A las puertas de una guerra comercial entre Estados Unidos y China
Ignacio Díaz – América XXI
Faltan 16 días para la asunción de Donald Trump a la presidencia estadounidense, pero sus decisiones ya tienen impacto internacional. La última de ellas fue el anuncio de que Robert Lighthizer, ex funcionario de Ronald Reagan, estará a cargo de la oficina de Comercio Exterior.
Mediante un comunicado, Trump argumentó que el futuro funcionario “tiene una amplia experiencia en alcanzar acuerdos para proteger algunos de los sectores más importantes de nuestra economía y luchó reiteradamente en el sector privado para evitar malos acuerdos que lastiman a los estadounidenses”. Y agregó: “Lighthizer realizará un trabajo increíble como representante de Estados Unidos para ayudar a transformar las fallidas políticas comerciales que le arrebataron la prosperidad a tantos trabajadores estadounidenses”.
Lighthizer es defensor de medidas proteccionistas, está ligado a la industria del acero y es un fuerte crítico de las estrategias comerciales de China. Una de sus primeras medidas será poner fin al tratado de libre comercio transpacífico, conocido como TPP, que reúne a un puñado de países de Asia y América Latina. También está en la agenda la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (Tlcan) con México y Canadá. En línea con el presidente electo, el funcionario afirmó estar comprometido “con la misión de equilibrar el campo de juego para los trabajadores estadounidenses y forjar mejores políticas comerciales”.
Plan de confrontación
Durante la campaña, Trump amenazó con imponer aranceles a China y en diciembre nombró al economista Peter Navarro, autor del libro “Muerte por China”, como director del nuevo Consejo Nacional de Comercio de la Casa Blanca y al secretario de Comercio, el multimillonario Wilbur Ross. El último nombramiento va en la misma dirección.
En 2008 Lighthizer criticó en un artículo publicado en The New York Times a los defensores a ultranza del libre comercio: “Abrazan el libre comercio sin restricciones, incluso cuando esto ayuda a que China se convierta en una superpotencia (…) No ven otra cosa más que el dogma, sin importar cuántos empleos se pierden, cuánto aumenta el déficit comercial o cuánto cae el dólar”.
China, por el momento, sostiene una postura pública conciliadora sobre las cuestiones comerciales, mientras batalla en la Organización Mundial del Comercio (OMC) para ser reconocida como economía de mercado y eliminar las llamadas medidas antidumping que utilizan principalmente Estados Unidos, Japón y la Unión Europea contra productos chinos que consideran se venden por debajo del valor de mercado. El gigante asiático ya cumplió 15 años como miembro de la OMC y según las normas debería ser reconocido como una economía de mercado, pero otros países se niegan a darle esa entidad.
China es para Estados Unidos el mayor socio comercial y viceversa (excluyendo a la Unión Europea como conjunto). Si Washington impone medidas agresivas contra China al margen de la legislación internacional podría desatarse una guerra comercial entre ambas potencias, con fuerte impacto para la economía mundial. Todo parece indicar que el escenario de conflicto ya está en marcha, aunque está por verse con qué intensidad se dará.
Tensión por Taiwán
A la disputa comercial se suma la confrontación diplomática. Pese a que Estados Unidos reconoce desde 1972 “una sóla China”, Trump puso en duda públicamente el concepto y aceptó en diciembre el llamado de la presidente de Taiwán. Esto provocó la indignación del Partido Comunista chino y un pronunciamiento formal de la Cancillería que manifestó una “seria preocupación”. Ni Pekín ni la ONU reconocen a la isla de Taiwán como un país, aunque funciona de manera autónoma desde 1949.
El 1 de enero el conflicto escaló, la prensa china manifestó que el Ejército está “alarmado” por el apoyo de Trump a Taiwán y aseguró que está “considerando medidas para evitar que la isla avance hacia la independencia”. Entre ellas, la posibilidad de realizar maniobras bélicas cerca de Taiwán y tomar medidas económicas para perjudicar su economía.
Así como la asunción de Trump sugiere un posible acercamiento entre Estados Unidos y Rusia, parece producir un efecto contrario en las relaciones con China. No es un tema para nada menor: son las tres potencias con mayor peso en el mundo actual.