Biden, Duque y el uso de la palabra «asesino» – Por Adrián Fernández
20 marzo, 2021
category: FORO DEBATE
Con diferencia de horas, los presidentes de Estados Unidos, Joseph Biden, y de Colombia, Iván Duque, utilizaron la palabra «asesino» para referirse a los mandatarios de Rusia, Vladimir Putin, y de Venezuela, Nicolás Maduro.
El miércoles, Biden calificó de «asesino» al presidente ruso, con una mezcla de liviandad y prepotencia que, no por ser costumbre viniendo de Washington, deja de asombrar.
En una entrevista de ABC News, Biden contestó afirmativamente cuando le preguntaron si cree que Putin es un asesino y amenazó con que lo hará «pagar».
Luego, Duque, fiel lacayo de un imperialismo que contribuye desde hace décadas a los padecimientos del pueblo colombiano, utilizó el mismo calificativo para referirse a Maduro.
En un programa emitido por el Canal 1 colombiano, Duque dijo que «perseguir, torturar, asesinar y encarcelar a ciudadanos merece el calificativo de asesino».
Putin, Maduro y quien se sienta atacado, tendrán sus herramientas para defenderse o construir sus propias formas de relacionarse. Pero corresponde romper la lógica de quienes, como Biden y Duque, agreden para alimentar la guerra (en el primero de los casos) o para ocultar sus propias miserias políticas (en el segundo).
Perseguidos, torturados, asesinados y encarcelados están las y los colombianos víctimas de la policía, de los paramilitares y de los narcotraficantes que no paran de hacer negocios a instancias de autoridades cómplices.
Duque, como el fascista expresidente colombiano Ávaro Uribe, no conoce otra forma de relacionarse con Estados Unidos sino siendo funcional a la siembra del odio. Emblema de la sumisión.
Duque debe explicaciones a las colombianas y colombianos, a los familiares de las víctimas de la complicidad o el silencio de la oligarquía más siniestra de América Latina.
Colombia sufre sus fosas comunes, cavadas la mayoría de ellas en los años de la presidencia de Uribe, padre de la guerra, de los paramilitares y de la persecución a opositores. Duque echa tierra sobre esas tumbas.
Entre noviembre de 2016 y julio del año pasado, 255 personas fueron víctimas de homicidio político, 213 de ellas defensoras y defensores de derechos humanos, líderes y lideresas sociales, y 42 excombatientes de las FARC.
Biden recoge la piedra que él mismo dejó cuando fue vicepresidente de Barack Obama, recordado por recibir el Nobel de la Paz mientras iniciaba una guerra en Siria que lleva 10 años con cerca de 500.000 muertos.
Duque y Biden son la imagen de un mundo donde la vida no vale nada. Pero son, también, la contracara de un mundo hastiado de «líderes» destructivos, no sólo desde el mensaje sino desde los hechos.
Ambos saben que el odio que generan es determinante para sus planes de guerra (en el caso de Estados Unidos) y de persecución a los movimientos populares de América Latina (en el caso de Colombia).
Como recordó recientemente el colega Fernando Alexis Jiménez, la información documentada indica que la violencia contra líderes y lideresas vinculados a movimientos políticos afecta a sectores de oposición.
En política internacional no hay buenos ni malos, hay intereses en disputa. Pero aún así es grave acostumbrarse a los Biden y Duque, como también a los Trump y Bolsonaro, que alimentan la idea de que el mundo está perdido.
En las organizaciones populares que levantan las banderas de la paz reside el fracaso de estos bocones. Pensar que son ellos las máximas expresiones del mundo por el que nos toca transitar es asumir la derrota.
La respuesta está en los barrios, en las calles y carreteras, en las plazas, en las asambleas, en la comunicación popular, en las comunidades campesinas e indígenas. Es allí donde nacen y se multiplican las organizaciones antimperialistas y antiguerreristas.
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