El enorme legado de Hubert de Blanck
30 mayo, 2017
category: EDICIONES IMPRESAS
Conservatorio Nacional de Música de La Habana
Desde hace 127 años la institución es un emblema cultural de Cuba. Acoge grandes obras teatrales, de danza y musicales del país y el mundo.
Durante más de 12 décadas el Conservatorio Nacional de Música de La Habana Hubert de Blanck ha hecho importantes aportes a la pedagogía musical de la isla. El conservatorio nació en octubre de 1885 y desde entonces han egresado destacados músicos, como Ernesto Lecouna, Eduardo Sánchez de Fuentes, Dulce María Serret Danger y Laura Rayneri.
Fue fundado por el pianista, autor y educador musical Hubert de Blanck, quien recibió apoyo financiero de Holanda, su país natal. Ubicado en el Paseo del Prado –bajo el número 100- la institución académica vino al mundo hace 127 años.
A mediados de la década de 1960, y ya ubicado en el edificio de Calzada, cuando tenía 51 filiales en todo el país, el conservatorio pasó a integrar el Sistema de Instituciones y Escuelas de Arte. El propio Blanck dio clases de composición y de piano y en 1947 el escritor Alejo Carpentier enseñó historia de la música. También contó con la herencia de la obra educadora de Manuel Saumell, Fernando Arizti y Nicolás Ruiz Espadero, entre otros reconocidos pedagogos.
Programa de estudios
La peculiaridad del programa de estudios del conservatorio llamaba la atención a quienes se matriculaban: tenía entre otras características dispuestas en su reglamento que para el ingreso sólo se necesitaba saber leer, escribir y poseer aptitudes para el estudio.
Cada año las clases comenzaban el 1 de enero y terminaban el 31 de diciembre. Los alumnos, de acuerdo con sus cualidades, tenían la posibilidad de presentarse a examen en cualquier momento del año y al ser aprobados pasaban a los años superiores. Entre las prioridades del conservatorio siempre figuraron los concursos académicos de piano, violín y solfeo. Para 1894, la institución ya contaba con 200 alumnos de ambos sexos.
Sala Teatro
La Sala Teatro Hubert de Blanck fue inaugurada por las musicólogas Olga de Blanck y Pilar Martín en 1955. El recinto, ubicado en la parte alta del edificio, posee un notable valor arquitectónico y musical. Su primera presentación teatral fue la obra Hechizados, de John Van Drutten, bajo la dirección de Antonio Losada y el rol protagónico de la actriz Raquel Revuelta.
Durante 27 años la instalación acogió en calidad de sede a Teatro Estudio, decana de las agrupaciones teatrales cubanas, emblemático grupo fundado por Vicente Revuelta, bajo cuya conducción el colectivo hizo una meritoria labor escénica y pedagógica. Desde su manifiesto de 1958 este grupo se convirtió en la vanguardia teatral de la isla.
Son varias ya las generaciones de cubanos que han disfrutado las puestas en escena de la Compañía Teatral Hubert de Blanck. De la excelencia y popularidad de las mismas han sido responsables directores como Abelardo Estorino (1925-2013) y Berta Martínez, también Premios Nacionales de Teatro, además de María Elena Soteras y Orietta Medina, actualmente directora de la agrupación.
Entre sus piezas más aplaudidas y queridas por el público cubano se cuentan La verbena de la paloma, Parece blanca, Cabaiguán -La Habana -Madrid, El cartero de Neruda, Morir del cuento, Don Juan Tenorio, El baile, María Estuardo, La vitrina, Medea sueña Corinto, entre otras de su extenso repertorio. Esta acogedora sala teatral posee una capacidad de 267 localidades y excelentes condiciones técnicas para garantizar las puestas en escena de extraordinaria calidad de la agrupación.
El espacio cuenta además con una Galería de Exposiciones que tuvo su inauguración en octubre de 2003, con la muestra de fotografías antológicas de puestas en escena que conforman la historia teatral de esta cincuentenaria sala del Vedado habanero.
Quién fue Hubert de Blanck
Hubertus Christian de Blanck Valet fue el autor de Patria, primera ópera. Recibió las primeras lecciones de música de su padre, el violinista Wilhelm de Blanck. A los nueve años de edad ingresó en el conservatorio de Lieja, Bélgica, donde estudió piano con Felix-Etienne, y solfeo y teoría con Sylvain Dupuis.
A los 13 años obtuvo un importante premio de piano y, siendo aún adolescente, ofreció recitales en el Palacio Real de Bruselas. El rey Leopoldo II le otorgó una beca para perfeccionar su arte en el Conservatorio de Colonia, en las disciplinas de armonía y composición. En 1873 inició una gira por Rusia, Suecia, Alemania, Suiza y Noruega. Más tarde, en unión del precoz violinista brasileño Eugene Dengremont, actuó en Dinamarca, Alemania, Brasil, Argentina y Estados Unidos.
En 1881 se presentó como solista con la orquesta Filarmónica de Nueva York y obtuvo por oposición, al poco tiempo, una plaza de profesor en el College of Music, donde inició su carrera de pedagogo.
En 1882 llegó a La Habana con su esposa, la cubana Ana García Menocal. Allí se presentó en los salones del Centro Gallego, junto a Anselmo López y Serafín Ramírez. Al año siguiente decidió radicarse definitivamente en esa ciudad.
Su creatividad fue significativa en el campo de la enseñanza. Los primeros concursos para estudiantes de música que tuvieron lugar en la isla se debieron a su iniciativa, como estímulo a los mejores alumnos graduados en el primer curso, de 1885-1886. En el mismo año el maestro fue encarcelado por el gobierno colonial, por haber participado como militar en la Junta Revolucionaria de La Habana. Fue deportado de Cuba y marchó a Nueva York, donde subsistió dando clases privadas y como pianista acompañante.
Desde los primeros meses de su llegada a Nueva York se vinculó con el grupo de artistas cubanos que recaudaban fondos para la causa independentista de su país, entre los que se encontraban las sopranos Chalía Herrera y Ana Aguado, el pianista y profesor Emilio Agramonte y el notable tenor Emilio Gogorza. De esa época es su conocida obra para piano Paráfrasis, basada en el himno nacional cubano, que se estrenó en una de las veladas musicales patrióticas organizadas por el grupo.
Luego del triunfo independentista, Hubert de Blanck regresó a La Habana y en 1903 adoptó oficialmente la ciudadanía cubana.
Reconocimiento internacional
La Sala Hubert de Blanck ha sido testigo excepcional de las presentaciones de prestigiosos artistas y agrupaciones teatrales, de danza y musicales del país y de otros lugares del mundo. Artistas como el colombiano Santiago García, la argentina Graciela Duffau, el chileno Patricio Contreras, la italiana Roberta Carreri, así como el Teatro Ictus, de Chile o La Candelaria, de Colombia, han mostrado desde este escenario la trascendencia de su arte. Es, además, sede habitual de eventos internacionales de las artes escénicas, especialmente del Festival Internacional de Teatro de La Habana y el Mayo Teatral.