El comunismo como horizonte posible (I) – Por Álvaro García Linera
28 mayo, 2019
category: FORO DEBATE
La siguiente serie de textos que reproduce América XXI está tomada de la Conferencia Magistral “Alternativas al Capitalismo” que tuvo lugar este mes de mayo en la Universidad de Milán-Bicocca, en el marco del posgrado Pensamiento Crítico, y fue difundida por la Vicepresidencia de Bolivia. La presentamos en cuatro partes, que serán publicadas en cuatro días consecutivos.
Parte I
No cabe duda de que hay un gradual renacimiento del pensamiento marxista, un renacimiento plural, diverso, multiforme de sus planteamientos, de sus propuestas. No solamente por la existencia de nuevas publicaciones, sino también porque en cierta manera la historia se ha puesto en movimiento.
Así como hace 30 años asistimos a la caída del muro de Berlín y el fracaso del socialismo real, desde hace una década hemos asistido a la caída de la bolsa de valores y al fracaso de la ideología neoliberal como fin de la historia. Y eso permite nuevamente reflexionar sobre el futuro, sobre las posibilidades de futuro.
¿Qué es el comunismo?
Independientemente de los nombres que se utilicen -comunismo, poscapitalismo, bienes comunes- es una de las posibles respuestas a la pregunta sobre cuál es el futuro de la humanidad. Es una manera de nombrar a una probable y futura organización de la vida humana distinta a la actual organización capitalista y capaz de superar las injusticias y contradicciones que el mismo capitalismo atraviesa.
Estamos hablando de algo probable y encima en el futuro, por lo tanto, de algo que no existe y que eventualmente podría existir, porque la sociedad que ahora existe genera mucho sufrimiento humano, mucha injusticia, produce dominación de unas personas sobre otras y por lo tanto es normal que las personas piensen o esperan la existencia de otra sociedad donde esos sufrimientos e injusticias desaparezcan.
Pero ahora el problema lógico: ¿por qué algo que no existe debiera existir? ¿por qué no aceptar que lo que existe seguirá existiendo siempre? (…) Porque para descartar la probabilidad de un futuro existente, de una organización social distinta al capitalismo, se tiene que suponer que el capitalismo es insustituible, que es un orden social supremo y definitivo al que ha llegado la humanidad, y en ese sentido que la historia ha llegado a su culminación, teniendo únicamente que preocuparnos de la gestión de esta meta final a la que ha alcanzado la humanidad.
Fin de la historia
La fuerza argumental de esta respuesta radica en que se asienta sobre la legitimación del sentido común que naturaliza el orden social dominante, pero se trata de una mirada mística y teológica de la historia de la humanidad. No son razones sino creencias las que sostienen la naturalización inamovible del orden dominante y de sus injusticias. El curso de la historia de la humanidad, por lo que conocemos hasta aquí de manera objetiva y argumentada, es una contingencia, una articulación aleatoria de circunstancias que han dado lugar a las distintas maneras de organización económica y social.
El curso de la humanidad desde hace 60 mil años es un producto de acciones contingentes de la propia humanidad y no el cumplimiento de una hoja de ruta previamente elaborada por no se sabe qué fuerzas misteriosas colocadas por encima del propio ser humano. Rechazar esta contingencia de la historia es ponerse a debatir sobre la presencia de fuerzas sobrenaturales o sobreterrenales como los dioses. En ese caso ya no hay nada que discutir.
Dejando de lado el debate acerca de la existencia de Dios como el gran organizador de la historia, lo que está claro es que la mistificación religiosa puede desempeñar un eficiente papel en la legitimación de las relaciones de dominación.
Una variante hoy más sólida para negar la posibilidad del comunismo, como el nombre de algo alternativo al capitalismo, es afirmar que el comunismo y existió y fracasó en la ex Unión Soviética. Ahí se argumenta que en la URSS se instaló el comunismo, creció durante 70 años, generó otras injusticias y finalmente sucumbió ante el ímpetu democrático y tecnológico del capitalismo.
Aunque al final este argumento de la invalidación histórica del comunismo igual vuelve a caer en la intromisión de una mano no humana en la dirección del curso de la sociedad, para justificar que una nueva y distinta experiencia de comunismo pueda darse, es claro que la constatación del derrumbe de la URSS es un argumento más fuerte y complicado. De hecho, la invalidación de un probable futuro comunista debido al colapso de la URSS ha servido a fines del siglo XX para la abdicación de toda una generación de militantes que en su gran mayoría cayeron arrepentidos en brazos de la lujuria neoliberal o, los más pocos, en la resistencia testimonial de las micro autonomías, el globalismo desbocado o la cátedra marginal.
Esto ha permitido que los últimos 30 años la alternativa comunista, de ser un horizonte de esperanza de las luchas de los pueblos, haya quedado reducida a una vergonzante palabra custodiada por una leal minoría de fieles clandestinos. Hoy, pasada la procesión de una generación en luto, nuevamente el concepto de comunismo, de bienes comunes, de comunes, de poscapitalismo, vuelve a ser mencionado no solo como emblema chic de alguna rebeldía académica, sino como opción, como necesidad para superar la creciente lista de agravios que los trabajadores del mundo están soportando.
Hay pues condiciones para ello. La filosofía religiosa del fin de la historia ha agotado su combustible de convencimiento. Conflictos estatales y laborales estallan por todos lados. Incluso en la Europa rica las clases plebeyas salen a las calles. Las desigualdades en el acceso a los recursos han regresado a los índices de inicios del siglo XX y el globalismo, aparentemente imparable, se ha chocado con el Brexit, los aranceles norteamericanos y el lenguaje de seguridad continental de Merkel frente a China, devolviendo de esta manera a la historia su carácter contingente, no acabado, impulsado sobre nuevas bases y una nueva generación de activistas el debate sobre el poscapitalismo.
La niebla del fin de la historia se ha disipado y el relato humano se devela nuevamente como un espacio lleno de caos y de incertidumbre. El fracaso del capitalismo para resolver las injusticias, las cadenas de dominaciones, el cambio climático o el usufructo universal de los fantásticos desarrollos tecnológicos, hoy es tan fuerte como el fracaso de la Unión Soviética del siglo pasado para construir un mundo mejor. Y emerge entonces nuevamente, bajo condiciones distintas, lenguajes diversos, el comunismo como horizonte posible.
Mañana, la segunda parte: ¿Es el comunismo una idea?
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3 Comments
Lucio Gonzales Alanes
May 28, 2019, 9:05 pm
De acuerdo con la ooiniin
Bienvenido Rafael Álvarez
May 29, 2019, 12:36 pm
Excelente. Muy buen espacio de difusión. Adelante.
ameaxxi
May 29, 2019, 12:45 pm
Gracias por el apoyo!
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