La derecha más rancia vuelve contra Venezuela
Nuevos argumentos y viejas recetas de expresidentes iberoamericanos para pedir a la OEA aplicar la Carta Democrática.
Por Adrián Fernández
Dos docenas de firmas bastan para reafirmar que sus tiempos no cambian, que viven en el mismo mundo miserable que dejaron cuando concluyeron sus gobiernos corruptos, violentos, guerreristas, narcos y/o serviles; que son incapaces de entender ya no la libre determinación de los pueblos sino que el mundo se desangra a sus pies.
Pero corresponde hacer una lectura adicional del comunicado de la llamada Iniciativa Democrática de España y las Américas (IDEA) en el que piden aplicar la “Carta Democrática” de la OEA a un país que, como Venezuela, ya no es parte de esta organización.
Los colombianos Álvaro Uribe y Andrés Pastrana, los mexicanos Felipe Calderón y Vicente Fox, el boliviano Jorge «Tuto» Quiroga y el español José María Aznar, lideran una nueva ofensiva, esta vez heridos porque el máximo jefe militar venezolano reafirmó que las Fuerzas Armadas bolivarianas defenderán la Constitución y la expresión popular.
La denominada Iniciativa Democrática de España y las Américas (IDEA) está molesta porque esta semana el ministro de Defensa de Venezuela, Vladimir Padrino López, le advirtió a la derecha terrorista que no permitirá que sean robadas las elecciones parlamentarias previstas en Venezuela para el 6 de diciembre.
«No serán poder político en Venezuela jamás en la vida mientras exista una Fuerza Armada como la que hoy tenemos, antiimperialista, revolucionaria y bolivariana (…) Nunca podrán ejercer el poder político en Venezuela, es bueno que lo entiendan», dijo Padrino López, en referencia no a la derecha que será parte de los comicios sino al terrorismo internacional que representan los firmantes de esta reacción.
Estos expresidentes iberoamericanos pidieron a la Organización de Estados Americanos (OEA, tan muerta políticamente como los firmantes) a activar la Carta Democrática contra Venezuela ante lo que consideran «una intervención dictatorial de las Fuerzas Armadas en los asuntos electorales».
Reclaman al secretario general (el también golpista Luis Almagro) y al Consejo Permanente de la OEA a «proceder según los términos de la Carta Democrática Interamericana y rechazar expresamente la antidemocrática manifestación de un cuerpo armado que ha de subordinarse a la autoridad del poder civil legítimamente constituido».
Previsiblemente también pidieron a los países de la Unión Europea que «condenen categóricamente” el proceso electoral que va en contra del “último reducto de la experiencia democrática venezolana” en referencia a la “actual Asamblea Nacional, presidida por el diputado Juan Guaidó».
La reacción tiene lógica: los golpistas no se presentarán en las elecciones del 6 de diciembre y la derecha que será parte de los comicios no respalda a Guaidó, a quien denuncian por corrupto, oportunista y aliado de los narcos.
Si la derecha rancia pierde votos en la Asamblea Nacional, Guaidó dejará de ser su presidente y con ello perderá también su “legitimidad” para mantenerse como «presidente encargado» y, por lo tanto, seguir recibiendo financiación del Gobierno de Estados Unidos.
También previsiblemente, Guaidó y sus compañeros de golpismo no tienen otra chance para supervivir que rechazar las elecciones y denunciarla como hicieron con la elección del presidente Nicolás Maduro.
Los comunicados de la derecha vetusta piden un Consejo Electoral “independiente” pero no dicen que cuando fueron invitados decenas de veces rechazaron la opción de diálogo como sí lo hicieron otras expresiones de la derecha.
Gente tan informada como los firmantes de esta nueva carta internacional no deben desconocer que el hecho de que la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) asuma públicamente una posición política en Venezuela es un signo de fortaleza de la revolución.
Tampoco desconocen que la tríada FANB-Partido Socialista Unido (PSUV)-Movilización popular son los cimientos construidos por Hugo Chávez para sostener a Maduro y, yendo más allá del propio Presidente, marcar el camino de la revolución.
Un dato no es menor para entender el oportunismo de las dos docenas de firmantes: Padrino López sigue siendo la figura clave, la pared a romper, en su afán de avanzar contra el presidente Maduro.
John Bolton, exasesor de Seguridad Nacional del presidente Donald Trump, dedica un capítulo a Venezuela en su reciente libro “La habitación donde ocurrió”, y le pone palabras a lo ya supuesto.
El 23 de febrero de 2019, luego de la acción golpista de Guaidó contra Maduro, “el ministro de Defensa Padrino y un grupo de generales llevaron a cabo una rueda de prensa para declarar su lealtad a Maduro, que no era lo que queríamos”, escribe Bolton en su libro.
“La oposición creía que 80 por ciento o más de las tropas, así como los jóvenes oficiales, cuyas familias enfrentaban las mismas dificultades que la población civil en general de Venezuela, apoyaban al nuevo gobierno (…) Guaidó frecuentemente sostuvo que tenía el apoyo del 90% de la población venezolana en general”, afirma.
Bolton luego escribe: “La primera señal preocupante de Trump llegó esa noche después de las ocho y media de la noche, cuando llamó para decir, «No me gusta dónde estamos», refiriéndose a Venezuela. Le preocupaba la conferencia de prensa de Padrino y decía «todo el ejército está detrás de él». Luego, agregó, «siempre dije que Maduro era difícil. Este niño [Guaidó], nadie ha oído hablar de él».
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