02 abril, 2018
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Macri hegemoniza en la disputa interburguesa
Dada la ausencia de una alternativa de clase, con un plan de recomposición capitalista Macri se impone a las diferentes fracciones del frente amplio burgués y el sindicalismo corrupto.
“El feminista inesperado”. Así fue presentado Mauricio Macri el 20 de marzo en una reunión con mujeres dirigentes de su partido. De hecho, el Presidente descolocó a extraños y propios cuando en febrero anunció que enviaría al Congreso un proyecto de ley para decidir si se despenaliza o no el aborto. Poco después, en la apertura de las sesiones del Congreso, el 1º de marzo, hizo una inusual reivindicación de la mujer y anunció otra ley que exigirá la equidad laboral de género, a comenzar por el salario.
La sociedad entera entró al debate sobre aborto e igualdad de la mujer, como inmediatamente antes lo había hecho respecto de la corrupción en la política y el sindicalismo, todo por iniciativa del Gobierno. Hubo quienes entendieron que Macri pretendía tapar con esos anuncios la agudización de los problemas económicos. De hecho, inflación y alza de precios son una pesadilla colectiva desde diciembre, mientras el crecimiento del PIB fue de apenas 2,9% en 2017. En cuanto a crecimiento el pronóstico es semejante para el año en curso, período en el que la hipótesis más optimista augura una inflación por sobre el 20%. El cuadro se completa con aumento del déficit gemelo (fiscal y comercial) y crecimiento en flecha del endeudamiento.
Al compás de la traducción social de esos índices el clima social invirtió su curva favorable al oficialismo probada en las elecciones legislativas de octubre último, cuando Macri obtuvo una amplia y rotunda victoria. Desde entonces perdió entre 15 y 20 puntos porcentuales de aprobación, según todas las encuestas.
Son muchos y muy graves los problemas que el poder intenta ocultar a la sociedad. Pero hay mucho más que una maniobra engañosa en los gestos de Macri. En vista de los resultados obtenidos por el así llamado “neoliberalismo” de los 1990, el breve y calamitoso intento de la Alianza dirigida por la Unión Cívica Radical acompañada por todas las variantes del progresismo y, como colofón, la debacle al término de tres gobiernos sucesivos del matrimonio Kirchner, el gran capital modeló y logró imponer un elenco gobernante con el objetivo estratégico de afirmar una base social para el proyecto de recomposición capitalista.
Política y teoría
Es lo que le cuesta creer a cientos de miles de luchadores anonadados por las sucesivas victorias electorales de un partido inexistente –el de Macri– con una coalición desarticulada –Cambiemos– y con un elenco dirigente por regla general distante del ciudadano común, cuando no francamente rechazado. Si ante una profunda crisis capitalista no hay respuesta socialista consistente, capaz de llegar al corazón y la inteligencia de las grandes mayorías, el vacío lo llena la burguesía con su propio programa.
Desde luego el accionar del frente amplio burgués que acompaña a Macri es en beneficio de su propia clase. Ocurre que prácticamente la totalidad de la población, incluidas importantes franjas con propósitos progresistas, ha perdido la conciencia de que la sociedad está dividida en clases. Los medios de difusión masiva machacan la idea pueril de que “el Estado somos todos”. Delante, la tarea de enfrentar tal falacia educando a explotados y oprimidos en la elemental noción de lucha de clases, no ha estado a la altura de la crisis. Así, para el conjunto social el ordenamiento de una economía desquiciada, la depuración de ladrones y sinvergüenzas en todas las instancias de gobierno, el saneamiento de las instituciones, la limpieza de putrefactos aparatos sindicales, aparecen como objetivos de la mayoría social aunque sean sus enemigos de clase quienes se presenten para realizarlo. Lo más radical frente a esta escalada ha sido corear un estribillo con insultos a Macri. Cambiar una caracterización de clase por denuestos contra un individuo es tal vez la manera más rotunda de expresar el abismo en que han caído sectores de las izquierdas. De este modo es imposible poner en pie una resistencia consistente. Y la reacción sigue avanzando.
Aunque resulte difícil saber dónde residen y en qué idioma hablan, hay estrategas del capital con planes ambiciosos para Argentina. Para ello es imprescindible recuperar un funcionamiento equilibrado del mecanismo económico, algo imposible sin enorme costo social dada la crisis estructural y coyuntural combinadas. Pero saben que una mera respuesta de ajuste económico sería de corto aliento y con efectos multiplicados contra el statu quo. La ciencia oficial, hasta el momento, consiste en medir qué pueden hacer y hasta dónde llegar. Objetivos definidos y total ausencia de determinaciones ideológicas.
Añejos liberales o católicos ultramontanos desesperan ante el acuoso elenco gobernante. Los primeros lo llaman “kirchnerismo con buenos modales”. Desde el otro rincón, a nombre del clero católico el arzobispo de La Plata, Héctor Aguer, lo condena porque “es un gobierno sin principios de orden moral y natural (…) el presidente ni sabe hacerse (sic) bien la señal de la cruz”. Como complemento, el arco del parlamentarismo ultraizquierdista queda anonadado por los golpes de efecto de Macri y sólo atina a redoblar su discurso economicista. Mientras tanto los planes del capital se imponen.
Escenario internacional
Dos días después de ser reivindicado como “feminista imprevisto”, Macri habló ante ministros de finanzas y presidentes de bancos centrales de los países miembros del G20. Allí enfatizó la necesidad de que “el G20 ponga las necesidades de la gente en primer plano con un enfoque profundo en la equidad y en la sostenibilidad”. Agregó que se propone llevar adelante la Presidencia del G20 “con una visión del sur (…) Pero no del sur refiriéndome solamente a Argentina, sino a toda la región. Una región de paz, una región en desarrollo, que tiene mucho para aportar, tanto en seguridad energética como en seguridad alimentaria”.
¿Necesidades de la gente en primer plano? ¿Visión del Sur para el G20? ¿América Latina región de paz? No es entusiasmo irreflexivo del equipo que redacta los discursos del Presidente. Es propaganda con pretensión de estrategia: el plan del gran capital coloca a Argentina como contramodelo frente a Venezuela y el Alba. No basta con campañas de prensa que lleven al paroxismo las efectivamente graves dificultades que atraviesa Venezuela (ver págs. 6-12). Hace falta una figura y un plan alternativos. Mientras aprietan el cerco militar con base en Colombia, Washington y sus socios buscan en Macri la contrafigura continental de Nicolás Maduro.
Esto tiene su correlato en constantes loas del gran capital internacional al gobierno de Macri. No sólo de la titular del FMI, quien paseó por Argentina derramando rosas a la prensa y sonrisas al Presidente. En la cuarta “Cumbre Financiera Argentina”, el 21 de marzo, la directora para Latinoamérica de Global Banking del Hsbc, Katia Bouazza, explicó ante pares de todo el mundo y representantes oficiales que “nos habría gustado que saliera la reforma laboral”, al evaluar las reformas estructurales en Argentina. Pero se apresuró a aclarar que los avances fueron muchos en materia de normalización económica y ha llegado el momento de avanzar con la inversión extranjera directa. La representante del Hsbc remató: “El apetito sigue ahí para Argentina; puede haber habido una pausa por lo que está sucediendo con la inflación, pero eso no quiere decir la comunidad de inversores haya pasado de Argentina”. Sí, el apetito sigue, aunque todavía no salió la reforma laboral…
A la caza de votos
En tanto, el espectro político en toda su extensión está ya lanzado a disputar cargos en las elecciones del año próximo. La caída de Macri en las encuestas alentó a figuras diversas del Partido Justicialista (peronismo) a lanzarse al ruedo para convertirse en eje de reunificación de esa estructura pulverizada. Primero fue Alberto Rodríguez Sáa, gobernador de San Luis. La foto que salió de ese encuentro espantó al “peronismo serio”, que busca un “centro democrático” y de antemano rechaza la participación de la ex presidente Cristina Fernández. Oficialilstas y prensa adicta se restregaron las manos. De inmediato, hubo otro encuentro, en la provincia de Buenos Aires, con los nombres menos irritantes del espectáculo anterior y otros cuantos recolectados girando “al centro”. No recibió apoyo de gobernadores e intendentes. En los primeros días de abril tendrá lugar un tercer cónclave, esta vez patrocinado por la casi totalidad de los gobernadores peronistas, que rechazaron los encuentros anteriores. Titular de este intento es el senador Miguel Pichetto, representante en la Cámara alta de Néstor y Cristina Kirchner durante 12 años, quien tras la victoria de Macri celebró su posibilidad de “volver a pensar”. Ahora piensa hegemonizar la recomposición del PJ y en 2019 arrastrar su candidato (hay demasiados postulantes y ninguno definido), tras el cual obligadamente debería encolumnarse las restantes fracciones peronistas y algunos agrupamientos de izquierda, en un frente cuyo único punto de acuerdo sería la condena al actual gobierno, al que sin embargo sostienen desde el frente amplio burgués.
Este conjunto lo integra también un arco extendido del sindicalismo, muchos de cuyos representantes están bajo procesos judiciales que el gobierno maneja con sutileza, para negociar acuerdos salariales y de otro tipo mientras esgrime la amenaza de juicios y cárcel para muchos. Por lo pronto la Confederación General de Trabajadores ya se dividió. No la conduce nadie formalmente, pero predominan quienes forman parte del frente amplio burgués que sostiene el gobierno y espera obtener su parte en los comicios de octubre 2019. Hasta entonces, colaboran. Los conflictos laborales que se multiplican diariamente en todo el país ocurren en este marco sindical, sin que las izquierdas atinen a romper el anillo de hierro que los aprisiona.
Está a la vista la durísima pelea entre fracciones burguesas, de éstas con el capital financiero internacional, de los sindicalistas-empresarios, y de formaciones reformistas varias con ansias de medrar y ocupar lugares en las instituciones del capital. Hay un espectáculo cotidiano de juicios, encarcelamientos, acusaciones de corrupción que estremecen a la población, peleas a cuchillo en el aparato judicial y de éste con el gobierno.
A la vista está, igualmente, la ausencia de una alternativa que propugne la unión latinoamericana, la transformación profunda del sistema y un programa de transición al socialismo.
Sin un colapso económico internacional –para nada improbable en el mediano plazo– Macri no afrontará un desafío a su poder. Resta saber si la licuefacción de partidos e instituciones del capital, la irreversible crisis estructural del sistema, abren el espacio para que una nueva vanguardia pueda mostrarse ante el país como alternativa.