30 octubre, 2017
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La renuncia del vicepresidente uruguayo cambió el cuadro político
La derecha denuncia corrupción pero choca con la propia piedra. El ex Vicepresidente fue apuntado tras surgir como figura del recambio generacional en el Frente Amplio. Internas partidistas.
La demorada salida de Raúl Sendic de la vicepresidencia de Uruguay dio espacio para que la derecha del país, en consonancia con la derecha continental, vinculara a los espacios de izquierda o progresistas con corrupción en su gestión de gobierno. La relación entre ideas y los presuntos delitos es insostenible pero la renuncia del compañero de Tabaré Vázquez trastocó el campo político uruguayo.
Raúl Fernando Sendic, hijo del mítico Raúl Sendic Antonaccio, inició su ascendente carrera abandonando algunas posiciones de izquierda y con fuerte respaldo del Movimiento de Participación Popular (MPP), la agrupación frenteamplista liderada por José Mujica. Fue legislador, ministro de Industria y Energía y luego presidente de la petrolera Ancap, la empresa pública más importante del país. Creó su propio grupo político, la lista 711, con el que accedió a dos bancas en el Senado e integró la fórmula ganadora junto a Tabaré Vázquez. Curiosamente ese fuerte respaldo fue el principio del fin.
La derecha nacional comenzó a vislumbrar que Sendic era uno de los actores políticos del recambio del Frente Amplio (FA) que, con enormes dificultades para renovar el liderazgo, lo comenzaba a exhibir como una de las figuras a potenciar. Por eso puso la lupa sobre el desempeño y las inversiones que realizó Ancap.
Durante el gobierno de Mujica se dijo permanentemente que existían dos equipos económicos: uno ubicado más a la izquierda, afincado en la Oficina de Planeamiento y Presupuesto (OPP), dependiente de la Presidencia, y el otro más liberal, a cargo del entonces vicepresidente y hoy ministro de Economía Danilo Astori, otro de los hombres fuertes del FA. Desde la llegada del FA al gobierno, en marzo de 2005, hubo acuerdo para que la economía la manejara Astori por la confianza que generaba a “los mercados”, empresariado y organismos multinacionales.
En este esquema, las empresas del Estado, recibidas sin actualización tecnológica ni modernización, dependían de la OPP. Eran empresas que habían sobrevivido a la ola privatizadora de la década de 1990 gracias a las movilizaciones de la central de trabajadores Pit-Cnt, estudiantes, cooperativistas, organizaciones sociales y políticas de izquierda.
La primera presidencia de Tabaré Vázquez estructuró un plan de inversiones para las empresas públicas que continuó durante el gobierno de Mujica. Hoy se afirma que desde el Ministerio de Economía de Astori se querían moderar las inversiones. Algunas propuestas, como en la empresa eléctrica UTE, sirvieron para diversificar la matriz energética y generaron un excelente negocio para los capitales privados. Además, la expansión del servicio de internet y el despliegue de fibra óptica fueron posibles por la decisión de la empresa de telecomunicaciones Antel, pese a las enormes presiones de las multinacionales.
Pero las inversiones de Ancap descapitalizaron a la empresa. Tanto la oposición como sectores del propio gobierno acusaban sobre irregularidades, pésimos negocios, negociados y posible corrupción. La idea manifiesta era Sendic, principal figura de la posible renovación del FA.
Casos similares en torno a otras empresas públicas tuvieron lugar en los últimos años. Durante el gobierno de Mujica hubo que resolver la situación de la aerolínea Pluna, fuertemente deficitaria, que terminó con el posterior procesamiento del entonces ministro de Economía, Fernando Lorenzo, y del presidente del Banco estatal (Brou), Fernando Calloia, ambos cercanos a Astori. La oposición política, con el Congreso bajo mayoría del FA, trasladó el debate a los tribunales de Justicia. Así logró llegar a parte de la opinión pública y desgastar la imagen gubernamental. El FA siempre predicó con la transparencia pero con la situación de Pluna perdió cierta confianza.
Blanco perfecto
Envalentonada con el caso Pluna, la oposición política fue por más. Conocido el gran déficit de Ancap y de muchas de sus subsidiarias, puso el foco en la gestión de Sendic cuando ya era Vicepresidente. Durante la nueva gestión se frenaron varias inversiones, los planes de las distintas empresas del Estado se alinearon a los designios del Ministerio de Economía y se puso al frente de la petrolera a Marta Jara, quien antes presidió las compañías de la multinacional Shell en México.
A partir de ahí se precipitó una catarata de episodios y una fuerte campaña mediática que terminaron de tumbar al Vicepresidente. Los medios operaban con información proporcionada por la oposición aunque muchos creen que también por sectores del oficialismo. Ante la ofensiva Sendic salió tarde y mal. Fue contradictorio, por ejemplo, cuando denunciaron que no era licenciado en Genética Humana, pero suscribía documentos con tal título. Eso fue horadando su credibilidad ante la opinión pública.
Luego se presentó voluntariamente ante el Tribunal de Conducta Política (TCP) del FA. Antes, el Plenario de la fuerza política lo había respaldado. Mientras el TCP trabajaba, la prensa difundía los gastos realizados por Sendic con la tarjeta corporativa de la empresa durante su participación en el Directorio de Ancap. Algunas compras lucían como evidentes gastos personales.
El broche final lo puso el informe del TCP. El desgaste de la figura de Sendic, los constantes ataques al Gobierno y cierto hastío de los propios votantes del FA, hicieron el resto. El mismo Sendic le dijo a un nuevo Plenario Nacional de su fuerza política: “vengo a renunciar a la vicepresidencia de la República”, que días después oficializaría ante el Senado, y se evitó una verdadera batalla. Atrás habían quedado las palabras del presidente Vázquez que había sostenido que su vicepresidente soportaba un enorme bullying.
Aunque el caso Sendic sigue en la órbita judicial, el gobierno y el FA recuperaron cierto aliento. Pero la decisión de la senadora Lucía Topolansky, esposa de José Mujica, de habilitar un subsidio para Sendic por haber dejado el cargo dieron pie a la derecha y los medios a reinstalar el tema.
Correligionarios en problemas
Como era de esperar, los sectores opositores –con algunos dirigentes procesados por casos de corrupción durante sus gestiones– intentaron capitalizar la coyuntura. Pero terminaron atrapados en sus propios problemas, que derivaron en enfrentamientos entre los líderes del principal partido opositor, el Nacional.
Conduciendo alcoholizado, un diputado de dicha organización, Wilson Ezquerra, atropelló en una transitada ruta nacional a una mujer que sufrió serias heridas. La Justicia tramita su desafuero. Casi en paralelo, el intendente del departamento de Soriano, Agustín Bascou, era denunciado por el libramiento de cheques sin fondos.
Bascou, empresario ganadero y soyero, no pudo cubrir los cheques que libró y debió comparecer ante la Justicia tras ser denunciado por acreedores. Al mismo momento se supo que la flota de vehículos de la Intendencia cargaba combustible en la estación de servicio de su propiedad. Se abrió un intento de juicio político, primero por parte de ediles del FA y luego por la comisión investigadora. Los correligionarios de Bascou cerraron tal posibilidad. De todas maneras uno de los líderes del Partido Nacional, Luis Lacalle Pou, devenido guardián de la transparencia, dijo que Bascou debería dar un a paso al costado. La interna nacionalista cobró así temperatura y un senador renunció al directorio del Partido.
Además, uno de los seguidores de Lacalle Pou, el edil del importante departamento de Maldonado, Rodrigo Blas, fue denunciado por la Dirección General Impositiva (DGI) por fraude. Blas tiene negocios inmobiliarios en las zonas turísticas.
Divorcio con la ciudadanía
Con la idea de generar la sensación de que el Gobierno está agotado, sin agenda y plagado de corrupción, la oposición estableció en el Parlamento diversas comisiones investigadoras en torno a Ancap. Aprovechando la pérdida temporal de las mayorías por parte del FA, estas investigaciones le permiten difundir públicamente informaciones parciales y operativos de prensa.
Será la Justicia la encargada de dictaminar si Sendic incurrió en algún delito cuando estuvo al frente de la empresa. Por lo pronto, el episodio cuestiona a la izquierda, abre debates y genera desencantos.
Mientras tanto, el gobierno de Tabaré Vázquez, que recuperó mayorías parlamentarias tras la renuncia de un diputado disidente, apuesta todas sus fichas a la instalación de una nueva planta de celulosa y a recuperar la iniciativa política en un contexto internacional complejo. Luce algunos buenos indicadores de mejoras sociales, pero también un fuerte déficit del PIB, cuando todavía faltan dos años para las próximas elecciones.