El primer cardenal paraguayo es cercano al papa Francisco
30 agosto, 2022
category: DOCUMENTOS, PARAGUAY
Por Jorge Zárate
“La verdad que tiene una presencia muy paternal. Él es muy paternal (y) sabe cómo relacionarse con cada uno. Nos habló en español y con mucho cariño hacia el Paraguay”, dijo Adalberto Martínez de su relación con el Papa Francisco I en un video que se viralizó en redes tras su nombramiento como primer cardenal paraguayo. Antes había expresado que su designación era “un regalo que el Papa hace al país”.
Martínez fue nominado en grupo de otros 20 que ascendieron al purpurado para incrementar el número del cuerpo colegiado que pasó de esta manera de 206 a 226 integrantes, de los que 132 serán elegibles en el próximo concilio papal. Los restantes cardenales, al tener más de 80 años, no pueden elegir, ni ser elegidos.
Cumplido el rito, en el que intercambió sonrisas con Francisco I, Martínez, ofició el domingo 28 de agosto su primera misa en Roma, en la Iglesia del Santísimo Nombre de Jesús, ante la presencia del presidente Mario Abdo Benítez y la comitiva que asistió a su nombramiento como Cardenal.
También fueron exhibidos en la Chiesa del Gesù el primer santo paraguayo San Roque González de Santa Cruz y la beata paraguaya María Felicia de Jesús Sacramentado.
«Javy’apa ¿ajepa?, ha javy’a mantearã porque Ñandejára oi ñanendive avei (estamos todos felices, ¿verdad?, tenemos que estar felices porque Dios está con nosotros también). Aquí estamos en la Iglesia de Jesús», dijo al comenzar su homilía.
Allí señaló que la figura del cardenal es asociada «con la de quien manda, tiene un poder» situación que dijo contrastaba con el desinterés, la humildad, la disposición a escuchar a los demás que debe mostrar un buen cristiano.
Luego invitó a las autoridades a abrazar un compromiso con el bien común: «Vivimos en una sociedad que tiene suma necesidad» de volver a escuchar el mensaje evangélico sobre la humildad y dijo que correr a ocupar los primeros lugares «quizás pisoteando sin escrúpulos la cabeza de los demás son actitudes despreciadas por todos, que por desgracia son seguidas por muchos»…
«Los que somos invitados por Cristo a su mesa deberíamos poseer la virtud del último puesto que nos hace reconocer sinceramente que nuestro currículum vitae, nuestra hoja de vida, no es tan notable como lo creemos. Ante Dios no valen pretensiones ni insuficiencias, sino coherencia y humildad», agregó.
«Nuestra acción y nuestra opción pastoral deben ser por los más pequeños, los que padecen todo tipo de miseria, por los que son despreciados y descartados de nuestra sociedad; por los que viven en las periferias existenciales», apuntó en la oportunidad.
Reunión
Tras el consistorio de creación de nuevos cardenales el pasado sábado 27 de agosto en Roma, comenzó este 29 la reunión en la que abordarán la constitución apostólica “Praedicate evangelium” de la que ya participa el cardenal Martínez Flores.
Tras la apertura de Francisco hubo encuentros por grupos en diversos idiomas y sobre diferentes aspectos relacionados al documento, como así también debates en el Aula Pablo VI. Del mismo participan todos los cardenales, patriarcas orientales y superiores de la Secretaría del Estado del Vaticano. En relación, al Sínodo de Obispos convocado por el Santo Padre para el 2023 dijo que el “caminar juntos” es un desafío, con los laicos, los obispos “de una Conferencia Episcopal muy unida” con los sacerdotes y diáconos.
Concluído este evento, Martínez viajara a Asunción, donde será recibido por feligreses el jueves 1/9 y se espera que oficie su primera misa como Cardenal en la Parroquia San Felipe del Bañado Tacumbú el domingo 4 de setiembre.
Reparacíón histórica
Martínez le recordó a Radio Vaticana (Vatican News) los 475 años de historia de la Iglesia guaraní, desde que nació la Diócesis del Río de la Plata, con sede en Paraguay, para organizar la vida de los nativos que habitaban el lugar.
“Es un nombramiento que me ha sorprendido, y gratamente, porque somos una Conferencia Episcopal pequeña, pero con una historia de evangelización muy fecunda”, dijo recordando los mártires que aportó en su derrotero.
Explicó allí que en Paraguay hay un 80% de católicos y en el concierto de los países latinoamericanos se considera que “es uno de los más católicos”. Datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) de 2021 dan cuenta que el 88,2% de la población de 15 años y más de edad es católica, mientras que un 9,2% se considera evangélico, 1,3% profesa otras religiones y 1,3% no tiene religión.
La historiadora Margarita Durán Estragó recordó que “con la creación del Cabildo de Asunción en 1541, luego del despoblamiento de Buenos Aires, Asunción se elevó a la categoría de ciudad y por espacio de quince años se convirtió en el único centro poblado por españoles en el Río de la Plata”.
En un escrito que dio a conocer en sus redes en homenaje a la consagración de Martínez como Cardenal, recordó que “los primeros religiosos y clérigos llegaron al Fuerte de Asunción en 1537. Con el paso de los años, los problemas que traían aparejados los abusos de autoridad y malos tratos de que fueron víctimas los indígenas, movieron a los religiosos y algunos conquistadores a peticionar ante el Rey el nombramiento de un obispo para Asunción. En 1544, el franciscano Bernardo de Armenta escribió al Rey con ese propósito y expresamente le dijo que la presencia de un obispo en Asunción redundaría en beneficio de los naturales para que «con su vida y ejemplo lo redima todo…y sea protector que ampare y defienda a los indios de los muchos agravios que les son hechos y se les hace».
Siguió relatando que por Bula Super Speculo Militantis Ecclesiae de Paulo III, se erigió la Diócesis del Río de la Plata con sede en Asunción, el 1o. de julio de 1547 (NDR: más de 70 años antes que la diócesis de Buenos Aires, que no fue fundada hasta 1620).
El primer obispo designado para regirla fue el franciscano Juan de los Barrios, quien desde Aranda del Duero erigió la Catedral de Asunción, el 10 de enero de 1548. Pasó casi una década antes de nombrar a otro obispo ya que el primero no pudo llegar a su Diócesis. La falta de oro y plata en la región hizo que España se fuera desentendiendo de la Provincia y la Iglesia iba donde la Corona la enviaba”, apuntó.
Siguió relatando: “La mayoría de los obispos de la época colonial fueron franciscanos… podemos citar, entre otros, a fray Martín Ignacio de Loyola el que con el gobernador Hernandarias organizó el Primer Sínodo Diocesano en 1603. Fray Bernardino de Cárdenas, obispo y gobernador en el XVII, fray Pedro García de Panes, último obispo de la colonia y primero de la independiente.
Fray Basilio Antonio López franciscano exclaustrado por orden de Francia fue el primer obispo paraguayo en ocupar la Diócesis del Paraguay.
Por acortar distancia nombramos a Juan Sinforiano Bogarín, Obispo del Paraguay en 1894 por León XIII. Con sólo 31 años de edad se convirtió en el obispo más joven entre sus pares de América. También fue el primer Arzobispo de Asunción desde el 15 de agosto de 1930. Tras conseguir la separación del arquidiócesis de Buenos Aires de la que tuvo que depender desde los tiempos de la Guerra Grande (o de la Triple Alianza), en 1932 se crearon las Diócesis de Villa Rica del Espíritu Santo y la de Concepción y Chaco”, recordó la historiadora.
Hoja de vida
La agencia católica Aleteia publicó un extenso artículo contando parte de la historia del cardenal Adalberto Martínez Flores señalando que “está ligada tanto a Estados Unidos como a Argentina, y muchos lugares intermedios”, recordando que “el obispo de 71 años, de gran experiencia y que actualmente administra su quinta diócesis, es amigo íntimo del cardenal Seán O’Malley, arzobispo de Boston, que acompaña su vocación desde la década de 1970”.
Lo relata así: “Nacido en la capital paraguaya en 1951, Adalberto Martínez Flores no siguió el currículo clásico del seminario menor y mayor, sino que se volcó al sacerdocio como una vocación tardía.
Después de asistir a una escuela secundaria vocacional con un enfoque en comercio, estudió economía a principios de la década de 1970 en la Universidad Nacional de Asunción y luego se fue a Washington, D.C., para estudiar inglés y filosofía.
Luego se involucró en el cuidado pastoral de los migrantes latinoamericanos, en conexión con el entonces padre Seán Patrick O’Malley… que era un joven fraile capuchino en ese momento; había sido ordenado sacerdote en 1970 después de una experiencia misionera en la Isla de Pascua, un territorio chileno aislado en el Océano Pacífico.
El religioso estadounidense fundó el Centro Católico Hispano en 1973 cuando solo tenía 28 años. Y recibió la ayuda del estudiante paraguayo para asistir a refugiados e inmigrantes que habían venido a buscar refugio a la capital federal estadounidense; en el contexto de las dictaduras y guerras que entonces afectaban a muchos países del continente.
Adalberto Martínez Flores luego se encaminó al sacerdocio. Se unió a la Escuela Internacional para Sacerdotes del Movimiento de los Focolares en Frascati, Italia en 1977, mientras estudiaba teología en la Universidad Lateranense.
A principios de la década de 1980, el seminarista participó en la organización de varios congresos sobre vocaciones en Roma y Buenos Aires.
El futuro cardenal paraguayo inició su sacerdocio bajo la égida de su amigo estadounidense. En 1985, Sean Patrick O’Malley se convirtió en obispo de la Diócesis de St. Thomas, en las Islas Vírgenes de los Estados Unidos.
El joven obispo estadounidense, que en ese momento tenía solo 41 años, viajó a Asunción el 24 de agosto de 1985 para ordenar sacerdote a Adalberto Martínez Flores, a quien integraría al clero de su diócesis insular. Este archipiélago caribeño, con una población aproximada de 100.000 habitantes, es administrado por Estados Unidos desde 1917, año en que adquirió el territorio a Dinamarca.
Después de nueve años de servicio parroquial en Saint Croix y Saint Thomas, el sacerdote paraguayo dejó las Islas Vírgenes de EE. UU.; dos años después que el obispo O’Malley, quien se había convertido en obispo de Fall River, Massachusetts.
Así, en 1994, el P. Adalberto Martínez Flores regresó a su diócesis natal de Asunción, donde se convirtió en párroco y ministro de jóvenes. También fue secretario del primer sínodo diocesano organizado en este país sin salida al mar. Paraguay acababa de salir de la larga dictadura de Alfredo Stroessner (1954-1989), cuyo partido colorado seguía controlando el estado.
Juan Pablo II lo nombró obispo auxiliar de Asunción en 1997. Luego se convirtió en el primer obispo de la diócesis de San Lorenzo cuando se fundó en 2000; y en 2007 fue trasladado a San Pedro, donde participó en el desarrollo de este territorio en colaboración con empresas y asociaciones locales.
Su antecesor en esta diócesis rural y paupérrima fue Fernando Lugo, obispo laicizado por reconocimiento de paternidad; éste, un año después se convertiría en presidente de la República al frente de una coalición de izquierda.
Precisamente, en presencia del presidente Lugo – poco antes de su derrocamiento – monseñor Martínez Flores fue instalado como obispo de las Fuerzas Armadas en 2012. En este frágil país, el ejército es una institución fundamental para garantizar cierta continuidad del poder público; y el obispo logró asegurar su servicio en un contexto de grave inestabilidad política, mientras se sucedían tres presidentes al frente del país.
Reconocido como cercano a los pobres, también se involucró en el área de la salud y el bienestar social como presidente de la organización social San Roque González de Santa Cruz, fundación que ayuda a personas con enfermedades renales, e involucrado en otros colectivos.
En 2018 asumió como obispo de Villarrica del Espíritu Santo, cargo que combinó con la presidencia de la Conferencia Episcopal.
Nuevamente ante la inestabilidad política, agravada por la crisis económica ligada a la pandemia de la COVID-19, logró hacer del obispado un órgano imprescindible para restablecer el vínculo entre la sociedad civil y las instituciones. Según la prensa paraguaya, el obispo muestra una imagen de Iglesia cercana a los pobres, atenta a los derechos de los campesinos e indígenas”, consideró el medio católico.