirma el cambio de política en Medio Oriente: en julio, tras reunirse con el presidente ruso, Vladimir Putin, Trump reconoció implícitamente el fracaso del plan para derrocar al presidente sirio Bashar al Assad, pergeñado siete años atrás por Obama y las agencias del imperio. Trump pidió a la CIA dejar de financiar y de proveer armamentos a los grupos opositores a al Assad y sólo se concentró en la ayuda militar a los kurdos de las Fuerzas de Siria Democrática (FSD) en su lucha contra Daesh (Estado Islámico). Rusia prometió a cambio que ayudaría a que Irán, aliado de Moscú en Siria, no iría más allá de los declarados objetivos de ayudar a al Assad.
Moscú, convertido desde hace tres años en actor determinante para el equilibrio político y militar en Medio Oriente, reforzó en estos tiempos su alianza con Irán y también con Turquía, hasta hace un año aliado incondicional de Washington en su ofensiva contra al Assad. Putin también recibió al menos dos veces en el último año a Netanyahu y el 5 de octubre al rey Salman de Arabia Saudí. “Esta es la primera visita a Rusia de un rey saudí en toda la historia de nuestras relaciones. Esto ya es de por sí un acontecimiento muy significativo”, dijo Putin de otro de los grandes países financistas de la guerra en Siria. En el encuentro Putin y Salman abordaron las crisis de Siria, Irak, Libia, Yemen y el conflicto palestino-israelí. En tiempos de complejos equilibrios militares y políticos, cuando los periodistas le preguntaron a Putin por esta visita del rey Salman a Moscú siendo que se trata del principal aliado de Washington, el mandatario ruso concluyó: “todo cambia”.