Israel y Palestina en llamas, el infierno que occidente calló
Por Adrián Fernández
«Estamos en guerra» dijo este sábado el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu. El término con el que soñó para recibir el aire político que ya no tiene, para alcanzar nuevas alianzas de un régimen de ocupación que es responsable de la sangre derramada a un lado y a otro del muro que el estado terrorista construye implacable.
«Estamos en guerra», dijo, tras un ataque masivo por parte del grupo palestino Hamas, con el disparo de cientos de cohetes desde la Franja de Gaza hacia Israel, además de la incursión de milicianos dentro del territorio donde dispararon contra civiles.
Israel y el movimiento Hamás se encuentran desde la madrugada en intensos combates, después de que el ala militar de Hamás, las Brigadas al-Qassam, anunciara el inicio de una operación militar contra Israel y luego de que las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) respondieran con el lanzamiento de otra operación contra el movimiento en la Franja de Gaza, centros de salud, mezquitas, civiles y socorristas.
Este sábado estalló definitivamente el plan perverso hacia Palestina que la extrema derecha israelí, el sionismo internacional, Estados Unidos y sus aliados de la Unión Europea dejaron crecer, aún -como en este caso- a expensas de la sangre de israelíes.
Esos cuatro actores de una invasión siniestra que comenzó hace setenta años callaron con cada incursión genocida del ejército ocupante. Ahora, ya es tarde para llorar tantos muertos inocentes de uno y del otro lado del muro.
Los cuatro miden cada paso en términos políticos, geopolíticos, económicos y financieros. Israel estaba seguro con su paraguas antimisiles y los muertos, de forma desproporcionada, como denuncian permanentemente expertos de la ONU, los ponía palestina. Este sábado, la muerte cruzó la frontera y, cuando acaba la vida, todo se vuelve sinsentido.
FOTO: La sede de la Comisión Europea en Bruselas, Bélgica, se ilumina con los colores de la bandera de Israel. Jamás este edificio exhibió los colores palestinos para repudiar la ofensiva permanente del país ocupante, que hoy se declaró en guerra tras ser atacado por milicias de Hamas.
La guerra que hasta hoy no existió -Palestina no tiene ejército regular y Hamas tiene milicianos armados- ahora es el plato favorito del régimen ultraredechista y corrupto que se viene sosteniendo desde hace años gracias a acuerdos de cúpulas firmados con sangre. «Vamos a ganar esta guerra», dice Netanyahu.
El portavoz del ejército israelí, el teniente coronel Richard Hecht, mencionó que al menos 2.200 cohetes fueron disparados, mientras que Hamas reivindicó el lanzamiento de 5.500 proyectiles.
Las sirenas sonaron tanto en el sur de Israel como en Jerusalén y la policía pidió a la población permanecer cerca de los refugios antiaéreos.
Por la noche del sábado (hora local) el ejército indicó que libraba libra combates en 22 lugares del territorio israelí con «cientos de infiltrados», pero que había recuperado el control de la mayor parte de las comunidades fronterizas con la Franja a las que habían ingresado milicianos palestinos.
Al menos 22 personas murieron, según el servicio de rescate israelí. Además hay más de 250 heridos, en lo que fue un ataque sorpresa de Hamas. A la vez, las autoridades confirmaron que una cantidad «considerable» de civiles y soldados israelíes están retenidos como rehenes en la Franja de Gaza por miembros de Hamas.
«Hamas inició una guerra cruel y malvada. Ganaremos esta guerra, pero el precio será alto», afirmó Netanyahu en la noche del sábado.
Mohammed Deif, jefe de las Brigadas al-Qassam (brazo armado de Hamas) señaló que, en el marco de la primera etapa de su operación, denominada ‘Inundación de Al-Aqsa’, la organización lanzó unos 5.000 proyectiles contra «posiciones enemigas, aeropuertos y fortalezas militares» en el territorio de Israel.
Deif declaró este sábado «el día de la gran revolución» e instó a los árabes residentes en Israel a unirse a los ataques, y llamó a «la resistencia islámica» en países como el Líbano, Irak y Siria y a «comenzar a marchar ahora hacia Palestina».
Por su parte, el portavoz de las FDI, Daniel Hagari, dijo que el país fue atacado con más de 2.200 cohetes desde las 06:30 (hora local). Agregó que los militantes se infiltraron en el territorio israelí por tierra, mar y aire, y ahora las FDI están luchando contra Hamás en al menos siete lugares.
En redes sociales surgieron grabaciones en las que se ve a uniformados capturaros y retenidos en viviendas particulares, y a otros más siendo llevados en vehículos de un lugar a otro.
También se difundieron imágenes en las que supuestamente se puede observar un tanque israelí Merkava Mk.4 destruido por los palestinos.
Por la noche, el periódico Haaretz informó de la liberación después de varias horas de los israelíes mantenidos como rehenes por militantes palestinos en la localidad de Be’eri, ubicada en el sur de Israel cerca de la frontera con Gaza.
Sobre el final de la noche del sábado, los muertos se contaban por decenas tanto en territorio israelí como en la zona palestina controlada por Hamas. Netanyahu, líder de un gobierno que construye política sobre escombros humeantes, deberá explicarle a su propio pueblo las fallas de su sistema antimiseles y de sus equipos de inteligencia, hasta hoy los más capacitados del mundo.
En apenas un par de horas, Netanyahu habrá reducido a polvo la Franja de Gaza que él mismo y regímenes que lo antecedieron, contribuyeron a hambrear, a dejar morir en la enfermedad, a someterlo a cuantas vejaciones alguien pueda imaginar. Netanyahu debió ser investigado como criminal de guerra, a juzgar por los expertos internacionales de la ONU y otros sectores independientes que no se cansan de denunciar la magnitud de la barbarie.