¿Bolsonaro lleva al Amazonas hacia un punto de no retorno?
Por María Jagoe
La deforestación del Amazonas brasileño alcanzó un nuevo récord en abril pasado. Entre el 1 y el 29 de ese mes se talaron más de 1000 km2 de selva, según datos del Instituto Nacional de Pesquisas Espaciales (INPE) de Brasil.
Es el nivel más alto para abril desde que comenzaron los informes en 2016 y representa un aumento del 74,6% respecto al mismo mes de 2021.
El dato es especialmente alarmante porque abril es el último mes de la temporada lluviosa en la selva amazónica y normalmente hay baja deforestación.
Desde que Bolsonaro asumió como presidente de Brasil el 1 de enero de 2019 su política ambiental se basó en negar el cambio climático, defender la explotación económica de la Amazonía y avanzar sobre las reservas indígenas.
El proyecto PRODES, que monitorea la deforestación del Amazonas brasileño mediante imágenes satelitales, determinó que 2021 fue el peor año desde 2006. Las pérdidas relacionadas con la expansión de la agricultura aumentaron un 9% entre 2020 y 2021.
En febrero de este año aprobó un decreto que prácticamente fomenta el “garimpo”, la minería artesanal, y envió un proyecto de ley al Congreso brasileño para permitir la explotación de recursos minerales, hídricos y orgánicos en tierras indígenas.
La red de organizaciones civiles Mapbiomas denunció que la deforestación dentro de reservas indígenas en la Amazonía brasileña aumentó más de un 205% durante el gobierno de Bolsonaro.
Según Global Forest Watch, una aplicación web de código abierto para monitorear bosques a nivel mundial, existe evidencia de que “la selva amazónica está perdiendo resiliencia y puede estar más cerca de un punto de inflexión de lo que se pensaba”.
Bolsonaro, mientras tanto, sigue impulsando las actividades extractivas, expulsando a los indígenas de sus tierras y minimizando el papel de Brasil en las emisiones de carbono globales. No quiere dar ni siquiera el primer paso: reconocer que existe un problema.
Los incendios, el cambio climático y la deforestación pueden provocar que zonas masivas de la Amazonía se transformen irreversiblemente en sabanas muy parecidas a las que existen en África. Esto implicaría una pérdida enorme de biodiversidad.
Hasta ahora la selva amazónica ha sido clave para retrasar el cambio climático ya que absorbe inmensas cantidades de dióxido de carbono. Pero si cruzara el punto de no retorno, aceleraría la crisis al devolver a la atmósfera el equivalente a 10 años de emisiones.
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La noticia en audio (voz: Salvatrice Sfilio)