Benny Moré fue un músico cubano de características muy particulares e impactantes. Un verdadero bárbaro del ritmo a quien recordamos de manera muy especial en el son, la garnacha, el mambo y -yo añadiría- sobre todo el bolero.

Sin haber estudiado música de manera sistemática y, mucho menos, haber visitado un conservatorio o una escuela de música, el Benny destacó por sus condiciones naturales y un entorno social que «a su manera» lo ayudó a que se convirtiera en quien es y a quién recordamos 100 años después de su nacimiento, el 24 de agosto de 1919.

Definitivamente, un virtuoso. Aunque unos pocos exquisitos elitistas, lo hayan despreciado por negro, marginado y músico de orilla y guataca, el Benny trascendió toda bajeza y destacó por su sólida conciencia de clase que lo llevó a vacilarse la cosificación que intentó siempre imponerle el mundo del mercado capitalista que, finalmente lo asesinó de alcohol y cirrosis en la cama de un hospital de emergencias en La Habana.

No pudiendo frenarlo en el desarrollo de su expresión sensible, que hace de todo auténtico artista (discúlpeseme el kantismo en esta afirmación) un Revolucionario en sí, el capitalismo convierte en mercancía a Benny, lo explota hasta el hartazgo y paulatinamente lo asesina en procura de conseguir a miles de Bennys que cumplan la tarea de cosificarse, de venderse como mercancías para contribuir a perpetuar el dominio del capital.

Por eso volvemos a preguntarnos y preguntar, ¿ese Benny conciencia y contradicción, ese Benny canto, vacilón y pasión, fue un Revolucionario?

Yo digo que sí. No cuento con ningún soporte donde Benny Moré se haya definido como tal. Era un gran enamorado, sí. Y aquí no puedo dejar de recordar a Che invocando la condición suprema del Revolucionario, movido siempre, «a riesgo de parecer ridículo» por grandes sentimientos de amor (incluidos, diría yo también, el de la pareja cuando es auténtico).

Es la vida de Benny, en su mundo y sus rebeldías, en sus inconformidades y su gallardía, la que nos habla de su condición de Revolucionario.

Y no, no estoy acumulando argumentos para disertar sobre Benny y su vida, haciendo una apología o buscando que un Vaticano de farándula lo santifique. Quiero, más bien, con esta escueta reflexión, proponer que leamos el adjetivo Revolucionario, como una medida de lo perseverante amoroso en los individuos que luchan, luchamos, por un mundo mejor, de iguales, libres, comunistas, en todos los ámbitos de la vida y sus relaciones, relaciones también con la naturaleza, con el universo, uno y múltiple.

Hoy la excusa fue Benny, el centenario de su nacimiento y dos grandes conciertos que ofrecerá en Caracas (sábado 14 y domingo 15 de diciembre TTC) la Orquesta Filarmónica Nacional, bajo la magistral conducción del maestro cubano Joaquín Betancourt, en Homenaje al Centenario de Benny Moré. También tú y yo podemos encontrar nuestras propias excusas para proponernos contribuir a dar el giro radical de 360 grados al que una Revolución auténtica, como la Bolivariana, en este momento nos invita.

Ilustración: @albaciudad