Argentina: histórica marcha por la educación pública
Con la convicción de que la educación universitaria es pública, gratuita, de calidad y una conquista irrenunciable de la sociedad argentina, cientos de miles de personas marcharon este martes en todo el país. Fue la mayor y más diversa protesta contra el ajuste inhumano del presidente Javier Milei.
En más de cincuenta ciudades (con epicentro en Buenos Aires pero también multitudinarias en otros puntos del país) marcharon docentes, estudiantes, rectores, egresados, organismos de derechos humanos, organizaciones sociales, centrales sindicales, colectivos de artistas, escritores, científicos, periodistas, intelectuales, políticos, familias, grupos de amigos, ciudadanos sin militancia partidaria, resumió el portal RT.
El objetivo fue defender a las universidades públicas, que padecen un drástico recorte del 70 % de su presupuesto. En esas condiciones, ninguna puede garantizar para este año la continuidad de los estudios de 2.1 millones de alumnos.
Los mensajes de la protesta fueron directo en contra de Milei, un presidente ultraderechista egresado de una universidad privada que desprecia públicamente la educación pública.
Los carteles -la mayoría de ellos caseros- replicaban todo tipo de consignas, desde «Defender la universidad es defender la patria» y «Universidad pública es igualdad de oportunidades», hasta «Menos plomo, más libros» o «Educar es combatir y el silencio no es mi idioma».
A través de medios de comunicación y redes sociales, miles de personas destacaron durante semanas sus historias personales, las que demuestran la movilidad social que permite la educación.
A diferencia de otras manifestaciones, la solidaridad fue generalizada: conductores de vehículos hacían sonar sus bocinas en señal de apoyo; y desde las veredas y ventanas de los edificios la gente aplaudía a los manifestantes. Inclusive se sumaron a la movilización estudiantes y docentes de universidades privadas como la elitista Universidad Argentina de la Empresa (Uade).
En su crónica, RT señaló que también se realizaron vigilias que realizaron docentes y estudiantes en sus facultades y por el apoyo público que recibieron de sus compañeros de universidades privadas a través de cartas e incluso del inesperado bloqueo nocturno de avenidas.
«Universidad, de los trabajadores, y al que no le gusta, se jode», fue uno de los cantos más repetidos en todos los grupos que arribaban al Congreso Nacional o que esperaban el paso de la marcha en la Avenida de Mayo, frente a la Casa de Gobierno.
A través de letreros escritos a mano, muchos manifestantes se preguntaban, además, «por qué tienen tanto miedo de educar al pueblo» y recordaban que «la conquista más grande fue que la universidad argentina se llenó de hijos de obreros».
En Argentina hay 65 centros universitarios de gestión estatal que albergan a 2.1 millones de estudiantes. Este año, el Gobierno les destinó el mismo presupuesto de 2023, a pesar de que la inflación anual fue del 270 %. Esto implicó un recorte de alrededor del 70 %.
El congelamiento puso en riesgo a las universidades, que advirtieron que sólo tenían recursos para funcionar, con suerte, hasta junio. La Universidad de Buenos Aires, que con sus 385.000 es la más grande del país y una de las más respetadas de América Latina, advirtió que podría cerrar.
Milei respondió con una campaña de desprecio la educación pública, ya que uno de los anhelos libertarios es la privatización de este derecho, y acusó a las universidades de «adoctrinar» en el «socialismo» y el «comunismo», lo que fue desmentido incluso por algunos de sus propios simpatizantes que se graduaron en el sistema público.
También afirmó que en las universidades predominaba la corrupción y amenazó con auditorías, aunque estas ya existen porque los ingresos de las universidades son fiscalizados cada año y jamás se ha encontrado la sistemática desviación de recursos propalada por el presidente.
Pero Milei se topó con el rechazo mayoritario de sociedad. Una encuesta de la consultora Zubán Córdoba demostró que el 60 % condenaba el recorte en las universidades y que un contundente 80 % defendía la educación pública gratuita.
Más allá de los sondeos de opinión, la gran diversidad de quienes protestaron y de quienes se solidarizaron con la movilización (entre ellos algunos militantes libertarios) dieron forma al más impactante rechazo que recibió Milei.