07 agosto, 2017
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Recursos naturales, soberanía energética y concentración en Latinoamérica
La creciente voracidad del capitalismo se sacia con la sobreexplotación de los recursos naturales del planeta. América Latina y el Caribe están expuestos como nunca antes a esa carrera desesperada.
La preocupación por los recursos naturales y energéticos ha estado presente ya desde los economistas liberales clásicos, incluidos los fisiócratas, que medían la riqueza de los territorios en términos del valor de las tierras, el agua y los productos agrícolas. América Latina y el Caribe es una región que cuenta con importantes yacimientos de recursos naturales, tanto renovables como no renovables.
En la etapa colonial y en momentos posteriores regía el patrón de la extracción de los metales para ser enviados a Europa. Durante el siglo XX, algunos países de la región hicieron un aprovechamiento de ciertos recursos naturales como base para su industrialización. En los últimos años, salvo excepciones, las rentas provenientes de los recursos naturales se han incorporado a los presupuestos públicos de los países latinoamericanos.
En la primera década de este siglo algunos países de la región crearon fondos soberanos de inversión de largo plazo, financiados con las rentas provenientes de los recursos naturales. Buscaban ahorrar una proporción de las rentas y canalizarlas hacia inversiones estratégicas, como el mejoramiento de la infraestructura y la puesta en marcha de programas específicos de educación y capacitación, así como la expansión de capacidades tecnológicas y de innovación científica energética.
Como resultado de una gran dotación de recursos y del extraordinario aumento de los precios registrado entre 2003 y 2013 –a pesar de su caída durante la crisis internacional de 2008 y 2009, se generó un incremento considerable de los ingresos de los países productores.
La riqueza del continente
Si trazáramos un mapa de las mayores concentraciones de hidrocarburos resaltarían tres países: Venezuela, que cuenta con el 69% de las reservas de petróleo de toda América Latina y el 60% de las reservas de gas. Brasil que, tras el reciente descubrimiento de un gran yacimiento en las profundidades marinas, podría llegar a ser la segunda mayor reserva de petróleo de la región. Y Bolivia es el territorio con las segundas mayores reservas de gas natural. Ecuador, Perú y Trinidad y Tobago siguen en la lista de recursos como el petróleo y el gas.
Sin embargo, el mapa energético de América Latina estaría incompleto sin el carbón y el agua. El agua de los ríos representa casi el 60% del recurso que utiliza esta región para producir electricidad: Brasil genera el 84% de la electricidad.
Soberanía del Orinoco
En 2001 en Venezuela se dictó la Ley de Hidrocarburos que tuvo como principal objetivo mejorar la participación de la estatal Petróleos de Venezuela S.A. (Pdvsa) en todos los acuerdos petroleros, entre ellos lo referido a las regalías, que pasaron del 1% al 30%. Y en agosto de 2005 nació el Plan Siembra Petrolera que tenía seis objetivos a lograr entre 2005 y 2030: Magna Reserva, Proyecto Orinoco, Proyecto Delta Caribe, Proyecto de Refinación, Proyecto de Infraestructura e Integración energética regional.
Dos años más tarde, Chávez implementó el Plan de Plena Soberanía Petrolera a través del que el Estado reafirmó la mayoría accionaria en todas las nuevas empresas mixtas.
Otra de las medidas tomadas por el Comandante Hugo Chávez fue la nacionalización de la Faja Petrolífera del Orinoco (FPO) y de los Convenios de Exploración a Riesgo y Ganancias Compartidas, con la finalidad de poner fin al proceso de privatización de la industria petrolera, que se había iniciado durante la década de 1990. Esta acción permitió garantizar a la nación una mayoría accionaria de por lo menos 60% en la conformación de las empresas mixtas establecidas, para llevar a cabo la exploración, extracción y procesamiento de crudo en esta área de 55 mil kilómetros cuadrados, que comprende los estados Anzoátegui, Monagas, Guárico y Bolívar, y que constituye la reserva más grande de crudo del planeta.
La visión de Chávez logró consolidar la nacionalización de 33 convenios cooperativos, 11 proyectos de asociaciones y todas las operaciones acuáticas, taladros y actividades de compresión de gas y de agua desarrollas en la Faja Petrolífera del Orinoco.
Desde fines de los años 1980 las exploraciones en áreas petroleras del país estaban a cargo de consorcios extranjeros como Mobil, Nerón, Dupont Conoco, Amoco, Ll&E y Benton de Estados Unidos, la British Petroleum, de Inglaterra y Repsol, de España, lo que originó que el ingreso fiscal por la actividad petrolera, en más de 10 años, fuera apenas de 23 mil 400 millones de dólares, mientras que las pérdidas para la nación significaron 34 mil millones de dólares. “La apertura petrolera no fue sino el intento de quitarle, definitivamente a los venezolanos, su riqueza natural más poderosa y más grande, el intento del imperialismo de adueñarse para siempre de la reserva petrolera más grande del mundo”, apuntó Chávez en esa oportunidad.
Gracias a estas acciones, entre 2002 y 2016 los ingresos fiscales provenientes de la actividad petrolera han alcanzado la suma de 577 mil millones frente a los 23 mil millones de dólares que se obtuvieron entre 1990 y 2001, según cifras de la estatal Pdvsa. Actualmente, la compañía produce más de un millón de barriles de crudo por día, entre las divisiones Carabobo, Ayacucho, Junín y Boyacá con que cuenta la Faja, y que incluyen la asociación estratégica con países como China, Rusia, Brasil, Suráfrica, Italia, India y España.
Decisiones políticas
El 1 de mayo de 2006 el presidente de Bolivia, Evo Morales Ayma, firmó el decreto mediante el cual dispuso la recuperación de los recursos energéticos bolivianos. Durante el último período previo (1995-2005) el país acumuló apenas 4.500 millones de dólares por concepto de renta petrolera. En 10 años de gobierno del Movimiento Al Socialismo (MAS) esa cifra se elevó a 31,5 millones de dólares, según datos oficiales.
La nacionalización de los recursos naturales se tradujo en reducción de la pobreza en más de 20 puntos porcentuales y aumentar el salario mínimo un 44%. Otro de los resultados de la política de nacionalización de los hidrocarburos fue el fortalecimiento del sistema educativo y la alfabetización masiva así como la reducción de la mortalidad infantil.
Concentración monopólica
América Latina cuenta con más del 10% de las reservas probadas de petróleo en el mundo. Venezuela se ubica en el primer lugar y tras los últimos descubrimientos, Brasil posee las segundas reservas de la región, por delante de México y Argentina. La región concentra además el 30% de las reservas estimadas de shale gas. El principal exportador por gasoducto es Bolivia, que exporta sobre todo a Brasil.
El acceso a la energía eléctrica en América Latina es desigual: mientras se fomenta la construcción de grandes centrales de generación para alimentar el consumo de la industria y los sectores más pudientes de la población, se estima que hay 46 millones de personas que no disponen de este servicio. Sólo en Brasil hay más de dos mil represas, la mayoría hidroeléctricas, cuya construcción desplazó a un millón de habitantes. Sin embargo casi siete millones de personas viven sin luz eléctrica.
En el sector eléctrico un reducido número de empresas está concentrando el control de la actividad en América Latina y Caribe. La consolidación de las multinacionales eléctricas, tras las privatizaciones, ha traído como resultado final la reducción del número de empresas que, después de las fusiones, pasan a ser gigantes corporativos. Por otro lado, las transnacionales eléctricas están diversificando su actividad a otros sectores, como los de las telecomunicaciones, gas natural, consultoría, agua y residuos.
De las tres multinacionales eléctricas españolas que operan en América Latina y el Caribe, Unión Fenosa es la que más denuncias ha tenido por abusos en su actividad de distribución de electricidad a la población. En Colombia ha sido denunciada por destruir el sindicato sectorial y mantener el silencio ante persecución y asesinato de líderes sindicales y sociales.
Unión Fenosa opera en trece países del mundo, siete de ellos de América Latina y Caribe. Al inicio de su expansión internacional seleccionó como destino Argentina y Bolivia, pero después reorientó su actividad a América Central y el Caribe, región en la que, entre 1998 y 2000, compró 10 compañías de distribución de electricidad. Las empresas de distribución eléctrica de América Latina y Caribe tenían dos grandes ventajas para ser compradas por Unión Fenosa: se vendían a un precio más bajo de su valor real y, en casi todos los países, la multinacional se establecía como única empresa que vendía electricidad a una gran mayoría de la población.