29 enero, 2018
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Año 60 de la Revolución: más que un recambio generacional
En abril habrá cambio de presidente y continuará el ascenso de dirigentes nacidos en revolución. No hay diferencias ideológicas ni fisuras, pero sí grandes desafíos económicos y diplomáticos.
“Cuando la Asamblea Nacional del Poder Popular se constituya el 19 de abril, habrá concluido mi segundo y último mandato al frente del Estado y el Gobierno, y Cuba tendrá un nuevo presidente”. La ratificación de Raúl Castro en la clausura del período de sesiones de la Asamblea Nacional, el 21 de diciembre, tiene resonancia mundial. Por primera vez ni Fidel ni Raúl estarán al mando del gobierno y una generación nacida después del triunfo de la Revolución Cubana tomará las riendas.
El desafío es mayúsculo. A poco más de un año de la muerte de Fidel, con el relevo de Raúl y la generación histórica de la Revolución, nuevos dirigentes del Partido Comunista (PCC) deberán enfrentar las complejidades que atraviesa la isla. Cuba está en pleno proceso de actualización de su modelo económico, luego de que fuera planteada y aprobada la puesta en marcha de importantes transformaciones, orientadas a alcanzar un mayor desarrollo a largo plazo.
En este año, el 60 de la Revolución, el Gobierno tiene en agenda grandes temas por resolver: el futuro del histórico proceso de restablecimiento de las relaciones bilaterales con Estados Unidos bajo el gobierno de Trump; las tareas de reconstrucción tras el paso del huracán Irma, el más violento que hayan sufrido los países caribeños; la resolución del déficit habitacional; la eliminación de la dualidad monetaria, que Raúl Castro definió como el punto “determinante” para poder avanzar en la actualización del modelo económico, entre otras cuestiones.
Sin embargo, la transición generacional en Cuba lleva mucho tiempo y no habrá cambios bruscos ni improvisaciones. Según opiniones bien informadas, quien asumiría el mando del gobierno en abril sería Miguel Díaz-Canel, actual primer vicepresidente del Consejo de Estado, de 57 años. Díaz-Canel es miembro del Buró Político del PCC desde 2003 y es la segunda mayor autoridad política del país desde 2013.
Cuando en 2003 Raúl Castro promovió su ingreso al Buró Político del Partido, reivindicó su “tenacidad y sistematicidad en el trabajo”, su “espíritu autocrítico” y su “constante vinculación con el pueblo”, además del “alto sentido del trabajo colectivo y de exigencia con los subordinados”.
Por todo esto no sería ninguna sorpresa que Díaz-Canel asumiera el cargo de presidente de los Consejos de Estado y Ministros. Sin embargo, Raúl podría permanecer como Primer Secretario del PCC hasta 2021, cuando se celebre el Octavo Congreso partidario.
El ascenso de una nueva generación de cubanos a cargos de gran responsabilidad tuvo en diciembre un caso emblemático: Yailan Orga, de 34 años, es la nueva editora del diario Granma, órgano oficial del Comité Central del PCC. Ocupaba ese mismo cargo en la publicación Juventud Rebelde y tiene una presencia muy activa en las redes digitales. No es un dato menor, ya que cerca del 40% de la población cubana ya accede a internet, y principalmente los jóvenes.
Elecciones tras el huracán
El proceso electoral cubano sufrió una breve postergación de poco menos de dos meses tras el paso arrollador del huracán Irma en septiembre. Cerca de 180 mil viviendas fueron dañadas total o parcialmente, en un país que ya padecía un déficit habitacional crónico, estimado oficialmente en más de 883 mil casas. Esta es la mayor problemática social de Cuba, agravada periódicamente por las catástrofes climáticas y la falta de recursos en muchas familias para poder construir o restaurar viviendas.
Irma impactó en 12 provincias cubanas con fuertes vientos, provocando graves inundaciones en las costas y daños en diversas infraestructuras fundamentales como centros de salud, educación e instalaciones turísticas y de comunicaciones. Además, golpeó la agricultura, la industria azucarera e interrumpió el sistema eléctrico nacional en todo el país, en un hecho sin precedentes.
Tras el devastador paso del huracán, el gobierno puso en marcha varios programas de construcción de viviendas más resistentes en las comunidades más afectadas y tomó medidas para facilitar a las personas damnificadas la compra de materiales de construcción y bienes de primera necesidad.
Pese a estas dificultades, la primera etapa del proceso electoral celebrado en diciembre, en el que fueron votados los delegados para las 168 asambleas municipales, alcanzó una altísima participación de 89,02%, similar a la de 2015 y con menor número de votos nulos (4,07%) y en blanco (4,12%).
El paso siguiente fue la nominación, el 21 de enero, de los candidatos a delegados provinciales y diputados nacionales por las asambleas municipales, a través del voto directo y secreto. En Cuba la población no solamente vota a sus candidatos, sino que también los postula.
Este 11 de marzo, alrededor de ocho millones de cubanos están convocados a elegir a sus delegados provinciales y diputados a la Asamblea Nacional del Poder Popular, compuesta por 612 parlamentarios que cumplen mandatos de cinco años. La nueva Asamblea Nacional elegirá el 19 de abril al jefe del Consejo de Estado, máxima autoridad política del país, y otros altos funcionarios que ejercerán sus cargos hasta 2023.
Complejidades económicas
La economía cubana creció un modesto 1,6% en 2017, en un escenario de graves restricciones financieras e insuficiente disponibilidad de combustibles, problemas a los que se sumaron una fuerte sequía y las graves afectaciones provocadas por el huracán Irma. Todo esto en el marco del recrudecimiento del bloqueo económico, comercial y financiero del gobierno estadounidense bajo la presidencia de Donald Trump.
En este cuadro, el nudo de mayor complejidad que pretende y necesita desatar la Revolución Cubana es la dualidad monetaria y cambiaria, cuya anulación fue expuesta como un objetivo fundamental en los Lineamientos Económicos aprobados por el partido. Así lo recordó Raúl Castro ante la Asamblea Nacional el 21 de diciembre, cuando reafirmó que “no puede dilatarse más”. “Sin resolver eso es difícil avanzar correctamente”, planteó el jefe de Estado.
Otro objetivo primordial para reactivar la economía, en función de los lineamientos aprobados, es lograr una mayor inversión extranjera. La voluntad del Gobierno es alcanzar una inversión anual de 2.500 millones de dólares para poder llegar a un crecimiento económico de 6% del PIB cada año, números por ahora muy lejanos. También se fijó como prioritario para 2018 lograr un aumento de los ingresos por exportaciones y de las producciones nacionales, principalmente de alimentos.
La actividad económica que hoy empuja con más fuerza la economía cubana es el turismo internacional, que alcanzó un récord de 4,7 millones de visitantes en 2017.
En el marco de la política de actualización del modelo económico, Raúl ratificó que continuará el lento “despliegue y desarrollo de las formas de gestión no estatales”. Argumentó que el proceso no puede acelerarse porque “hay que asegurar el respeto a la ley, afianzar los resultados positivos y enfrentar con firmeza las ilegalidades y la violación de la política vigente”. “Debemos asegurar que los cambios en esta esfera se implementen bien, y rectificar resueltamente toda desviación que nos aparte del camino escogido”, afirmó.
La forma principal de propiedad en la economía cubana seguirá siendo el sistema empresarial estatal, aunque se avanza en la separación de las funciones estatales y empresariales, con el objetivo de mejorar la eficiencia y organización dando mayor autonomía a la gestión de las empresas públicas.
Problemas con Washington
El retroceso del histórico proceso de restablecimiento de relaciones entre Estados Unidos y Cuba provocado por el nuevo gobierno de Trump fue contrarrestado con nuevos avances en las relaciones diplomáticas y comerciales a nivel internacional.
En enero, la representante de la Unión Europea (UE) para la Política Exterior, Federica Mogherini, visitó por tercera vez el país en tres años, y afirmó que “los cubanos no se han quedado ni se quedarán solos frente a los que levantan muros y cierran puertas”, en clara alusión a Trump. Además, condenó el bloqueo “obsoleto e ilegal” que mantiene Estados Unidos contra el país.
Mientras tanto, las acusaciones de los supuestos ataques sónicos contra diplomáticos estadounidenses en Cuba se desinflan ante la falta de evidencias y credibilidad científica. Incluso el FBI admitió que no hay pruebas de que hayan existido eso ataques.
Las medidas tomadas por Trump en 2017 impiden la aplicación de los acuerdos migratorios, la posibilidad de que los estadounidenses viajen a Cuba y los contactos de la población cubana con sus familiares en Estados Unidos. Esto fue calificado por Raúl Castro como “un serio e irracional deterioro en las relaciones” y un regreso a “la arbitraria aplicación de medidas injustificadas que afectan sensiblemente los vínculos entre los pueblos y las familias, así como los derechos y libertades de los cubanos y los estadounidenses”.
Sin embargo, hay grandes presiones internas en Estados Unidos para que la Casa Blanca retome el restablecimiento de las relaciones comerciales con Cuba y se esperan cambios positivos este año.