Colombia: el dolor no cesa, la muerte y la represión tampoco
Medicina Legal de Colombia confirmó que los restos hallados en Aguaclara, zona rural de Tuluá (departamento de Valle de Cauca), era de Santiago Ochoa, el joven de 22 años que pertenecía a la primera línea de resistencia como parte de la movilización popular que cumplió 56 días.
Apenas unos minutos después de que confirmara esta noticia, el Escuadrón Móvil Anti Disturbios (Esmad) de la policía colombiana asesinó a un joven dentro de la represión ocurrida en Usme, Bogotá.
Según testigos del hecho, el joven Jaime Alonso Fandiño murió después de ser impactado en el pecho por el ESMAD, mientras que en Puerto Resistencia una persona quedó herida después de que el GOES de la Policía disparara hacia ese lugar.
En Usme tuvo lugar este lunes una feroz represión policial que, hasta el momento del asesinado, había dejado más de 20 heridos, varios de ellos con lesiones oculares, como suele ser la práctica de la policía del régimen de Iván Duque.
Asesinado de Santiago Ochoa
Las primeras informaciones señalan que Santiago salió en la mañana del sábado último en su bicicleta y que sus allegados denunciaron su desaparición al comprobar que no había regresado.
La Policía rechazó versiones en las redes sociales según las cuales la víctima fue abordada por el Escuadrón Móvil Anti Disturbios (Esmad).
Más allá de la desmentida oficial de la policía, hasta el momento no hay información o indicios de qué puede haber sucedido con Santiago Ochoa, cuyo cuerpo fue desmembrado.
El hallazgo se dio luego de que la comunidad avisara a las autoridades que en la noche del sábado, un sujeto desconocido que se desplazaba en motocicleta dejó una bolsa fuera de una vivienda.
Allí fue hallada la cabeza que permitió identificar al joven, pero se desconocen rastros del resto del cuerpo de la víctima.
La desmentida policial quita las responsabilidades sobre la institución pero lo aleja las sospechas de la connivencia con grupos paramilitares o escuadrones de la muerte.
La presencia de civiles armados durante los casi dos meses de paro nacional que han sido testimoniados con imágenes y certificados por organismos nacionales e internacionales de derechos humanos.
La decapitación era una práctica de los grupos paramilitares colombianos y eventualmente se repite en acciones de escuadrones en las zonas rurales del país.
Las muestras de dolor e indignación dominan las redes sociales en Colombia mientras que organizaciones de derechos humanos se pronunciaron de manera oficial y pidieron respuestas en la investigación.
La Congresista Katherine Miranda (Alianza Verde) escribió en Twitter: “Aquí condenan por publicar un vídeo y no el crimen que denunciamos».
Luego denunció que «están matando a quienes protestan en Colombia, Santiago Ochoa de 23 años y miembro de la primera línea fue decapitado. NOS ESTÁN MATANDO!”.
El senador y escritor Gustavo Bolívar escribió: “Decapitar un joven para que no proteste por su derecho a la educación y al empleo es la confirmación de la barbarie. En ningún gobierno se había llegado a tal degradación”.
Antes de eso, el legislador había hecho referencia a la violencia institucional sobre los jóvenes que son parte de la vanguardia del paro nacional que comenzó el 28 de abril.
«Un país incapaz de convertir a sus jóvenes en profesionales, seres felices y realizados, sujetos de derechos, personas libres, amadas y protegidas por el Estado, pero los vuelve desgraciados, sin esperanzas, sin estudio, sin trabajo, enemigos de la sociedad, es un país inviable», afirmó.
La noticia en audio (voz: Salvatrice Sfilio)
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