La MUD retrocede, Maduro se fortalece
15 noviembre, 2016
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Venezuela entre dos opciones: diálogo o confrontación directa
La oposición se sentó dividida a negociar con el Gobierno tras la mediación papal. Fue una victoria política de la Revolución, obtenida con el pueblo movilizado. No habrá golpe exitoso (ver pág. 50).
No hubo “toma de Caracas”. Tampoco marcha al Palacio de Miraflores, ni “juicio parlamentario” contra el Presidente. La dirección opositora de la MUD dio marcha atrás ante la imposibilidad de poner fin al gobierno de Nicolás Maduro desde las calles. Aunque las amenazas siguen presentes, quienes timonean la coalición derechista asumieron su derrota y se sentaron en la mesa de diálogo promovida desde el Vaticano y la Unasur, una instancia que el Gobierno siempre impulsó para garantizar la paz.
También Washington se apresuró en respaldar las conversaciones iniciadas en la noche del 30 de octubre y envió al día siguiente al subsecretario de Estado para Asuntos Políticos, Thomas Shannon, a reunirse con el Presidente en Caracas, aunque el propio Maduro había acusado a Obama de “ordenar el incendio de Venezuela”. Lejos del tono desafiante con el que la Casa Blanca venía dirigiéndose al gobierno bolivariano, su enviado mostró amplias sonrisas ante las cámaras al estrechar la mano del mandatario venezolano, que salió fortalecido de esta última batalla política.
Pese a la suspensión judicial del proceso de recolección de firmas para el referendo revocatorio, previsto para el 26, 27 y 28 de octubre, la agenda con la que la MUD pretendía responder fracasó rotundamente. La movilización del 26, aunque importante, apenas duró unas horas y no se tradujo en la anunciada “toma de Caracas”. El paro general promovido para el 28 –que en realidad se apoyaba en los empresarios– también falló, y la marcha a Miraflores del 3 de noviembre fue cancelada.
La palabra “revocatorio” ya va desapareciendo de las demandas opositoras, que tras prometer el fin del gobierno en el primer semestre, se conforman ahora con pedir elecciones anticipadas para el primer trimestre de 2017.
En los días posteriores al diálogo, Maduro resaltó que “la agenda prioritaria es la recuperación económica” y planteó las metas para el año próximo: “Desde el 1 de enero al 31 de diciembre de 2017 seguiré trabajando por la recuperación económica y la estabilidad social y política de Venezuela, por lo que solicito el apoyo de todo el pueblo”. Dejar el Gobierno no es una opción.
Debilidad inocultable
El guion de la MUD se fue desintegrando a paso acelerado los últimos meses. Incapaz de sostener movilizaciones permanentes y los objetivos planteados, sus dirigentes de mayor peso decidieron asumir un gran retroceso al sentarse a dialogar y cancelar la manifestación del 3 de noviembre, que en caso de ir al choque hacia la sede del gobierno sólo hubiera terminado en un derramamiento de sangre.
No puede descartarse que haya acciones agresivas de calle luego del 11 de noviembre, pero por el momento la oposición parece haber aceptado su derrota política este año y haber abandonado sus planes inmediatos. El costo interno es muy alto. Dentro de la MUD se profundizó la división entre algunas de las fuerzas principales con los grupos de extrema derecha, cuya cabeza visible es el partido Voluntad Popular (VP), de Leopoldo López. De la treintena de agrupamientos que forman la alianza electoralista, 16 se negaron a participar del diálogo. Rápidamente VP comunicó su rechazo a la iniciativa del Vaticano por “falta de condiciones” y ratificó que marcharía el 3 de noviembre, manifestación que terminó siendo cancelada por la MUD y mutó a una protesta irrelevante de un puñado de estudiantes.
Para entonces, militantes chavistas estaban ya en su tercer día de movilización y vigilia permanente en defensa del gobierno constitucional de Maduro, electo para el período 2013-2019. En uno de los varios puntos de concentración en Caracas, el dirigente Diosdado Cabello tomó la palabra e instó a que los opositores “se den cuenta que el chavismo llegó para quedarse y a Miraflores no volverán más nunca”. Además los llamó a reflexionar, a “ver el desastre en el que están metidos, sin liderazgo, con el único proyecto de entregar la Patria, sin una dirección política”.
El secretario general de la MUD, Jesús Torrealba, ya desde marzo había iniciado contactos y negociaciones con el Gobierno y la comisión de los tres ex presidentes designada por Unasur: el español José Luis Rodríguez Zapatero, el dominicano Leonel Fernández y el panameño Martín Torrijos. Incluso dos días antes de la manifestación del 1 de septiembre, que la oposición planificó durante meses, representantes de la MUD se reunieron en secreto con el Gobierno para acordar medidas de seguridad, pese a que habían llamado a sus seguidores a “tomar Caracas”. Las últimas conversaciones tras bambalinas terminaron en la mesa de diálogo auspiciada por el Vaticano y el levantamiento de la marcha a Miraflores del 3 de noviembre.
El resultado es el resquebrajamiento de la relación entre la MUD y sus bases de apoyo, que cada vez repudian más a los dirigentes. Lo expresó rápidamente una de las referentes opositoras apañadas por Washington y cercana a Leopoldo López, María Corina Machado: “No hay marcha a Miraflores, no hay juicio a Maduro, no hay referéndum revocatorio. Así no hay cambio de régimen en 2016. Sí hay indignación. Es un error de la MUD”.
El diálogo
La reunión de Maduro y el Papa Francisco el 24 de octubre en Roma, tres días después de la suspensión temporal del proceso de activación del revocatorio, fue un duro golpe para la oposición, que terminó sentada en la mesa de diálogo y con divisiones internas.
El 30 de octubre fueron a la mesa instalada en el Museo Alejandro Otero de Caracas los opositores: Carlos Ocariz en representación de Primero Justicia (organización de Henrique Capriles), Timoteo Zambrano por UNT (dirigida por el ex candidato presidencial Manuel Rosales), Henri Falcón por Avanzada Progresista (es uno de los tres gobernadores opositores) y Torrealba. Todos apoyados por el partido Acción Democrática, liderado por el presidente de la Asamblea Nacional, Henry Ramos Allup.
El resultado concreto de las conversaciones fue la instalación de cuatro mesas de trabajo: paz, respeto al Estado de Derecho y a la soberanía nacional (coordinada por Rodríguez Zapatero); derechos humanos, verdad, justicia, reparación de víctimas y reconciliación (bajo la órbita del Vaticano); mesa económico-social, coordinada por Fernández; generación de confianza y cronograma electoral, dirigida por Torrijos.
Según el comunicado final leído por el enviado del Papa, Claudio María Celli, tras un debate “constructivo y respetuoso” las partes acordaron “un compromiso conjunto para el mantenimiento de la paz”, “la revisión de la situación de las personas privadas de libertad” y de la “institucionalidad electoral y los procesos electorales previstos en la Constitución”. Otros temas que forman parte de la agenda son: el “funcionamiento y autonomía de los poderes públicos”, el “compromiso conjunto para mejorar las condiciones de abastecimiento de alimentos y medicinas”, la atención de “los temas económicos más urgentes” y el caso de los diputados opositores del Estado Amazonas que legalmente no pueden asumir por la impugnación del último proceso electoral en ese estado que dictó el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ). De inmediato el Gobierno ordenó la liberación a cinco presos vinculados a la oposición como señal de apoyo al diálogo.
El 11 de noviembre estaba fijada una nueva reunión para ver los resultados de las mesas de trabajo, luego de la cual la MUD analizará si continúa el diálogo o intenta volver a las calles. El Gobierno rechazó ese intento de ultimátum y aseguró que en 10 días no puede llegarse a ningún acuerdo. Se apoya en la unión cívico-militar en defensa de la Revolución Bolivariana que imposibilita cualquier posibilidad de éxito de un intento golpista. “La Fuerza Armada Nacional Bolivariana (Fanb) está llamada a respetar y defender con la vida la Constitución”, había advertido el ministro de Defensa, Vladimir Padrino López, cuando la oposición insistía con la amenaza de “tomar Caracas” y “rodear Miraflores”.
Nudo principal
Pese a todo lo que está en juego en el plano político, la cuestión vital para el gobierno venezolano continúa siendo la economía. Reforzar la Agenda Económica Bolivariana y consolidar los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (Clap) son los principales objetivos para el último bimestre del año. Es central aumentar la producción y continuar los planes de diversificación económica para dar mejores respuestas a las demandas de la población, que sufre la escasez de productos básicos, pierde tiempo en extensas colas para poder adquirirlos y ve mermar su poder adquisitivo por el brutal incremento de precios en varios rubros sensibles.
Con los programas de agricultura urbana, el fomento de la conciencia productiva, planes complementarios de abastecimiento para combatir la compra y reventa de productos, la obligación dictada a las empresas que producen insumos a vender el 50% de su producción a entes públicos, entre otras medidas, se pretende fomentar la producción de alimentos y promover la organización popular, con el fin de tener el control directo de la soberanía alimentaria.