Deng y sus continuadores hasta Xi Jinping – Por Julio A. Louis
Cuarto capítulo del libro “China: pasado, presente y futuro”, ofrecido a América XXI por el autor.
14 agosto, 2019
category: FORO DEBATE
El libro “China: pasado, presente y futuro” del pensador uruguayo Julio A. Louis está compuesto por una serie de artículos publicados inicialmente en el Semanario Voces y enviados a América XXI por el autor. El material compone un profundo y a la vez sintetizado análisis sobre las claves históricas y el conocimiento imprescindible de un país fundamental en el escenario mundial actual. A continuación, reproducimos el capítulo IV, titulado “Deng y sus continuadores hasta Xi Jinping (1978-2013)”.
Por Julio A. Louis
La China de Deng -luego de derrotada la Revolución Cultural (GRC)- mantiene cierta economía estatista -las empresas estratégicas son públicas- pero la mayoría de las empresas estatales se privatizan parcial o totalmente. También hay cooperativas y emprendimientos familiares como formas no estatales de propiedad. O sea, es una economía de mercado que funciona con un sistema mixto público-privado, consecuencia de las enseñanzas dejadas por el fracaso de la U.R.S.S.
La planificación central flexibilizada busca controlar la banca, el cambio y el comercio exterior. Pero Deng descolectiviza el agro y desmantela las Comunas Populares; abre las puertas al capital extranjero y al de los chinos emigrados al vencer la revolución (1949), en tanto el Estado carece de capitales para desarrollar la industria; hay inmensas inversiones, casi siempre en empresas mixtas; está en auge el pensamiento neoliberal, acompañado de gran corrupción, explotación extrema y descontento popular.
Esa apertura se aplica con las “cuatro modernizaciones” (ejército, agricultura, industria y ciencia-tecnología). El PBI se multiplica por diez entre 1983 y 2009, avanza la industrialización, la infraestructura y mejora la calidad de vida de muchos. El “costo” es liberalizar la producción agraria, la autonomía empresarial para contratos y despidos, etc. La propiedad legal de la tierra es colectiva, pero nace una burguesía rural y un sector privado de comerciantes, industriales y otros empresarios. La mano de obra campesina excedente al desmantelarse las Comunas, es absorbida parcialmente por empresarios de las villas y ciudades.
La transformación industrial se realiza en el cinturón costero de Cantón a Shandong (ex Shantung) donde empresas privadas o de los gobiernos locales, compiten ofreciendo mejores garantías a los inversores en detrimento de los trabajadores.
La política de “puertas abiertas” termina por desmantelar el monopolio del comercio exterior. Se establecen cinco Zonas Económicas Especiales (ZES), enclaves capitalistas con empresas extranjeras, laboratorios de experimentación de las reformas, que luego se aplican en todo el país. Canton es la región preferida para instalarlas. Las manufacturas llegan al 89% de las exportaciones de ellas. El principal socio comercial es Hong Kong. La gran beneficiada es la burguesía china emigrada, -cincuenta y cinco millones viven fuera del país- la misma que por los 50 y 60 inició el crecimiento de Hong Kong, Singapur y Taiwan. Otras beneficiadas son compañías de Japón, EE.UU. Canadá, Europa y Australia.
China -que en 1978 estaba aislada- basaba sus exportaciones en las materias primas, principalmente el petróleo. Desde 1980 las exportaciones se incrementan y el 80% son manufacturas, de muy bajo costo laboral. Y al mejo- rar los ingresos de un sector, se crea un importante mercado consumidor.
Los resultados son espectaculares. Los chinos inundan el mercado mundial. Plagian marcas, etiquetas, logos y como Made in Mongolia, Made in Corea y hasta Made in Haití penetran hasta el mercado de EE. UU. más allá del tope autorizado. Sin embargo, las tasas de crecimiento no se sostienen, por ausencia de infraestructura y escasa formación de la fuerza de trabajo. Además, la crisis del capitalismo mundial provoca una masiva fuga de capitales.
Zhu Ling, economista, opina que “El viejo sistema ha quedado destruido, pero aún no ha surgido uno nuevo” (1). Inflación acelerada, baja de las tasas de interés, deterioro del yuan (por la fuga de capitales), crecimiento de la especulación inmobiliaria y financiera, arriesgan el estallido de la ‘burbuja’ especulativa. Otras reformas proyectadas intentan crear un mercado de trabajo “libre” a través de la destrucción de los tres hierros: empleo garantizado, igualdad salarial, estabilidad salarial. Pero hay resistencias. Es que “las partes más difíciles de las reformas permanecen aún sin hacerse” (2). El sector público incluye el comercio exterior, la banca, los transportes, la investigación científica, las telecomunicaciones, la salud, la educación. “Representan todavía cerca de la mitad de la producción industrial y procuran al Estado el 60% de sus rentas” (3).
La crisis sistémica del 2008 provoca un viraje. Desde la euforia por las consecuencias espectaculares en el crecimiento económico, se pasa a la búsqueda de un mayor equilibrio entre el Estado y el mercado, en la denominada “economía socialista de mercado” “La parte de propiedad estatal y controlada de la economía china es grande (…) la participación en el PIB es aproximada- mente del 50%”. (4)
Las transformaciones sociales y sus consecuencias
Según Chingo (5) se distinguen tres sectores. En la cima “los principitos del partido” o “los hijos del cielo”, descendientes de la élite gobernante. Sus salarios son modestos, sus privilegios abundantes (coches de lujo importados, viajes, etc.) y se enriquecen mediante coimas y participación como accionistas. Se convierten en una nueva burguesía ligada al imperialismo, parasitaria y especulativa. Sus dólares se invierten en el exterior.
Un sector más extendido de los funcionarios de todos los niveles de la jerarquía central, provincial o local. Poseen acciones, especulan, lucran. Y hay nuevos empresarios privados conectados con las alturas.
El “abajo” se amplía y se mueve. La clase obrera sufre el alud de campesinos emigrados a las ciudades, ilusionados con progresar y dispuestos a ser super explotados. Los obreros -sin otros sindicatos que los oficiales- realizan protestas, hay incidentes y huelgas duras, dada la alta desocupación y defienden con eficacia su nivel de vida en las empresas estatales.
Wan Li, presidente del Congreso Nacional del Pueblo declara que “la situación en el campo es desesperante”. El interior, pobre, rural y tradicional recela ante la costa, avanzada de la modernización. Más de un cuarto de las provincias viven por debajo del nivel de pobreza y dependen de subsidios estatales. Según estimaciones diversas, el interior rural cuenta entre cuatro o cinco veces más habitantes que la costa y más de cien millones han emigrado del campo.
El descontento urbano se nutre también de la resistencia de esos obreros de extracción campesina, de los empujes de grupos marginales -condenados a la delincuencia- y de la pequeña burguesía con explotaciones individuales. Se extiende muy rápido la brecha entre ricos y pobres, ciudad y campo, zonas costeras e interior. No obstante, el Informe sobre Desarrollo Humano de la ONU indica que en los años 90’ se saca de la pobreza a 150 millones, el 12% de la población. Pero también es cierto que por los 80’ emigran a EE.UU. 80.000 personas por año. Y en 1989 sobreviene la masacre de Tiananmen -cuando los trabajadores se unen a los estudiantes liberales rebeldes sin una noción acabada de los fines perseguidos por éstos, pero que tiene en los obreros las víctimas centrales. La represión deja claro que el poder lo tiene el PCCh, que se declara partidario de cuatro bases: vía socialista, dictadura democrática popular, dirección del PCCh, y marxismo-leninismo-pensamiento de Mao.
Pero tras la represión recrudece la ofensiva para destruir los “3 hierros” ya mencionados. La lucha de clases se agudiza. El gobierno refuerza la seguridad pública y da instrucciones represivas. De todos modos, ante la quiebra de empresas que no pagan los despidos ni aseguran las jubilaciones, crece la frustración, el nerviosismo y el gobierno anuncia la creación de un Servicio Nacional de Seguridad Social.
Las transformaciones políticas
En 1980 Deng consigue eliminar cuatro libertades aceptadas por la Constitución de 1978: derecho de hablar, de exponer puntos de vista propios, de debatir, de colgar ‘dazibaos’ (los carteles de la Revolución Cultural). No extraña que al final de su conducción, surja una nueva generación de izquierda.
El corolario de este giro es que, en 2001 -bajo la conducción de Jiang Zemin- el PCCh se retracta de considerarse la vanguardia del proletariado y asume una definición, que permite a la burguesía adherirse a él. “Mediante la conformación de ‘tendencias’ en el interior del Partido que permiten articular los distintos ámbitos sociales, el PCCh sigue monopolizando el poder, pero a la manera del Partido Liberal Demócrata japonés de la segunda posguerra (el ejemplo aparece citado explícitamente). O, como en Europa y en Estados Unidos, dentro de un sistema de poder animado por dos grandes partidos que, al ponerse de acuerdo en lo esencial, hacen prevalecer el consenso sobre el conflicto, y por ende, brindan estabilidad. La democracia dentro del círculo de las élites permite reformar el régimen evitando, al mismo tiempo, la inestabilidad política” (6).
La nueva definición, posibilita adherir al PCCh entre 2002 y 2006 a 12 millones, entre ellos, miembros de la burguesía que acepten sus estatutos y programa. Sin embargo, el predominio numérico es de los obreros, campesinos e intelectuales (estos últimos en 2010 son 35 millones). Mientras, los ocho partidos componentes del Frente Único colaboran con el gobierno y no son propiamente partidos de oposición, pese a mantener ciertas diferencias con el PCCh.
El poder es detentado por el Secretario General del PCCh. Otras autoridades -el presidente y el primer ministro, etc.- son elegidas por la Asamblea Popular Nacional, constituida por los representantes de los gobiernos provinciales y de diversos sectores sociales e instituciones: militares, obreros, minorías nacionales, intelectuales, empresarios privados, entre los cuales hay multimillonarios. Los ciudadanos chinos pueden ejercer dos veces el voto; en los comités de residentes (de débil peso) y en los comités de los pueblos (hay 600.000 pueblos) que, a veces, permiten liberarse de personalidades incompetentes o corruptas (7).
Se toma conciencia de los riesgos que acarrea la apertura. Si Jiang Zemin (Secretario General, 1993-2003) plantea la “triple representatividad”: marxismo-leninismo, pensamiento de Mao y teoría de Deng -correspondientes a los períodos de la revolución, de la construcción y de la reforma- Hu Jintao (Secretario General, 2003-2013) propone retomar a Mao, trabajar duro al ser- vicio del pueblo, reforzar los vínculos con las masas. Y se debate: ¿qué es el socialismo?
En síntesis, hay una limitada democratización dirigida por una alianza de clases, de capas y de sectores, genéricamente llamadas, “capas medias”: ‘Somos muchos los que volvimos a la vez del mito revolucionario y de la creencia en la democracia y las elecciones. Todo eso es peligroso, hay que encontrar una vía intermedia’.” (7). Y obviamente, Bo Xilai -líder de la izquierda maoísta derrocado en 2012- era peligroso. Impulsaba lo que se conocía como “modelo Chongqing”, enfatizaba un papel firme del Estado en la economía, mayores programas sociales para los trabajadores, la lucha contra la corrupción (y sin embargo, es expulsado por un escándalo de corrupción en el que se implica a su esposa), y la lucha contra “la deriva confuciana” y por la “cultura roja”. Ese mensaje fue apoyado por quienes criticaban a los líderes por ser débiles y pro capitalistas. La lucha de clases se exteriorizó en el campo político. Y ha servido para nuevos equilibrios político-sociales actuales en los tiempos de Xi Jinping.
Otras repercusiones políticas son el fin del discurso antiestadounidense y el cese de la participación del PCCh con otras corrientes en el movimiento comunista internacional. Los partidos maoístas en el exterior entran en crisis. Además, Hong Kong en 1997 y Macao en 1999, devueltos a China son Regiones Administrativas Autónomas Especiales, según la constitución. Taiwán, en los hechos es una “provincia rebelde”.
A la desviación ultraizquierdista, la desviación derechista
La reinserción de las experiencias protosocialistas en el nuevo marco de la globalización del capitalismo, fuerza a las direcciones revolucionarias a un retroceso histórico, una Nueva Política Económica (N.E.P.) de fines de siglo. La cuestión pasa por saber si el retroceso se interpreta como un mal necesario o se hace de la necesidad, virtud. Por de pronto, China ingresa a la O.M.C. (1994), indispensable para atraer inversiones y permitir el flujo comercial y Jiang Zemin confirma la voluntad de integrarse al sistema capitalista.
Bajo el liderazgo de Deng, son archivadas la Revolución Cultural, las nociones de dictadura del proletariado y del antagonismo de clases en la transición socialista. Es el fin del discurso marxista. Se pasa de la moral comunista al individualismo frenético por el dinero. El Mao de la Revolución Cultural es erradicado y reafirmado el “más potable” de los 40 y 50, debido a la influencia profunda de su pensamiento.
En suma, al ultra-izquierdismo de la Revolución Cultural -que cree viable la realización del socialismo en China, rodeada del sistema capitalista y con el proto-socialismo soviético (o socialismo en estado larvario) desflecándose- le continúa una línea próxima al neoliberalismo, intento estratégico de la burguesía para revertir los logros históricos de los trabajadores, para bajar los salarios y el gasto social y restaurar la tasa de ganancia. Sin embargo, esa línea halla el fuerte escollo del apego a la concepción maoísta, a la igualdad, al empleo garantido, a la protección social, al ritmo moderado de trabajo. Estas conquistas son defendidas por parte de un proletariado que es apoyado por directivos y cuadros opuestos a la privatización. La lucha continuó.
Nota del autor
Dejo constancia que hay pasajes transcriptos de “China. De los Guardias Rojos a los yuppies”, de “Alfaguara”. No. 10. Mayo-junio de 1995, de mi autoría.
Referencias bibliográficas
(1) Fritz Vorholz. “La Chine en transformation” (“China en transformación”) “Débats”. Marzo de 1994.
(2) Diane Yowell. Director de investigaciones chinas. Citado por Chingo en “Las claves del avance de las reformas”. “Estrategia Internacional”. Argentina. 1993-1994.
(3) Roland Lew. “Sur les flots agités du développement chinois” (“Sobre las olas agitadas del desa-rrollo chino”).“Le Monde Diplomatique”. No. 489. 1994.
(4) “Informe de la Comisión de Revisión Económica y de Seguridad de EE.UU.-China”.
(5) Juan Chingo. O. C. Se registran informaciones suyas.
(6) Jean Louis Rocca: “¿Podrán los comunistas cambiar el país? China, la dueña del mundo”. “Le Monde Diplomatique”. 2008.
(7) Jean Louis Rocca. “Un voto con cuentagotas. El sistema político”, “Le Monde Diplomatique”. Marzo de 2017. De este artículo se recogen las afirmaciones.
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