27 noviembre, 2017
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Oficialismo depende del electorado del Frente Amplio para retener el gobierno
La segunda vuelta mostrará si las bases nacidas contra la élite política dan la chance a un candidato independiente pero condicionado por el poder establecido. “El enemigo es Piñera”, coinciden.
Trece agrupaciones de izquierda integran el Frente Amplio que logró 20,62% de los votos en la primera vuelta electoral. El mayor problema de ellos no parece ser el eventual apoyo a Alejandro Guillier frente a Sebastián Piñera en la segunda vuelta, sino cómo sostener y ampliar las bases de un movimiento que hace tambalear el bipartidismo acuñado por las élites.
Más allá de los eventuales acuerdos de cúpulas, será el electorado quien defina el 17 de diciembre si apoya al senador independiente Alejandro Guillier frente a una derecha obligada a negociar con el pinochetismo o si se desentiende de una disputa electoral a la que una parte de la izquierda considera ajena.
Los comicios del 19 de noviembre dejaron la urgencia de contar voto a voto lo que vendría en diciembre y la idea promedio de la población de que Piñera y Guillier no son lo mismo. Pero para el Frente Amplio de Beatriz Sánchez lo importante es evitar que la nueva y amplia unidad entre partidos políticos alternativos y movimientos sociales sea arrastrada por las urgencias del establishment.
Los números finales de la primera vuelta, según cifras del Servicio Electoral (Servel), señalan: Piñera (Chile Vamos): 36,66%, 2.408.831 de votos; Guillier (Nueva Mayoría): 22,68%, 1.489.991 de votos. Con 150 mil votos menos se ubicó tercera Beatriz Sánchez (Frente Amplio, 20,26%). Luego, el ultraderechista José Antonio Kast (7,94%); Carolina Goic (Democracia Cristiana, 5,88%), Marco Enríquez-Ominami (Partido Progresista, 5,72%), Eduardo Artés (0,51%) y Alejandro Navarro (0,36%). Votos nulos: 0,98% y en blanco 0,59%.
Diputados y senadores
Participó el 46,66% de los 14,3 millones de personas que integran el padrón en un país donde el voto es voluntario. La cifra es baja pero no catastrófica como anticipaban las “consultoras” de un poder político cuya hegemonía está en plena discusión, elección tras elección, y también en las calles.
El escenario legislativo que se abrió el 19 de noviembre es una muestra de esa eclosión. La caída del régimen electoral pos pinochetista sostenido hasta ahora por la conveniencia del bipartidismo hace que esos partidos antes ahogados esta vez estén presentes en el Congreso.
Los números fríos dicen que el bipartidismo (derecha-centroizquierda) se mantuvo en pie porque sus representantes van a disputar la segunda vuelta. Otra lectura es que la izquierda pone un pie en un ámbito hasta ahora vedado, excepcionalmente habitado por el Partido Comunista (PC) y sólo en alianzas con la socialdemocracia.
La nueva ley electoral fue impulsada por la oficialista Nueva Mayoría ex Concertación para atender las presiones de sectores que hoy son visibilizados en esta elección. La norma aprobada a comienzos de 2015 puso fin al llamado sistema binominal y estableció un criterio de reparto proporcional, basado en la llamada Ley d’Hondt. En consecuencia, ninguna agrupación política tendrá mayoría en ninguna de las dos cámaras del Congreso chileno.
En la Cámara de Diputados la derecha formada por los partidos Evolución Política (Evópoli), Regionalista Independiente, Renovación Nacional (RN) y Unión Demócrata Independiente (UDI) tendrá 46%, 71 de los 155 diputados. Antes de la reforma electoral la cámara baja tenía 120 miembros.
El actual oficialismo tendrá 57 asientos, el 37% del total. La bancada estará compuesta por el Partido Comunista (PC), el Partido por la Democracia (PPD), el Partido Radical Socialdemócrata (PRSD) y el Partido Socialista (PS). La Democracia Cristiana, ya por fuera de la actual coalición gobernante, quedará con 14 parlamentarios.
El Frente Amplio, actualmente con tres diputados, a partir de marzo contará con 21 legisladores, un 14% del total. Los movimientos de izquierda que estarán representados en esa banca son Revolución Democrática, Partido Liberal, Partido Humanista, Partido Ecologista Verde, e Igualdad y Poder.
En el Senado, que el 19 de noviembre renovó 25 de sus 38 escaños, Nueva Mayoría tendrá 21, el 49% de la composición. Chile Vamos 19 senadores, 44% del total; Democracia Cristiana mantendrá seis senadores y Frente Amplio tendrá uno.
Libros de campaña
Piñera promete liderazgo, crecimiento, creación de puestos de trabajo y reducción de la pobreza y las desigualdades sociales; bajar impuestos a las empresas, restablecer el rol del sector privado en la educación y canalizar más recursos a los fondos privados de pensiones.
De acuerdo a lo que él mismo anunció en la campaña electoral de cara a la primera vuelta, si logra la Presidencia cambiará o anulará las reformas promulgadas por Bachelet en materia tributaria y educativa. Lo mismo prometió hacer con la recientemente sancionada ley que despenaliza el aborto en determinados casos. Su programa de gobierno evidencia recortes en programas sociales.
Guillier se comprometió durante la campaña a profundizar las acciones de Bachelet pero a su vez se mostró distante de los partidos políticos que conforman el oficialismo. Su programa de gobierno, exhibido antes de la primera vuelta, promueve crecimiento económico, participación ciudadana, y descentralización y distribución del poder. Promete poner valor agregado a los recursos naturales característicos de Chile como el cobre, la pesca, madera y minería en general.
Aseguró que si gana la Presidencia eliminará el Crédito con Aval de Estado (CAE), que tiene endeudado a miles de estudiantes universitarios, fortalecerá a las universidades y seguirá avanzando en la gratuidad de la educación superior.
Propuso establecer un Estado Plurinacional que reconozca en distintos grados de autonomía territorial de los pueblos indígenas y “transferir poderes y competencias de manera gradual”. Agregó que la próxima Constitución debe señalar que “Chile es una comunidad de naciones, en la que conviven la nación chilena y las indígenas, organizándose en un Estado Unitario, descentralizado y plurinacional”.
También prometió varias leyes a favor de la igualdad de la mujer como “acceso libre gratuito y garantizado a todos los métodos de anticoncepción”; igualdad en “remuneraciones con los hombres y la creación de un observatorio de medios para prevenir la violencia de género”.
El Frente Amplio pretende que varias de sus promesas de campaña se transformen en compromisos por parte de Guillier: convocatoria de una asamblea constituyente; poner fin al sistema privado de pensiones; gravar con 2% anual el patrimonio de los más ricos del país para revertir la “desigualdad brutal” de Chile donde el 1% del país concentra el 35% de la riqueza, la mitad de los trabajadores gana menos de 470 dólares y los empresarios son los que menos impuestos pagan entre los países de la Ocde.
Reclutar votos
Piñera apuesta no sólo a cosechar votos de aquellos sectores conservadores que no lo apoyaron en primera vuelta sino también a mermar la voluntad de ir a votar a los sectores de izquierda. Después de los comicios señaló a la prensa extranjera que “nuestra candidatura no se va a derechizar ni se va a izquierdizar; vamos a seguir convocando al centro social”. Unas horas antes había aceptado el apoyo incondicional de José Antonio Kast, candidato de la extrema derecha que obtuvo 7,94% de los votos y que reivindica al dictador Augusto Pinochet.
Al referirse al “centro social” Piñera apuntó a sectores conservadores del electorado y en especial de la Democracia Cristiana (DC), cuya candidata Carolina Goic, renunció inmediatamente a la Presidencia del partido luego de obtener sólo el 5,8% de los votos.
Tras la renuncia de Goic, principal impulsora de romper con la alianza oficialista Nueva Mayoría porque “Guillier es demasiada izquierda”, dirigentes y legisladores pidieron para la segunda vuelta el respaldo “inmediato e incondicional” al candidato oficialista. Otro candidato del espacio progresista, Marco Enriquez-Ominami, que logró 5,72% de los votos, puso a disposición su apoyo a Guiller.
En aquel primer reacomodamiento Beatriz Sánchez apenas adelantó que el Frente Amplio pretende de Guiller compromisos “serios” que garanticen la profundización de las reformas impulsadas por Michelle Bachelet. “Nuestro principal adversario es Piñera” dijo en consonancia con otro de los principales referente del Frente Amplio, Jorge Sharp, alcalde de Valparaíso: “yo estoy convencido de que con la derecha los chilenos y las chilenas vamos a vivir peor”.
Lejos de esperar un acuerdo de cúpulas con las trece agrupaciones que conforman el Frente Amplio, Guillier apostó a hablarle “a los votantes” de esta formación. “El programa es lo que nos va a unir” con los votantes del Frente, dijo Guillier. “Si ese mensaje le hace sentido a la Democracia Cristiana, al Frente Amplio y a la izquierda en general, vamos a integrarlos”, añadió.