En Bolivia no hay tensión, hay un golpe de Estado
La prensa del poder minimiza lo que sucede en este país frente al muy grave avance fascista (Por Adrián Fernández).
Este sábado La Paz amaneció con los más graves indicios del golpe de Estado en marcha contra el presidente Evo Morales. La céntrica Plaza Murillo fue tomada por la derecha y, con esa acción, los golpistas cubren la entrada a las instituciones gubernamentales.
Nadie accede a la plaza si no se presenta ante los grupos fascistas. La policía se replegó a sus cuarteles y liberó la zona. La Casa Grande del pueblo, la nueva sede gubernamental ubicada a unos 100 metros de la Plaza Murillo, también está asediada por los grupos fascistas.
El MAS convocó de emergencia a sus militantes para este sábado para defender al presidente Morales, hecho que deja en claro dos cosas: la voluntad de resistencia popular pero la inminencia de choques violentos que pueden convertirse en una verdadera masacre.
El silenciamiento de la prensa comercial sobre la gravedad de la situación contrasta con la situación de alerta lanzada por el Gobierno, mientras las redes sociales libran una batalla ente la resistencia del pueblo y las noticias falsas del golpismo.
Una evaluación del mediodía (hora local) permite sostener que el golpe no lo lidera el candidato presidencial Carlos Mesa sino la extrema derecha de Santa Cruz, encarnada en Luis Fernando Camacho, la misma región que realizó otros intentos de golpe y puso al Gobierno de Morales al borde de la caída en 2011.
El cambio de mando en el golpismo tiene su lógica: Mesa no quiere aparecer ante el mundo como un golpista sino como la pata democrática de la desestabilización. Mesa dejó trascender que iba a firmar la auditoría del escrutinio que fiscaliza de OEA junto al Gobierno, pese a que unos días antes la había rechazado. En consecuencia, el cruceño Camacho asume las riendas de la ofensiva fascista y Mesa queda relegado.
La policía de La Paz también se amotinó, como lo hicieron el viernes en Cochabamba y otras ciudades, abandonaron los lugares estratégicos, y permitieron el avance de los grupos fascistas sobre la casa de Gobierno.
Como informáramos desde nuestro portal, este viernes se intensificó la fase golpista que incluye una profundización de la violencia contra los seguidores del Movimiento al Socialismo (MAS) teñida de odio y racismo.
En las afueras de La Paz y en varias ciudades de Bolivia se registraron nuevos choques entre campesinos e indígenas que respaldan al Gobierno contra las facciones golpistas ante la pasividad policial y el silencio tenso de las fuerzas militares.
El avance reaccionario no tiene contexto institucional. Se produce en momentos en que está en marcha una auditoría –de la que participa la OEA- sobre el escrutinio de las elecciones del 20 de octubre que le dieron el triunfo a Evo Morales en primera vuelta.
El presidente fue muy claro cuando hace 10 días invitó a la derecha a ser parte de esa auditoria (convite que fue rechazado): lo que arroje la auditoría con la OEA será vinculante, será respetado. Y si arroja que debe haber segunda vuelta, se hará. Todo es en vano.
No hay matices en esta instancia. No hay tensión, hay un golpe de Estado confirmado por sus propios líderes. Como se dijo: dentro del territorio boliviano, la ofensiva fascista tiene nombre y apellido: Fernando Camacho y Carlos Mesa. Fuera del país, ya sabemos lo que significa el silenciamiento de Estados Unidos, la Unión Europea y la derecha latinoamericana.
Este sábado el MAS emitió un comunicado elocuente: “Frente a las amenazas vertidas el día de ayer por el sicario Fernando Camacho textual -me quedaré en La Paz el tiempo que sea necesario hasta hacer renunciar y sacar del palacio al actual Gobierno’, esto amerita que desde este momento nos encontramos en pie de lucha”.
“A partir del día sábado 9 de noviembre a horas 08:00 hacerse presentes en la ciudad de La Paz, la coordinación debe estar bajo la responsabilidad de las direcciones departamentales, regionales, municipales del MAS y los coordinadores políticos, organizaciones sindicales, autoridades originarias, Bartolina Sisa”, agregaron.
El objetivo, señala este comunicado, es “defender la revolución democrática cultural y la democracia lograda con la lucha del pueblo, defender nuestro voto del campo y la ciudad en favor del binomio ganador Evo-Álvaro, y expulsar definitivamente al fascista y sus sicarios de la ciudad de La Paz”.
Evo Morales escribió el viernes por noche en Twitter: “nuestra democracia está en riesgo por el golpe de Estado que han puesto en marcha grupos violentos que atentan contra el orden constitucional. Denunciamos ante la comunidad internacional este atentado contra el Estado de Derecho”.
Sobre el mediodía de este sábado, el secretario de Comunicación y vocero presidencial, Manuel Canelas, exhibió que el Gobierno está firme en no negociar con Camacho y denunció que el anuncio de entrega de una carta a Morales pidiendo la renuncia esconde un golpe de Estado.
«Esa carta no puede venir acompañada de la violencia», dijo Canelas. «El anuncio de Camacho de entregar una carta vino acompañada de violencia. Genera desestabilización y apuesta a una salida por fuera del orden institucional», agregó.
«Camacho no representa al pueblo boliviano. Se arroga una representación que no tiene y lo hace de manera peligrosa. Trae consigo la volencia a La Paz», señaló, en conferencia de prensa ofrecida en la Casa Grande del Pueblo..
(Adrián Fernández, sábado 9 de noviembre, hora 1 pm)