El poder de la industria farmacéutica
06 abril, 2017
category: EDICIONES IMPRESAS
Diez empresas controlan casi el 60% de un negocio que no para de crecer
Las grandes empresas traban el acceso a medicamentos más baratos. Facturan más de 600 mil millones de dólares pero 14 millones de personas mueren por enfermedades infecciosas y parasitarias.
El proceso de concentración de la industria farmacéutica es vertiginoso: en la actualidad 10 empresas controlan cerca del 59% del mercado mundial. Con ventas que sobrepasan los 600 mil millones de dólares, el sector farmacéutico no para de crecer. Su potencia productiva está sostenida por la investigación y el desarrollo, a las que se destinan alrededor del 12% de los ingresos de la industria.
El uso de sustancias con fines curativos es tan antiguo como la humanidad. Sin embargo la industria farmacéutica como la conocemos hoy floreció durante la llamada Revolución Farmacológica (1940-1970), período en el que los avances producidos en ese sector no tuvieron precedentes en la historia. Fue en la segunda mitad del siglo XX cuando se patentaron los medicamentos más importantes que se conocen hoy en día: analgésicos, antiepilépticos, anestésicos y antibióticos.
Según diversas investigaciones sólo el 1,2% de la producción de la industria farmacéutica mundial es destinada al continente africano. Asia y África representan el 75% de la población mundial, y aún cuando su población no ha dejado de crecer, sólo un 7 u 8% de los medicamentos comerciales se destina anualmente a esos continentes. En Estados Unidos, aunque no tuvo un incremento poblacional significativo, los productos de la industria farmacéutica a ese país se han duplicado en los últimos años.
Si bien el Acuerdo sobre los aspectos de derecho de propiedad intelectual relacionados con el comercio de la Organización Mundial del Comercio (OMC) estableció reglas para los precios de los medicamentos y sus patentes, el proceso de concentración de la industria farmacéutica ha crecido exponencialmente. En la actualidad son 100 las transnacionales más poderosas del mundo (de origen estadounidense, alemán, francés, suizo, inglés y sueco) que controlan el mercado internacional y obstaculizan la venta de los medicamentos genéricos que podrían ser adquiridos a precios más accesibles.
Si los medicamentos fueran entendidos como bienes comunes y sociales y no como mercancías la mortalidad en el mundo se reduciría notablemente. En la actualidad 14 millones de personas mueren por enfermedades infecciosas y parasitarias (diarreas, infecciones respiratorias agudas, tuberculosis, de transmisión sexual, chagas, dengue y malaria). El 90% de las víctimas vive en países pobres. En las naciones subdesarrolladas la situación de la salud pública muestra que una creciente proporción de la población se encuentra sometida al ciclo de “enfermedad y pobreza” que según datos estadísticos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) seguirá creciendo para 2030.
Investigación y negocio
Patentes, producción e investigación están en manos de las grandes multinacionales de la industria farmacéutica y es el mercado quien las orienta. En el caso de las enfermedades llamadas globales, como el cáncer, las cardiovasculares, mentales y neurológicas, si bien afectan tanto a habitantes de los países centrales como a los de los periféricos, son dejadas de lado porque los pacientes generalmente no pueden pagar los medicamentos para tratarlas. Enfermedades tan conocidas como olvidadas (malaria y tuberculosis, por poner dos ejemplos) tampoco despiertan interés en la industria farmacéutica porque son padecidas por las poblaciones más pobres del mundo. Además, las investigaciones relacionadas con las enfermedades extremadamente olvidadas como el Chagas son casi nulas porque afectan exclusivamente a las poblaciones de los países subdesarrollados.
Mientras que tres cuartas partes de la población mundial tienen poca o ninguna posibilidad de adquirir los medicamentos esenciales, en la actualidad la industria farmacéutica centra sus investigaciones en casos que no son estrictamente consideradas enfermedades sino mayormente estéticas como celulitis, calvicie o producción de arrugas, entre otras, justamente porque atañen a las porciones del mercado altamente lucrativo de los países ricos.
Actualmente la Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que un tercio de la población mundial, dos mil millones de personas, no tiene acceso regular a medicamentos esenciales de calidad. En los últimos años los productos farmacéuticos fueron el sexto rubro más importante en el comercio mundial. Doce de las 50 empresas que más invierten en investigación y desarrollo en todo el mundo pertenecen al sector farmacéutico.
Nombres y números
Muchas de las grandes compañías farmacéuticas nacieron en el contexto de la Segunda Guerra Mundial, durante la Revolución Farmacológica. Fueron los casos de Allen & Hambury y Wellcome, de Londres; Merck, de Darmstadt (Alemania); las estadounidenses Parke Davis, Warner Lambert y Smithkline & French. Otras firmas como Zeneca, de Inglaterra; Rhône-Poulenc de Francia; Bayer y Hoechst de Alemania o Ciba-Geigy y Hoffmann-La Roche de Suiza, surgieron durante los inicios de la industria química. En otros casos, como el de Janssen (Bélgica), Squibb (Estados Unidos) y Roussell (Roussell) fueron fundadas por profesionales de la medicina.
Según un estudio elaborado por la compañía de noticias y datos financieros Bloomberg, durante 2016 Johnson&Johnson tuvo ventas por 74.331 millones de dólares, lo que la sitúa como la empresa farmacéutica “líder del mercado mundial”. Esta multinacional, con sede en Nueva Jersey (Estados Unidos) cuenta con más de 200 filiales y vende en todos los países del mundo. Su abanico de productos va desde medicamentos contra el cáncer hasta dispositivos médicos, pasando por cosméticos y productos de cuidado personal para adultos y bebés.
A Johnson&Johnson le sigue Novartis, que cerró el ejercicio de 2016 con ventas por 57.996 millones de dólares. Según Bloomberg, “Novartis adquirió en 2014 el negocio de medicamentos oncológicos de Glaxo, a cambio de transferirle el negocio de vacunas”.
La empresa farmacéutica Roche fue la tercera que más facturó, con 49.860 millones de dólares. Pfizer cerró el último ejercicio fiscal con ventas por 49.605 millones de dólares. La empresa farmacéutica con sede en Nueva York basó su crecimiento en los últimos años con la venta del Viagra.
Con un movimiento de decenas de miles de millones de dólares la industria farmacéutica global cuenta con enorme capacidad de presión e incidencia en gobiernos de diferentes latitudes. El poder reside en la concentración de patentes, desarrollo permanente, lobby, movimiento de dinero y generación de mano de obra mayormente calificada. Unos dos mil millones de personas son ajenas a este festival capitalista, entre ellos 14 millones que mueren por enfermedades curables o prevenibles.
Inés Hayes
El caso de Cuba
Pese a padecer el bloqueo económico de Estados Unidos durante más de medio siglo, Cuba se ha convertido en la contracara de la concentración farmacéutica: gracias a su inversión en investigación y desarrollo la isla aporta una gran colaboración en el sector farmacéutico y biotecnológico no sólo a países de América Latina sino al resto del mundo.
Entre los logros de 2016 Cuba cuenta con el registro sanitario en la Unión Europea del medicamento Heberferón, combinación del interferón-Alfa y Gamma recombinante, para tratar el cáncer de piel.
Fue también en la isla donde se produjo una vacuna destinada a los que padecen cáncer de pulmón en estado avanzado. También se fabricaron vacunas utilizadas en el tratamiento de tumores malignos en mama, próstata, pulmón, útero, de canal anal y de recto.
En la actualidad Cuba produce el 65% de los medicamentos que consume e importa otros para diabetes, Sida y cáncer. El jefe del Departamento Nacional de Servicios Farmacéuticos, Víctor Faire, señaló que “este nivel de producción es resultado de fuertes inversiones en esa industria y permitió aminorar considerablemente la escasez de medicamentos que afectó a la isla hace 10 años”.
Por otra parte Cuba se destaca en la producción de medicamentos genéricos que utilizan las mismas drogas que los comerciales pero con menores costos de producción y venta. Los laboratorios farmacéuticos Aica, pertenecientes al grupo empresarial Biocubafarma, producen 85 tipos de medicamentos genéricos de uso humano para satisfacer las necesidades nacionales.
Los laboratorios –especializados en la producción de inyectables– cuentan con tecnologías de avanzada, están certificados por las normas ISO y cumplen con buenas prácticas de fabricación. La mayor parte de los antihipertensivos, antinflamatorios, antieméticos, trombolíticos, anestésicos y antibióticos, entre otros compuestos que allí se producen, está destinada a los diferentes programas de salud en Cuba como el materno-infantil y también para atención al paciente grave, actividad quirúrgica y oncología.